Parece que en esta ocasión la
huelga general del 14 de noviembre se afronta por parte del poder de manera
diferente a la que se efectuó el 29 de marzo de este mismo año que tenía como
objetivo el rechazo de la reforma laboral impuesta por el RDL 3/2012.
Por parte
del poder económico empresarial, confiando en que la altísima tasa de paro y de
temporalidad y el reforzamiento de los poderes empresariales para despedir y
castigar el disenso individual y colectivo sean suficientemente disuasorios de
la participación en la misma. Por parte del cada vez más concentrado poder
mediático – público y privado – insistiendo en lo irremisible de las políticas del
gobierno, señalando sus logros internacionales y repercusiones favorables en
los mercados – sin correspondencia alguna con la realidad – y preparando la
portada única - y la presentación de los
informativos - del día después que señalará, con todos los matices posibles,
aumentados y reiterados monocordemente por las sedicentes tertulias de expertos,
el fracaso sonado de los sindicatos y de la oposición en una medida que era
impopular y contraproducente.
Por parte del poder político, que
en definitiva es el interlocutor de la huelga convocada para exigir el final de
las políticas de austeridad y la realización de un referéndum sobre las mismas,
la respuesta es doble. De un lado, la respuesta descentralizada en función de
la correlación de fuerzas y el “talante” de los gobiernos autonómicos en
materia de servicios mínimos, procurando siempre tender a la continuidad del
servicio y a impedir que se visibilice por la población la interrupción del
mismo, es decir, la anormalidad en la prestación del mismo. Además de la
intervención autoritaria en sectores tecnológicamente punteros se utilizan fórmulas
de externalización y subcontratación de servicios y se hace un masivo empleo
del esquirolaje interno sobre la base del chantaje de los trabajadores
precarios. En este sentido, la idea del “servicio mínimo” como objetivo y no
como técnica se está extendiendo – sin capacidad de respuesta sindical por el
momento – a medios de comunicación escritos y audiovisuales públicos y
privados, así como al área de telecomunicaciones y sector bancario. Los nudos
centrales de la reproducción ideológica y monetaria no pueden detenerse por la
negación consciente y colectiva del trabajo que los alimenta.
De otro lado, el poder político practica
una mímica o comunicación no verbal a través de sus gestos. Que son todos ellos
gesticulaciones que quieren transmitir la ignorancia y el desprecio respecto de
la huelga y los huelguistas. Todo se lleva a cabo el día 14 de noviembre como
si no existiera una convocatoria de huelga general, por otra parte efectuada a
nivel europeo. No es un hecho relevante para la actividad administrativa ni
institucional. El gobierno no se refiere a ella, ni desde luego otros órganos
del Estado. Por eso en el Congreso de los Diputados se fija el debate sobre los
presupuestos, un debate central en democracia, para demostrar que enfrente no
hay nadie, ni los millones de huelguistas que los rechazan ni los millones de
votos de las fuerzas políticas (mal) representadas en el órgano legislativo, a
las que quiere obligar a ser cómplices de su política de invisibilidad del
conflicto. Lo que lamentablemente ha
conseguido con el partido socialista,
que estará presente - ¿para qué? – en el parlamento, ignorando esta formación
política el valor democrático de su ausencia en el pleno y la fuerza que esa
imagen gráfica provocaría en la opinión pública.
En otras latitudes el desprecio
del poder alcanza cotas de prepotencia. En Castilla La Mancha, por ejemplo, la
presidenta de la Junta de Comunidades – y secretaria general del Partido
Popular – convoca al Consejo de Administración de la Empresa Pública de Gestión
Ambiental GEACAM para ratificar los 2.200 despidos de los trabajadores de su
plantilla y la conversión de los restantes en trabajadores fijos discontinuos.
De esta manera, simbólicamente se afirma el principio de degradación de los
servicios públicos el mismo día de la huelga y se involucra a los sindicatos
miembros del Consejo de Administración en ello.
¿Cree realmente el poder político
que esa gestualidad produce resultados efectivos sobre la movilización
ciudadana? Sólo interesados en los resultados de las encuestas, es posible que
los miembros del gobierno estén moderadamente satisfechos con su ininterrumpido descenso en intención de voto
ante el estancamiento y caída de su rival bipartisan
y el ascenso de su incómodo socio nacionalista catalán. Pero deberían haber
aprendido que el circuito electoral es sólo una – aunque muy importante – de las
conexiones de la gobernabilidad de una nación, y que en España el proceso de
luchas y de desafección con las políticas del poder económico está muy avanzado
y conduce a espacios de resistencia y de contrapropuesta que cada vez más
exigen en el plano transnacional una nueva “ruptura democrática” en toda Europa
– como señalaba el Foro Social Europeo del fin de semana pasado – y la apertura
de un proceso constituyente en nuestro país. El desprecio por los derechos de
los ciudadanos se paga, no sólo electoralmente, y no hay capacidad por parte
del poder de reprimirlos ni de ignorarlos.
Radio Parapanda: Joaquín Aparicio explica que hay que ir a la huelga del 14-N por necesidad: ¡A la huelga!
Radio Parapanda: Joaquín Aparicio explica que hay que ir a la huelga del 14-N por necesidad: ¡A la huelga!
La mejor forma de combatir estos desprecios es sumarse activa y masivamente a la huelga. Frente a su desprecio nuestra dignidad democrática y ciudadana.
ResponderEliminarPainceira desde Vilagarcia, un saludo cordial
Totalmente de acuerdo.
ResponderEliminarAnselmo Lorenzo Jr.