La profunda crisis económica que
ha afectado a Europa y las medidas que las autoridades monetarias y políticas
europeas han puesto en marcha para combatir sus efectos, se han venido
generando desde una situación de excepcionalidad política.
No sólo es que el
lenguaje que acompaña a estas medidas se exprese en esos términos, sino que la
emanación de estas medidas y la imposición de las mismas a los países miembros en
dificultades para financiar sus deudas soberanas y para cuadrar el equilibrio
presupuestario se ha realizado fuera de los esquemas normativos del derecho
europeo, mediante orientaciones, informes o incluso cartas personales, y cuando
se ha formalizado el pacto de estabilidad y crecimiento, se han generado
mecanismos sancionatorios a través de una mayoría cualificada inversa que
resultan contrarios a los previstos en el Tratado de Funcionamiento de la Unión,
consolidado tan sólo en el 2008. Esta forma de proceder se ha trasladado además
a los países miembros, que reiteran en la aplicación de sus medidas un modelo
de gobierno basado en el que suministra la institución del estado de excepción
sin ninguna de las garantías previstas en este. En definitiva, la crisis y las
políticas de austeridad no sólo están demostrándose contraproducentes en cuanto
al objetivo declarado de impulsar el crecimiento, sino que se están generando
al margen de los mecanismos democráticos que dan sentido a la cultura política
europea.
Pero además de ello, y en lo que
respecta a sus contenidos, la política anti-crisis de la Unión Europea y las “reformas
estructurales” que ha impuesto, se caracteriza por una abierta hostilidad al
modelo social europeo y por la vulneración de principios básicos de regulación
de las relaciones laborales en una democracia social. Estamos en un mundo
global en el que la OIT ha acuñado el término de trabajo decente como trabajo
con derechos colectivos e individuales, y que proporciona un esquema universal
de respeto a derechos fundamentales tal como viene reconocido en su Declaración
de 1998. Nadie podría pensar que Europa, un territorio en el que la práctica
totalidad de sus países miembros – con la excepción del Reino Unido – tienen un
bloque de constitucionalidad construido en torno al reconocimiento de derechos
sociales y del principio de autonomía colectiva, y en donde se ha acuñado la
expresión del modelo social como una seña de identidad europea, fuera a partir
del 2010, un espacio “fuera de la ley” en el que se procediera a violaciones
masivas de los derechos laborales y de los estándares internacionales en
materia de libertad sindical y condiciones de trabajo. La vulneración de tales
derechos es directamente achacable a las políticas de austeridad frente a la
crisis y a las “medidas de reforma estructural” que estás han inducido en los
respectivos ordenamientos internos, pero se plantean jurídicamente como violaciones
de los compromisos internacionales asumidos por los Estados respectivos, que,
consecuentemente, han sido objeto de impugnación ante la OIT. Grecia primero,
Portugal después y España, han sido los países denunciados con más fuerza ante
esta organización.
Es en este contexto en el que el
Instituto Sindical Europeo (ETUI en sus siglas inglesas) ha convocado a los
juristas del trabajo de toda Europa a firmar un manifiesto para que la Unión
Europea respete y promueva los derechos sociales fundamentales especialmente en
lo que se refiere a las medidas adoptadas para combatir la crisis. El
manifiesto, redactado por un grupo de expertos que trabajan desde hace mucho
tiempo con el ISE - Niklas
Bruun, Klaus Lörcher, Simon
Deakin, Csilla Kollonay-Lehoczky, Isabelle Schömann – comienza recordando la legalidad
internacional que ha ido construyendo la OIT y las declaraciones de las grandes
reuniones de los países más ricos en el devenir de la crisis según las cuales
el crecimiento y la recuperación económica tienen necesariamente que apoyarse
en “la aplicación efectiva de los derechos laborales y sociales, asegurando el
respeto de los principios fundamentales y de los derechos en el trabajo” (Paris
2011) o en el “crecimiento de un empleo de calidad, es decir, creación de
empleos en el sector formal, con seguridad social, trabajo dignificado y plena
protección de derechos laborales” (Guadalajara 2012). Frente a ello, se subraya
el carácter anti-social de las medidas impuestas por la “troika” (FMI, BCE y
Comisión Europea), orientadas hacia la flexibilización de las relaciones
laborales como “modernización” de los derechos del trabajo nacionales, que en
algunos países han generado reformas drásticas sin diálogo ni negociación con
los interlocutores sociales, en especial con los sindicatos. En tanto que
juristas sociales y del trabajo, los firmantes del manifiesto subrayan las
nocivas consecuencias de estas reformas en dos grandes campos, el del “ataque
sistemático” a la negociación colectiva y la amplia desregulación de las relaciones
laborales con la liberalización del despido y el incremento del trabajo
precario, con la repercusión negativa que estas medidas han causado sobre el
empleo y los sistemas de protección social. De tal manera, se afirma con razón,
que las drásticas medidas de austeridad en su vertiente laboral conducen a “un
rechazo de Europa y de los valores
europeos”, además de otros efectos perversos como el incremento de la xenofobia
contra minorías étnicas e inmigrantes en varios países de la UE.
La situación es de extrema gravedad. Los juristas convocados por el IES
exigen a las instituciones europeas que se sometan a la legalidad y que adecúen
sus políticas a tres grandes principios fundamentales. En primer lugar, a los
valores afirmados en el Tratado de Lisboa de respeto a la dignidad humana, la
libertad, la democracia, la igualdad, el
principio de legalidad y el respeto de los derechos humanos, y la obligación de
trabajar por un desarrollo sostenible en Europa basado en un crecimiento
económico equilibrado y en la estabilidad de los precios, en una competitiva
economía social de mercado que conduzca al pleno empleo y el progreso social, y
a un alto nivel de protección y de garantía de la calidad del medio ambiente.
Además se recuerda que los derechos fundamentales recogidos en la Carta de
Derechos Fundamentales de la Unión Europea obligan a las autoridades europeas a
observarlos y garantizarlos en su normativa y en sus políticas. En particular
el derecho de negociación y de acción colectiva, incluido el derecho de huelga,
que debe ser interpretado a la luz de los Convenios de la OIT ratificados por
los estados miembros, a lo que obliga asimismo el art. 53 de la Carta de
Derechos Fundamentales.
Sobre esta base, los juristas firmantes urgen a los jefes de estado y de
gobierno a través del Consejo Europeo a garantizar, de forma clara y sin
ambigüedades, el marco legal vigente, con especial atención a la garantía de
los derechos fundamentales de los trabajadores y de sus representantes. La
forma de lograr este objetivo al que están obligadas las autoridades europeas y
nacionales no es subordinando los derechos sociales a las libertades del
mercado y la libre concurrencia, sino por el contrario reconociendo plenamente
los derechos fundamentales como pre-condiciones necesarias para reiniciar un
desarrollo sostenible y social de progreso en la UE y en cada uno de sus
Estados miembros. Un derecho del trabajo sólido y unos estándares sociales
altos desempeñan un papel crucial en el re-equilibrio económico, el
mantenimiento del poder adquisitivo y el fomento de inversiones en un trabajo
de calidad.
Al no hacerlo así, la llamada Troika y sobre todo la Comisión Europea
están quebrantando los elementos básicos del Modelo Social Europeo y el
espíritu de la Declaración de Filadelfia de 1944, reconocido como el principio
fundante de una civilización democrática. De esta manera, “el modelo social
europeo está padeciendo – virtualmente en silencio – su completa deconstrucción
y, últimamente, quizá su destrucción”. Concluyen el razonamiento con esta
pregunta: “¿Si se hunde el modelo social europeo, cuál puede ser el provenir
del proyecto europeo?”.
Mantener una Europa social es una obligación legal y debe por tanto
formar parte de las responsabilidades de sus gobernantes y orientar sus
políticas. Hacer lo contrario – como se está realizando en efecto – supone quebrantar
la ley y situarse al margen de los procedimientos democráticos y de la
legalidad internacional. Implica por tanto reconocer que las políticas de
austeridad carecen de validez democrática y no están legitimadas. Esta es la
conclusión implícita del texto que el IES ha movido entre los círculos
académicos europeos para suscribirlo y poder presentarlo a las autoridades
europeas. Su importancia simbólica va más allá de sus destinatarios primarios,
y debe ser utilizado como un texto serio y riguroso en apoyo de las posiciones
de los sindicatos y de los movimientos sociales que se oponen a la destrucción
del empleo estable y de los derechos a él asociados que está llevando a cabo en
Europa bajo la forma de una situación de excepcionalidad que deviene
permanente.
El plazo que se da para la firma del manifiesto es el 22 de enero de
2013, y para suscribirlo basta con mandar su adhesión a manifesto@etui.org.
A finales de enero, se
publicará la lista de adhesiones en la página del Instituto, como daremos
oportuna cuenta en su momento.
Ciertamente las "políticas de austeridad" no pueden vulnerar los derechos sociales. O quizás mejor dicho: - no deberían vulnerarlos. Por desgracia y como perfectamente dices; esas políticas están masacrando, machacando y desorientando a la ciudadanía europea. Nos encontramos sin duda en una sin razón que ni siquiera los expertos juristas se atreven a abordar con el rigor necesario para evitar o menguar el daño que se ha producido a la democracia y a las cartas magnas.
ResponderEliminarLa sostenibilidad de la U.E y al amparo de la OIT, de ninguna de las formas aguantará y por tanto la ruptura social será una realidad, creando ilogicamente el incremento del racismo y extremismos. Creo que tenemos que recordar que los seres vivos incluidos los humanos dependemos de ciertos instintos, entre otros el de territorialidad, instintos que en ocasiones nos convierten en seres irracionales.
Se están vulnerando los derechos inherentes a las personas a la DIGNIDAD del ser humano y a toda la sociedad por causas achacadas a las economías. Queda claro, los países se hacen ricos cuanto más libres son y se hacen ricos en conocimientos, cultura y se hacen ricos en calidad de vida.
Europa debe necesariamente cambiar sus políticas fascistas ya que estamos entrando en momentos y circunstancias represoras de esas libertades a las que me refería y debe hacerlo antes de que la SOCIEDAD se LEVANTE. Estos políticos no comprenden del hecho del DAÑO CAUSADO a toda una sociedad llena de conocimientos y ansias de LUCHA. Estos políticos se están enfrentando a la CLASE OBRERA. La historia nos indica que ese enfrentamiento a corto plazo produce guerras civiles. Guerras llenas de historias y tragedias.
En definitiva los políticos están OBLIGADOS A CUMPLIR CON LOS ACUERDOS, PACTOS Y LEYES y los jueces ESTÁN OBLIGADOS A SANCIONAR Y A CASTIGAR A AQUELLOS que legislan en el marco del ABUSO MAS CORRUPTO.
Gracias por el articulo, fue un placer leerlo.
Luis Carmona.