lunes, 1 de abril de 2019

HA FALLECIDO RAFAEL SÁNCHEZ FERLOSIO. BREVE NECROLÓGICA



Abril ha amanecido con la noticia del fallecimiento de Sánchez Ferlosio,  un autor con el que varias generaciones han compartido etapas de formación, recuerdos de adolescencia, retazos de vida pasada. Pertenece a una raza de pensadores indómitos y, como se dice en la jerga periodística, inclasificables, lo que viene a querer decir que era capaz de dominar todos los géneros. 

Rafael Sánchez Ferlosio, hijo de un ideólogo de la Falange, Sánchez Mazas, más recordado hoy por Soldados de Salamina que por su actuación en favor del fascismo o su faceta de periodista, ha sido siempre un escritor venerado y a la vez difícil. Para muchos de mi generación, su hermano Chicho era un referente prodigioso en su capacidad de poemar canciones que luego escucharíamos en otras voces, y él era el autor de una novela seca y terrible, El Jarama, que muchos conoceríamos veinte años después de que la hubiera escrito, ligándola a otros escritores que también entonces frecuentábamos por primera vez, porque nunca se había hablado de ellos en el colegio o el instituto: Ignacio Aldecoa, Jesus Fernandez Santos, Juan García Hortelano, o, para mí más cercano desde sus obras de teatro, Alfonso Sastre. Todavía entonces creíamos que era la pareja de otra grande, también desconocida, Carmen Martín Gaite, de mayor estatura literaria cuanto más tiempo pasa desde aquel que aquí se evoca. 

A Ferlosio le leíamos en El País, donde le protegía Javier Pradera, casado con su hermana, unas páginas de opinión que estaban escritas de manera inolvidable, cultísimas y rebosantes de lucidez, corrosivas como el vitriolo. Este es el perfil del autor que más se ha mantenido en mi memoria, alimentado por regalos de amigos como Joaquín Aparicio para quien era un autor de culto. De hecho el último libro que tengo leído de él, titulado como las primeras letras del teclado de la máquina de escribir, QWERTYUIOP, que contiene sus artículos sobre enseñanza, deportes, televisión, publicidad, trabajo y ocio, es un regalo de Reyes del año pasado de Joaquín. Se le define, con razón como “uno de los más grandes prosistas de la lengua española” y fue galardonado, felizmente, con grandes premios, el Cervantes y el Nacional de las Letras.

Hoy este blog lamenta su pérdida. Y recomienda la lectura de sus ensayos, tan bien escritos como ferozmente sarcásticos.

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