domingo, 20 de junio de 2010

LA REFORMA DEL MERCADO DE TRABAJO, FASE DOS DE LA TERAPIA ANTI-CRISIS.

Siguiendo con la ronda de opiniones publicadas en los medios de comunicación sobre la reforma laboral (Real Decreto Ley 10/2010, de 16 de junio), se inserta a continuación el "suelto" que ha publicado EL PAIS en sus páginas color salmón del 20 de junio de 2010.




Forma parte de los tópicos reiterados por los medios de comunicación y la llamada clase política que ésta es la reforma que exigen los mercados, ejemplo de las “reformas estructurales” que las autoridades monetarias europeas y el FMI proponen como terapia anti-crisis junto con el drástico recorte del gasto público, el redimensionamiento a la baja del aparato estatal y administrativo y reducción salarial de sus empleados, y una severa reformulación en términos restrictivos del sistema de pensiones. Hay que situar por tanto el Real Decreto-Ley 10/2010 como una segunda fase de la estrategia reformista que es más que probable que conduzca, a la manera de Groucho Marx, de una situación crítica al más completo desastre.

En la norma urgente que ha entrado en vigor el 17 de junio se incorporan dos de las grandes líneas de intervención que los creadores de opinión y los profetas de las rigideces del mercado han mantenido de forma redundante. De una parte la reforma de un mercado dualizado entre fijos y precarios a causa del coste del despido. De otra la necesidad de derogar la regulación de las condiciones de trabajo en el convenio colectivo de sector en atención a la valoración de las necesidades concretas de cada empresa.

El Real Decreto Ley asume la monetarización del despido, es decir lo considera exclusivamente en cuanto coste económico de la decisión de extinguir unilateralmente el contrato de trabajo. Con ello simultáneamente despolitiza esta figura, porque su regulación pierde su condición de garantía del derecho al trabajo reconocido constitucionalmente, que enlaza el valor del trabajo como forma de existencia de la mayoría de la población y como condición de ciudadanía. En la norma promulgada resulta simbólicamente más importante que el abaratamiento del coste del despido para el empresario, el reconocimiento del carácter definitivo de la decisión empresarial aunque ésta sea – o precisamente porque lo es – antijurídica o improcedente, obstaculizando o vaciando de contenido el control judicial del acto de despido que no modifica ni altera la determinación unilateral de la extinción del contrato.

El segundo vector significativo de la reforma es la erosión de la fuerza vinculante del convenio colectivo sectorial permitiendo su inaplicación en la empresa respecto de materias centrales de la regulación colectiva, como salarios, tiempo de trabajo y su distribución, horario laboral u organización del trabajo. En una dirección completamente opuesta a lo que fueron los muy importantes Acuerdos de 1997 sobre negociación colectiva, se prefigura progresivamente un diseño de las relaciones laborales a partir de un autorreferente sistema-empresa.

Como señala nuestra experiencia de muchos años, la reforma del mercado de trabajo no sirve para crear empleo, pero además ésta no se inscribe tampoco en una estrategia de recuperación económica, aunque se reiteren estos objetivos en la exposición de motivos con el fervor de una jaculatoria. Su pretensión es otra, fortalecer y vigorizar el poder privado del empresario y su ejercicio unilateral, reduciendo al sindicato a una existencia irrelevante. Se incorpora así la fantasía neoliberal sobre las relaciones de trabajo que sin embargo siempre se ha demostrado equivocada, porque la economía crece con la ampliación de los derechos de los trabajadores y la distribución proporcionada y no desigual de la riqueza. El cambio del modelo de crecimiento hacia una economía sostenible no se logra mediante la depreciación del valor del trabajo y la degradación de la interlocución colectiva en la determinación del empleo. Aumentar el autoritarismo en la empresa y erosionar las garantías de los derechos laborales implica que el sistema democrático de relaciones laborales se autolesiona de forma perjudicial y permanente.

6 comentarios:

Tito Ferino dijo...

Siempre se dijo que los contenidos son lo importante. Pero cuando los contenidos tienen buenos ornamentos mejor que mejor (docet Juan de Dios Calero, sabio local) Saludos, maestro, desde Alomartes.

Fernando Avila dijo...

Querido Simón: Tus palabras, breves pero certeras, no pueden ser más expresivas de este
nuevo atentado a la "ciudadanía social", tal como había sido construida
por generaciones. Entramos en un verdadero reinado del pensamiento único
y el abandono al mercado y sus dictados, y en un peligroso renuncio
generalizado a denunciar los intereses que mueven cada una de las medidas
de "deconstrucción" del Estado de Bienestar (por aquí mera aspiración)
que se adoptan, y que hacen recaer la culpa sobre los que nada tuvieron
que ver en el origen de toda esta "crisis". Era una crisis del
"capitalismo especulativo" y se ha convertido en una crisis de los
derechos sociales y del movimiento sindical. Tengo serias dudas de que
vengan tiempos mejores para el Derecho social...
Un abrazo desde el Sur

Giovanni Terramundi dijo...

Querido simón: Es lo primero que he leido a mi regreso al primer mundo. No sé cómo vamos a salir de ésta. Han tenido buen cuidado de quebrar al sindicato como primera, y semi-clandestina, medida. Enhorabuena a los negociadores de la CEOE, que han hecho una inversión barata y rentable a futuro.
Un abrazo.

Daniel Summer dijo...

Querido Simón: Muy buena tu visión sobre la reforma laboral. Espero que no les pase en España lo que nos pasó en Argentina en la década dl 90 con la llamada flexibilización laboral, que eran todas recetas del FMI y de la coriente neoliberal que dominó en Argentina por diez años (la llamada década nefasta del menemismo) y que Uds. puean salir adelane con la recuperación eonómica y laboral sin necesidad de sufrir grandes consecuencias. Hay que hacer entender a los políticos que la variable de ajuste no es el empleo sino hacer bien las cosas en la economía y en la producción de un país. Los trabajadores somos víctimas de su desmanejo, de la corrupción y de la inoperancia de los políticos que una vez que están en el poder echan por tierra todos su ideales para arrodillarse a los poderosos.
Lamento que esto esté pasando en Europa y especialmente en España, porque también nos llegará a nosotros.
Te mando un fuerte abrazo y ojalá todo esto pueda superarse prontamente

Enrique Aceituno dijo...

Querido amigo Muntaner: Tu artículo me parece magnífico. Atención al párrafo significativo donde apuntas a la desaparición de la garantía del contrato... Retroceso de los derechos, de la ciudadanía y su metamorfosis en rentas que invisibilizan la ciudadanía. Total que, con pocas palabras, se dice mucho. Se lo envío a los amigos, súbito. Abrazos.enrique.( Atencíón al art. de Antonio Gutiérrez en El País de hoy mismo, 22.06).

JESUS LAHERA FORTEZA dijo...

Escribe Jesus Lahera a Antonio Baylos:

Es un gran honor y una enorme satisfación compartir tribuna contigo hoy en El País-Negocios, en las páginas dedicadas a la reforma laboral. En conexión con la línea argumental de tu escrito, directa y clara, mi intención es situar los retos, y las respuestas, en los procedimientos, dinamizando y modernizando la negociación colectiva, con control sindical. El debate de contrato-despido creo tiene síntomas de agotamiento, dada la persistente dualidad del mercado de trabajo que erosiona sobre todo la actividad sindical, y que en ese terreno lo importante, de cara al futuro, será centrar el contrato indefinido como elemento esencial, sea cual sea la fórmula (el fondo que reparte costes y garantiza indemnizaciones razonables a los despedidos puede ser buena solución). El reto está en la negociación colectiva y en la participación en la empresa, en los procedimientos que gestionen la flexibilidad del capital humano, evitando despidos. Y ahi es donde creo que el sindicato debe coger el testigo, descendiendo al tejido productivo, involucrándose en las decisiones empresariales, negociando de manera dinámica, ágil y efectiva, lo que exige reformas importantes y cambios de mentalidad. Esa es la intención de mi escrito que, desde este punto de vista, conecta con el tuyo, al reivindicar el capital humano. El poder no puede ser unilateral de la empresa, debe ser negociado. La flexibilidad no puede ser unilateral, sino negociado. Pero ello exige cambios profundos. Comparto contigo estas reflexiones desde el estímulo de un artículo como el tuyo. Un abrazo, Jesús Lahera