Tras la emocionante noche del 10 de julio, con la llegada a Madrid de los mineros desde Moncloa a la Puerta del Sol, la manifestación de la mañana del día 11 se convertía en una riada humana de apoyo y acompañamiento de todo Madrid a los mineros en defensa y apoyo de sus reivindicaciones. Sin embargo la prensa y la televisión sólo resaltarán los incidentes producidos al final de la marcha, las imágenes de las cabezas rotas y sangrantes, el humo de los botes y los fusiles lanzando pelotas de goma. Pero la jornada ha sido mucho más rica políticamente al permitir que a plena luz del día se pudiera comprobar la solidaridad de los habitantes de la ciudad de Madrid con los mineros y su problemática social y laboral, además de constituir un acto multitudinario de protesta por los últimos recortes sociales planteados esa misma mañana en el congreso por el Presidente del Gobierno.
A las once de la mañana la gente llegaba a la plaza de Colón por riadas, desde Recoletos y Atocha y desde Génova y Alonso Martínez. En el centro de la Castellana había ya una concentración inmensa de personas. El sol caía a plomo, pero allí estaban a millares. La corriente de personas se volcaba a cada minuto dentro del carril central y por los bulevares que lo rodean, más umbrosos y frescos. Viejos amigos se reencontraban o se citaban de antemano para poder hacerlo. Un grupo de ellos saluda desde la fotografía que abre esta crónica, y son suficientemente conocidos de los lectores para identificarlos. Todos recordaban la noche mágica e inolvidable de la llegada de la marcha minera. Y seguían andando con cientos y miles de personas que comenzaban un trayecto largo de casi cinco kilómetros.
Todas las naciones mineras, decía un cartel y se reflejaba en la cantidad de banderas, no solo autonómicas, que se enarbolaban por los protagonistas de la manifestación. "Vosotros sois los héroes / y no la selección", decían justo ayer por la noche tantas gargantas al unísono. "De sur a Norte / de Este a Oeste/ la lucha sigue/ cueste lo que cueste".
El día había comenzado muy mal, con Rajoy en el Congreso anunciando más recortes de desempleo, pensiones, salarios de empleados públicos, que se unían a la práctica supresión de la protección por dependencia de ayer. La gente comentaba esa nueva vuelta de tuerca y ponía en paralelo el rescate bancario y la degradación de derechos sociales y laborales con la que se compra el fracaso y el fraude del sistema financiero sin ninguna responsabilidad de sus directivos y administradores. La indignación era manifiesta. Y la presencia del conflicto. Algunos carteles hablaban de una "guerra social" causada por la agresión violenta de los mercados en la que las víctimas son los trabajadores y las trabajadoras.
El color de las camisetas más extendido era el negro, por supuesto, per también abundaba el verde, de la enseñanza pública y del mantenimiento del carbón. Aunque lo que más caracterizaba la manifestación no era los colores, sino los sonidos secos de los petardos y de los cohetes que explotaban en un cielo plenamente azul. Había en esta ocasión una participación muy interclasista de los asistentes, aunque tantos trabajadores y trabajadoras exhibían en marcha sus conflictos y sus problemas. Frente al Ministerio del Interior, al comienzo de la manifestación, los policías se exhibían con chalecos anti-bala, cascos (todavía en la mano) y las "defensas" bien presentes. Era sospechoso esa preparación anti-disturbios, pero la gente seguía fluyendo. Entre la multitud muchos nombres. Maruja Sánchez recién regresada de Bruselas, Bruno Estrada a punto de ser dado de alta, José Antonio Alonso acompañando a los mineros de Leön; Joaquin Aparicio agotando el tiempo antes de irse al CGPJ a resolver un concurso de acceso a magistrado; Jesus Perez con prisa para encontrar a compañeros extraviados; Juliano el Apostata (ma non troppo) de vacaciones. Y siempre el ruido de los petardos y mäs personas tapändose los oidos por el ruido.
La manifestaciön era imponente: las fotos hablan por si solas. Las cifras de la delegación de gobierno de Madrid son simplemente grotescas, como su intento de evitar que la marcha minera no pasara delante del palacio de la Moncloa. Añoranza del absolutismo. A la altura de Nuevos Ministerios; un grupo compacto de funcionarios se solidarizaron con la marcha: Con discreciön; corrïan las cortinas y miraban la manifestaciön las domësticas filipinas de las casas "de bien" de la zona, tan cercana a El Viso. Todos juntos; aunque a esas alturas ya muchos se habian ido retirando poco a poco; la riada humana que recorrïa la Castellana expresaba la solidaridad plena con los trabajadores y trabajadoras de la minerïa del carbön; apoyaban sus reivindicaciones justas exigiendo el mantenimiento de esa industria.
Pero frente a ese clamor popular; el Ministro que se denomina de Industria no ha considerado conveniente ni siquiera un gesto de cortesïa con quienes han recorrido España entera para hacer visible su problema; que es social y personal; y afecta a toda su existencia: Jose Manuel Soria; el hombre que quiere parecerse a Aznar; ha considerado que su Ministerio no podïa acoger a quienes han demostrado su capacidad de lucha y de reivindicacion de sus puestos de trabajo. Tampoco Rajoy ha mencionado en el Congreso el problema de la minería. Los quieren invisibles. Pero ahí están, con tantas personas al lado, demostrando que la lucha es posible y que su presencia hoy en el panorama político es innegable. Su problema tiene que solucionarse porque es posible y es necesario. Su talla se agiganta al mismo tiempo que decrece la de los gobernantes y su mezquindad grosera, que ignora las más elementales reglas de relación en democracia.
Comienza un nuevo ciclo de movilizaciones ante las nuevas medidas de desestructuración social. Lo han proclamado los secretarios generales de CCOO y de UGT. El 19 de julio es la siguiente cita. Permanezcan atentos a la página.
La seguimos, profesor, atentamente. Desde Brácana en tierras granadinas. Marcos Calero.
ResponderEliminarGracias ,por su apoyo a este mundo obrero,soy mujer de un minero que hace 20 años tubo que hacer lo mismo ,ahora el destino quiso que mi sobrino tubiese que hacer igual ,solo para pedir trabajo,parece que el señor soria le molestamos los mineros sera mejor importar el carbon cerrar nuestras minas y echarnos a pedir alas calles el recibimiento de las gentes fue enorme GRACIAS
ResponderEliminar