Todos los medios de comunicación al servicio del poder económico entonan hoy la misma melopea: fracaso de la huelga. Se trata de un ejercicio de afirmación consciente de una falsedad, que cualquiera puede comprobar tanto por los efectos de la huelga como por la impresionante participacion en las manifestaciones.
Más de diez millones de trabajadoras y trabajadoras han participado en la huelga o han desarrollado acciones de protesta en el día de ayer, y las manifestaciones subsiguientes han reunido a cientos de miles de personas en ciudades como Madrid, Barcelona y Valencia, y han sabido convocar a decenas de miles en 111 localidades del Estado español. Eso no ha impedido a El Mundo, La Razón, La Gaceta y ABC para coordinar sus portadas en la negación de la huelga y de su efecgividad, en considerar irrelevante el clamor de los ciudadanos en las calles.
Los mismos medios de comunicación que hablan de fracaso sindical del 29M han celebrado la victoria del PP en Andalucía el domingo 25M. Diría un castizo que le encantaría que siempre ganara así el PP y que los sindicatos fracasaran de ese modo todas las veces que convocaran una acción generalizada de protesta.
El problema es sin embargo grave, y tiene que ver con la consciente vulneración del derecho a la información veraz que tenemos los ciudadanos españoles y que no sólo puede verse reconocido frente a los medios de titularidad pública, sino que es preciso ejercerlo frente a los poderes económicos privados que manipulan y alteran la realidad desde una supuesta inmunidad derivada de su peculiar visión ideológica. Además esa falsificación consciente de lo que ha sucedido se viene acompañando de campañas de difamación de los dirigentes sindicales utilziando también aquí la mentira y la falsedad, y, en especial, de insultos cada día más agresivos respecto de quienes se dedican a representar a los trabajadores.
Lo dice el digital "El Plural": La derecha mediática proclama este 30-M el “fracaso” de la huelga general y aprovecha para cargar en una peligrosa diatriba antidemocrática contra los sindicatos, a los que se muestra como pancistas, matones, violentos y defensores de sus propios intereses sin importarles el paro. Toda la prensa conservadora coincide en su esfuerzo por hacer creer que el seguimiento fue menor que en 2010 contra la reforma laboral de Zapatero, después de que hasta la propia patronal admitiera ayer que fue superior".
No es por tanto de extrañar que el huelguista pase a ser progresivamente considerado como un ser antisocial, que rompe la convivencia ciudadana, y que impide con su acto de participación en la huelga, eld esarrollo económico y el bienestar de los españoles. Hay mucho franquismo en estas orientaciones reiteradas en la gran mayoría de los periódicos de ámbito nacional y en las radios y cadenas privadas de televisión, lo que explica asimismo el tratamiento policial que se quiere dar a la huelga como única forma de acercamiento a quienes ejercen el derecho.
Joaquín Aparicio, en la última entrada en su blog, insiste en este tema
Días antes de la impresionante huelga general y las movilizaciones de ayer, el Ministro de Economía (ex Lehman Brothers) dijo que en el siglo XXI la huelga no tenía sentido. Desde luego es poco original. Eso mismo lleva diciendo desde siempre la oligarquía. Hay una gran inconsecuencia en esa afirmación porque tanto se teme a la huelga como cómo para utilizar la represión. En el pasado y en actualidad. Si fuera inocua no se utilizarían tantos medios para satanizarla. Volvemos a los viejos tiempos: hacer huelga no es gozar de un derecho fundamental, sino un asunto de orden público. Por eso el Gobierno ha vuelto a residenciar en el Ministerio del Interior el tratamiento de la huelga y ha vuelto a poner al servicio de los empresarios las fuerzas de policía (pagadas con los recursos de todos) para proteger sus intereses. El estado de agitación de los policías en las calles recordaba el pasado franquista. La Ministra de Trabajo (perdón de Empleo) dijo hace poco que la reforma contralaboral se había hecho también porque la legislación de los convenios colectivos que había en España era de los años 40 (¡¡). En aquel tiempo la legislación del régimen del genocida Franco no reconocía a los trabajadores el derecho de negociación colectiva y por si acaso se les ocurría intentarlo regulaba muy bien la huelga: en el código penal como un delito de sedición. Parece que para la Ministra el periodo constitucional es un paréntesis de amnesia. Emergen los orígenes autoritarios que están en la esencia del PP. Pero cuando se recurre a la violencia, tanto por parte de los empresarios con las amenazas de represalias para quienes hagan huelga, como por el poder público, es que ha fallado la legitimación por argumentos razonados.
Los sindicatos, tras la durísima campaña mediática con intención de desprestigiarlos que no va a cesar, han demostrado con hechos su vinculación profunda con los trabajadores y con amplias capas sociales. Nadie en España tiene la fuerza de movilizar para la acción a tanta gente en todos los lugares del territorio. (Sigue en El gobierno del PP deslegitimado por la huelga, en el blog Desde mi cátedra).
Es un tema para seguir dándole vueltas, porque expresa uno de los grandes problemas que afectan a la sociedad española y en particular a su vitalidad democrática. El tema de la información y la libre difusión de ideas es desde luego un elemento crucial para el sindicato en su esfuerzo por hacer visible su programa de acción y su proyecto de reforma.
Pero es el momento de entrar en las vacaciones de Pascua tan merecidas después de estos dos´agitados últimos meses. Continuará no obstante, como no puede ser menos, la reflexión sobre tantos aspectos que plantea a la política y al derecho el impresionante seguimiento popular a la huelga general.
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