domingo, 25 de marzo de 2012

LA HUELGA ES LA RESPUESTA DEMOCRÁTICA ANTE EL ATAQUE AL MODELO SOCIAL



Organizado en el Ateneo de Madrid por la Fundación Largo Caballero de la UGT y 1 de Mayo de CC.OO., se ha celebrado ayer sábado 24 de marzo a partir de las doce de la mañana un acto de gentes de la cultura y de la universidad que apoyaban la convocatoria de la huelga general del 29 de marzo. Conducido por Luis García Montero, a su través se han ido produciendo diversas intervenciones de escritores, profesores universitarios, cantantes, actores y actrices. En el acto se ha dado cuenta del manifiesto de 55 catedráticos sobre la reforma laboral que se publicó en este blog ayer mismo, y han participado en él Fernando Valdés y Antonio Baylos.  A continuación se publica el texto que sirvió de base a la intervención de Baylos en el Ateneo.

Vivimos tiempos sombríos. La llegada al poder del Partido Popular ha ido sacando a la luz los elementos más nocivos para la ciudadanía de las llamadas “políticas de salida” a la crisis que se basan en una hostilidad declarada a lo público y el recorte de prestaciones sociales, de los servicios de salud y de la educación, de una parte, y de la desregulación laboral y la debilitación del poder contractual del sindicato en la regulación de las condiciones de trabajo sustituido por un principio despótico en los lugares de trabajo de otro, alterando de forma importante el modelo democrático de relaciones laborales, tal como hemos destacado en el manifiesto de los 55 catedráticos y catedráticas que hoy aparece en El País.

Pero no es sólo un problema que afecte en exclusiva a sectores de la sociedad española. Estamos habituados a un discurso oficial que se nutre de escisiones continuas entre categorías construidas intencionadamente en confrontación permanente. No se trata de trabajadores cada vez más diferenciados salarialmente, fragmentados en razón de la externalización productiva, segmentados en estables y precarios, sub-empleados y desempleados, declinados frecuentemente en femenino y excluidos no sólo del trabajo y de la inserción social sino del acceso al conocimiento y a la cultura, a las tecnologías de la información y de la comunicación que dan acceso al conocimiento, hombres y mujeres, jóvenes y maduros. A todas y todos se les quiere enfrentar en una concurrencia conflictiva por el trabajo y la renta, y se les presenta de esta manera a una opinión pública a la que se despolitiza y se resignifica como una inmensa masa silenciosa de clientes , consumidores y votantes.

El problema no es por tanto singular, dislocado en los dramas nuevos y viejos del mundo del trabajo. Es un asunto más amplio, que afecta a la esencia de la democracia, a la construcción de un espacio de convivencia basado en la dignidad humana. Está en peligro el modelo de Estado social que se ha ido decantando en un proceso histórico que persigue ampliar los espacios de nivelación social, una sociedad más igualitaria económica, social y culturalmente.

El objetivo de las reformas no es el empleo ni salir de la crisis. El objetivo de las reformas es el modelo social. Con más petulancia que verosimilitud lo ha expresado Mario Draghi, presidente del BCE: “El modelo social europeo está muerto”. Se trata de un verdadero conflicto de clase transnacional propulsado desde “lo alto” – el capital financiero y su antihumanismo universal y sus ejecutores políticos europeos – que se quiere ir materializando en Europa con distintos ritmos y fuerza, diseñado en torno a un esquema idéntico de instrumentación normativa y basado en un consenso social logrado sobre la inevitabilidad, la desesperanza y la invisibilidad de cualquier otra opción alternativa.

Eso es justo lo que combate la huelga general del 29-M. Es una forma de afirmar que las políticas desreguladoras y antisindicales, que los recortes de servicios sociales básicos, ni son inevitables ni son efectivas para salir de la crisis, y que hay otras alternativas perfectamente realizables. En un mundo globalizado en la política y en la economía, la participación democrática de millones de ciudadanos en la huelga del jueves próximo no sólo manifiesta una inmensa capacidad de movilización ciudadana por la defensa de los derechos sociales y laborales dentro de nuestro país, sino que también se coloca fuera de él, en un espacio global que no está secuestrado por el poder económico, sino que tiene que estar abierto a las dinámicas sociales para poder construirse de manera democrática, política y económicamente.

Por todo ello, una gran parte de los juristas del trabajo que tenemos profundas convicciones democráticas y que vivimos con ilusión la llegada de un nuevo siglo en el que se consolidaran los ideales de civilización, igualdad y justicia por los que habíamos luchado a lo largo de toda nuestra existencia, apoyaremos y secundaremos la huelga general del 29 de marzo como la única respuesta posible al ataque emprendido al modelo social.

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