Comienza
en Toulouse hoy lunes 18 de marzo 2013, el 50ª Congreso de la CGT, el primer
sindicato en número de afiliados y de votos en las elecciones a los Conseils de
Prud’hommes de Francia, heredero de la organización que alumbró los principios
básicos del sindicalismo revolucionario en el Congreso de Amiens de 1906, y una
de las centrales antifascistas contra el régimen de Vichy y la ocupación
alemana. Su relación con el Partido Comunista Francés es la clásica en la
(vieja) tradición de los partidos de la II y de la III Internacional es sin
duda mejor conocida y siempre resaltada en los discursos de los media.
En este Congreso la CGT se
enfrenta a una situación política en la que la etapa ominosa de Sarkozy ha
dejado paso a la Presidencia de Hollande y a un gobierno socialista con amplia
mayoría en las cámaras que sin embargo no ha podido emanciparse completamente de
las políticas “del rigor” de la Unión Europea aunque haya realizado algunas
correcciones importantes sobre las imposiciones de la Comisión – como la de
rebajar la edad de jubilación aumentada por Sarkozy – o haya obtenido un cierto
consenso empresarial y (parcialmente) sindical a la aplicación de una fórmula
de flexiseguridad “a la francesa” en el Acuerdo sobre el empleo de enero del
2013, que precisamente la CGT, junto con FO, se negó a firmar.
Siguiendo una tradición muy
arraigada de transparencia económica, la Confederación sindical presenta sus “cuentas”
de forma pública. Sabemos así que sus ingresos anuales son 52, 5 millones de
euros por cotizaciones de sus afiliados; 6,2 millones de euros en razón de
subvenciones públicas (para la formación sindical general, además de a los Institutos
de Trabajo y al centro de investigación IRES, subvenciones reducidas por
Sarkozy en un 15%), 13 millones como compensaciones derivadas de su
participación en órganos paritarios de participación institucional, y, en fin,
900.000 euros en razón de “prestaciones comerciales”. En el 2012 declara
682.700 afiliados, con una progresión constante de afiliados – 30.000 a 40.000
en 4 años.
En este Congreso se produce un
cambio en la dirección muy relevante, pues el secretario general que ha
acompañado a la CGT en su confrontación cotidiana contra el sarkozyanismo, Bernard Thibaut, será sustituido por el
normando Thierry Lepaon, de 52 años de edad que proviene de
Moulinex – empresa en lucha de 1996 a 2001 contra su desaparición y cierre - y
que preside el grupo de la CGT en el Consejo Económico y Social francés (CESE).
Él aparece como un candidato de “consenso” tras las turbulencias derivadas de la
lucha por la sucesión de Thibaut, y
está apoyado por las grandes federaciones de rama.
La CGT parece querer reivindicar
una posición más crítica respecto al gobierno socialista, siempre situándose
desde luego en posiciones hostiles al Pacto del Euro y a la política de
austeridad dictada por el capital financiero y sostenida a sangre y fuego contra
las economías de los países periféricos, espacio del que Francia no forma parte
desde luego, a pesar de lo cual su economía se resiente. El lema central de
este congreso es el de recuperar un cierto “espíritu de conquista” por parte
del sindicato en la reivindicación de los derechos sociales.
En este sentido, el Congreso
inaugura una reivindicación original sobre un nuevo estatuto del trabajo
asalariado (NSTS), que se configura como una pieza indisoluble del
reconocimiento de la centralidad del trabajo en su dimensión humana, en su
aportación a la sociedad y a la creación de riquezas. La clave de esta
reivindicación es la de ganar derechos para los asalariados que no estén
exclusivamente ligados al empleo que ocupan en un momento determinado. Por eso
se inserta asimismo en una perspectiva de desarrollo económico duradero, que se
corresponde con un desarrollo de derechos sociales de alto nivel, y permite la
transformación de la condición salarial, elevando los derechos de los
trabajadores más allá del vínculo de subordinación con el empleador.
Como los derechos laborales
dependen del empleo (entendido como trabajo concreto, actual, efectivamente
realizado) y del tipo de empleador que tiene, además de la modalidad de
inserción contractual que el trabajador o la trabajadora posee en su relación
laboral, tanto en su vertiente individual como colectiva, con especial
incidencia en los derechos sindicales, el Congreso de la CGT reivindica un
suelo común de derechos individuales transferibles, garantizados colectivamente
y oponibles a cualquier empleador mediante el desarrollo de derechos
interprofesionales cualquiera que sea el contrato de trabajo. Los convenios
colectivos tendrían que suplir y completar este “umbral” de derechos, aportando
un “complemento profesional” (es decir la especificidad de la rama de
producción, del sector profesional) a este suelo consolidado de derechos
comunes. Por tanto el “estatuto” implica que cualquier trabajador o
trabajadora, desde el comienzo al final de su carrera profesional, tenga un
derecho a la continuidad y progresividad del salario, a la promoción y a la
formación profesional continua, aunque cambie de empresa o de rama de
actividad, por cualquier motivo que fuera. Para garantizar este, es
imprescindible reforzar la cobertura que brinda la Seguridad Social a la
pérdida de empleo, a las rupturas de la profesión entre dos empleos. Esta
cobertura debe ser eficaz frente a “la crisis, el paro y la precariedad,
utilizados como armas de destrucción masiva de los derechos laborales”.
Proteger a esos trabajadores y trabajadoras no es “corporativo” ni responde a la promoción de
aspectos “pasivos” o “negativos” del sistema de protección social, sino que
beneficia al conjunto del trabajo asalariado.
La CGT entiende que esta
propuesta requerirá necesariamente, para
su plasmación “un inmenso esfuerzo de producción reivindicativa para elaborar
junto con todos los asalariados y asalariadas de toda condición laboral, de
toda empresa, de todas las generaciones” que culmine en un impulso de conquista
dirigida y fomentada por el sindicato.
Bien interesante resulta la propuesta de la CGT para su 50º Congreso. El estatuto del trabajador asalariado no puede seguir estando condicionado al empleo, ni a la modalidad contractual de inserción a la empresa. Ess un paso firme hacia el reconocimiento del ciudadano-trabajador. Habrá que seguir el desarrollo y puesta en marcha del Nuevo Estatuto del Trabajador Asalariado.
ResponderEliminarGracias por la información, profesor
Esto de los ingresos, está bien, pero faltan los gastos, por ejemplo en sueldos, etc
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