El
titular de la bitácora hermana, Metiendo Bulla, y el diputado amigo
de ICV- EUiA Joan Coscubiela insisten en
que les gustaría encontrar en este blog un resumen
ejecutivo de los últimos acontecimientos italianos. El curso de las cosas y
de los acontecimientos han sido narrados, de la manera en qué sabemos, por los
principales medios de comunicación españoles, de forma que lo que se pide es
más bien una “interpretación” de los hechos, acto complejo y propio del oficio
del jurista que en el presente caso es previsible que coincida con lo que todos
piensan: La izquierda italiana se encuentra en un laberinto del que no sabe
salir, no encuentra el hilo de Ariadna que se lo permita. Y eso es una mala
noticia para toda Europa.
El 25 de abril es una fecha
emblemática para Italia. El día de la liberación de Italia del nazifascismo es
celebrado de forma solemne en todas las ciudades, con especial significación en
las ciudades del centro y norte en donde la resistencia partisana fue más
intensa y la pérdida de vidas más prolongada. Este año en Milán – liberada
precisamente el 25 de abril de 1945, cuando se proclamó por la radio la huelga
general contra la ocupación alemana y la insurrección general, la toma de todos los poderes por el
Comité de Liberación de la Alta Italia y la condena a muerte de todos los
jerarcas fascistas – más de cien mil personas han llenado la plaza del Duomo y
han escuchado a la presidenta de la Cámara de los Diputados, Laura Boldrini afirmar que es la fiesta
de la República, basada sobre los valores que han animado a hombres y mujeres
de la Resistencia, la fiesta de los italianos libres. A su vez en Marzabotto,
pueblo de Bolonia en donde se produjo en septiembre de 1944 una terrible
masacre de la población civil por obra de las Waffen SS, la secretaria general de la CGIL, Susana Camusso y el presidente del Senado – ex fiscal anti-mafia – Pietro Grasso, concentraron a una
muchedumbre hablando de la unidad en torno a los valores de la Resistencia. Hoy
esos valores están representados por el antifascismo y el anti-racismo, pero
también, como sucede desde hace ya un largo tiempo, en lo que se podría llamar
anti-berlusconianismo en el sentido de rechazo a una forma de política inserta
en la corrupción y los negocios y en la decidida hostilidad a los valores
igualitarios y democráticos presentes en la Constitución italiana. Ese es el
punto de partida del pensamiento de la izquierda italiana.
El desarrollo de las cosas ha
hecho que la reflexión sobre las raíces de la democracia italiana del 25 de
abril, sea una reflexión amargada por la conciencia de que la indicación dada
por los electores en la cita electoral de marzo, se ha visto desviada y
confundida a través de un proceso sobresaltado y convulso que ha llevado al
vencedor de las elecciones y secretario general del Partido Democrático (PD) a
su derrota política y a la correspondiente dimisión de la dirección del Partido
y a la formación en fin de un gobierno de “amplio acuerdo” en el que el delfín
de Berlusconi y ex ministro de justicia en su gobierno, se ha convertido en
ministro del interior en un ejecutivo que recoge a las tendencias políticas de
derecha, centro y centro izquierda. Como quería el eje Frankfurt – Bruselas.
Cómo había anunciado el presidente Napolitano
ya antes de ser re-elegido como última oportunidad del proceso de designación
del nuevo Presidente de la República y como había exigido en su discurso al
Parlamento, como nuevo presidente. La opción que sin embargo se había derrotado
en las urnas y que la coalición vencedora PD-SEL había negado de forma
coherente con el voto recibido.
El Partido Democrático no es un
partido socialdemócrata en su origen ni en su formación, y las turbulencias de
su (re)fundación incluyen la presencia de una componente católica progresista
junto con las distintas familias post-comunistas del ex PCI y luego del ex PDS y más tarde ex DS, y con
social - liberales de varia condición. No ha sufrido por tanto la misma crisis
ideológica de los partidos socialistas, aunque integre el grupo europeo de la
“Alianza de Progresistas y Demócratas” en el que se da cita la socialdemocracia
de la UE. Tiende a presentarse como el sujeto político que representa a las
clases medidas progresistas italianas, con algunos problemas de identidad
respecto de la clase trabajadora, que para algunos de sus líderes, sostiene
exigencias demasiado fuertes y comprometidas. “Los sindicatos no son mis amigos
del alma” ha declarado al periódico “El País” un líder en alza del PD y
perdedor de las primarias frente a Bersani,
el alcalde de Florencia Matteo Renzi.
Esa indeterminación ideológica en
sus orígenes paradójicamente podría ser una ventaja para el PD, que avanzaría
un proyecto más flexible en función de la coyuntura histórica, teniendo en
cuenta que estamos en un momento en el que la política de austeridad en Europa
está demostrando su carácter esencialmente injusto y desigual y ha generado una
profunda erosión de la legitimidad de la gobernanza económica. La movilización
social extensísima en el sur de Europa pero sostenida sin ambages por el
sindicalismo europeo y por la todavía exigua izquierda política de los países
meridionales, está empujando hacia la
izquierda a los partidos socialistas en la oposición. Por eso el PD se
encontraba en mejores condiciones para afrontar los retos de una política
europea en la que pudiera ser posible una reformulación de los términos de su
relación con Italia, el ritmo del crecimiento y la progresiva anulación del
alto porcentaje de endeudamiento, entre otras cosas porque, salvo los pequeños
períodos de presencia en el gobierno con Romano
Prodi, la administración y la “gobernanza” previa a la crisis y la
efectuada durante la misma, corresponde al centro – derecha de la coalición
liderada por Berlusconi.
La realización de las primarias
en febrero no sólo supuso un momento intenso de dinamización democrática en su
interior, sino la afirmación de una política de reformas en la que la
regulación del trabajo con derechos y la ampliación y desarrollo de los
derechos de libertad constituían el eje de su actuación. La alianza de Bersani con Vendola situaba al PD en una línea de cambio respecto de la
indicación “técnica” pro-austerity del
gobierno Monti y en oposición neta a la presencia del PdL de Berlusconi. Es cierto que la coalición
electoral del PD – SEL no obtuvo un claro apoyo electoral, refugiado el voto
antieuropeo y anti-partidos en el M5S, que se llevó por delante asimismo a la revolución civil de Ingroia, pero el sistema electoral le dio la mayoría absoluta en la
Cámara de Diputados y un porcentaje importante en el Senado. La defensa de un
gobierno articulado en torno a ocho puntos de reforma, obstinadamente contrario
a una “gran coalición” o de “amplio acuerdo” que contara con el apoyo de Berlusconi, no obtuvo el apoyo del M5S,
y en el largo proceso de nominación de presidente de la república, bajo una
fuerte presión, el error de proponer a Marini
fue luego subsanado por el nombre de Romano
Prodi, que no pudo agregar los consensos suficientes de los grandes
electores ante todo porque más de cien diputados o senadores del PD no le
votaron, en un posible ajuste de cuentas entre las distintas corrientes –
católica y comunista – del PD, que puso de manifiesto la “feudalización” en
distintos “barones” del PD o la “libanización” de sus facciones en lucha entre
sí. Por último, tampoco Bersani tenía
fuerza en el interior de su Partido para asumir la propuesta de M5S sobre Stefano Rodotà, de forma que el recurso
a la re-elección del Presidente era obligada, y la suerte del secretario general
coherentemente dimisionario, echada. Como escribe Antonio Lettieri, en la
revista Eguaglianza e Libertà, http://www.eguaglianzaeliberta.it/articolo.asp?id=1612
éste asume lealmente la pena de ostracismo con el que se castigaba la derrota
de los generales griegos, y su nombre se olvidará pronto.
El fracaso es desde luego
responsabilidad del propio PD y de sus facciones en guerra civil larvada, pero
en su desarrollo ha tenido también mucha importancia la posición del M5S, que pese
a algún conato de convergencia, como el que ha permitido elegir a
personalidades claramente de izquierda y progresistas, alejadas de la “casta”
política tradicional, para los cargos importantes de presidente de la Cámara y
del Senado – convergencia ferozmente criticada por Grillo -, se ha mantenido siempre contrario a llegar a cualquier
acuerdo de programa con el PD. La oferta de Rodotà como presidente, ha sido realizada y mantenida sobre la base
de que no sería aceptada por el PD y en consecuencia se podría demostrar la
incapacidad de éste para romper el círculo vicioso que desde hace tiempo le
tiene recluido en la política del “partido único” que aplica la austeridad
devastadora de Europa y se nutre parasitariamente como “casta política” de
todas las energías personales y económicas de los ciudadanos y ciudadanas
italianas. Es la misma línea de pensamiento que ha permitido decir al garante
del movimiento, en un remake de la
conocidísima canción de Francesco
Guccini, Dio è morto, que “el 25
de abril ha muerto” por la dictadura de los partidos y la connivencia entre la
izquierda y la derecha, entre el capital y el golpismo. Grillo se
siente cómodo vaticinando la “esencial semejanza” entre la izquierda y la
derecha – pe-de-menos-ele, como le gusta denominar al PD, subrayando la
identidad con el partido de Berlusconi, PdL – como una profecía que ayuda a
cumplir negándose a cualquier pacto que permitiera la formación de un gobierno
de reformas. Confía así en continuar atrayendo a una parte de la base social
del PD y superarle en votos y escaños en las siguientes elecciones. Las
encuestas aseguran ya el desbordamiento del PD por el M5S. Pero las últimas elecciones
regionales en Friuli han mostrado el alza impresionante de la abstención.
Esta actitud política / antipolítica
no tiene en cuenta que con ella no se ha
obtenido ningún resultado tangible en relación con el propio programa y con su
peso electoral. Ni ha logrado imponer un nombre para el Presidente de la
República, ni ha obtenido la presidencia de ninguna comisión parlamentaria, ni
tampoco ha obtenido la promesa – que recogían los ocho puntos de Bersani – de una nueva ley electoral y
de reformular la financiación de los partidos. Al contrario, con el nuevo giro
que han dado las cosas, es muy probable que la reforma institucional – que ha
correspondido a un berlusconiano en el nuevo gobierno – vaya en una dirección
plenamente contraria. Como explica Antonio
Lettieri en el artículo citado en Eguaglianza
e Libertà (“Berlusconi for ever” http://www.eguaglianzaeliberta.it/articolo.asp?id=1612)
se está planteando una posible reforma del sistema de elección del presidente
de la república por sufragio universal a través de un sistema de doble turno o ballotage a la francesa, que es una
aspiración mantenida con insistencia por Berlusconi
y que ve con agrado una parte del PD. Ese “semi-presidencialismo” ha sido
revalorizado tras las dificultades para encontrar un nombre que pudiera
concitar el consenso de los grandes electores parlamentarios, y por la propia
actitud muy intervencionista de Napolitano
en su re-elección, al punto de que el gobierno actual ha sido realizado a
iniciativa suya directa. La reforma anti-parlamentaria y pro-presidencialista
no acabaría allí, sino que se extendería al régimen de elección de las cámaras,
importando así el sistema francés de circunscripciones únicas con doble turno,
que forzaría el bipartidismo y permitiría liquidar el poder electoral del M5S y
su presencia parlamentaria decisiva. Grillo
critica con razón que un cuarto de los electores – sus votantes - sean considerados ahora, con los “grandes
acuerdos”, como si fueran “extraparlamentarios”, o, más gráficamente,
“intrusos, perros en la iglesia, terceras personas incómodas”. Pero el
“garante” del movimiento no ignora que en gran medida esta situación a la que
se ha llegado es la que él había profetizado y había ayudado a materializarse,
y que, como ha señalado Rodotà,
cuando se llega al Parlamento, es para hacer uso de esa posición, y está inédito
aún el uso de ésta por el M5S.
Con el nuevo gobierno, está por
ver cuál será su plan de actuación respecto de los derechos derivados del
trabajo. El nuevo ministro forma parte de los “diez expertos” – todos hombres –
que el Presidente Napolitano escogió
para que le asesoraran e hicieran propuestas institucionales cuando retiró a Bersani el encargo de formar gobierno,
y es el presidente del Instituto de Estadística italiano, el ISTAT. Aunque la
capacidad de mediación entre la política europea del rigor y sus “reformas de
estructura” y la regulación concreta de las relaciones de trabajo en Italia es
mucho mayor que la que se da en España, parece darse por supuesto que las
reformas introducidas por el gobierno “técnico” de Monti – la ley Fornero y
su muy criticada reforma del art. 18 del Estatuto de los Trabajadores sobre el
despido – son intocables. No es por tano seguro que pueda aplicarse el programa
de reformas que planteaba el non-nato gobierno Bersani, del que se puede ver una amplia referencia contextualizada
en el artículo de Luigi Mariucci, “La
agenda deseable: ideas para una nueva fase del derecho del trabajo”, que
publicará Lavoro e Diritto en su fascículo
2 del 2013, y que llevaba consigo
compromisos muy señalados en materia de representación sindical y participación,
creación de un subsidio de desempleo para quien busca trabajo y la “desfiscalización”
del trabajo de duración indefinida, además de la reforma y racionalización de la
complicada legislación de empleo – “sobre el mercado de trabajo” – y una reformulación
del sector público y del empleo público en términos de impulsar su plena laboralización.
En cualquier caso, tampoco este programa tenía entre sus objetivos la nueva modificación
del sistema de despido y de sus efectos que había llevado a cabo la reforma del
2012.
La incapacidad del PD de
encabezar un cambio, devorado por sus propias facciones y por una política sectarizada y fraccional – en donde
los italianos vuelen a ver las señales de la casta de los políticos que vitupera el M5S – ha sido contestada por las
bases y los votantes del Partido, que han organizado la ocupación de las sedes
del PD y frecuentes concentraciones delante de las mismas. La formación del
gobierno Letta (vicepresidente del PD,
no se olvide) ha confirmado el giro hacia posiciones que se reputan contrarias a
las que triunfaron en las primarias del PD y luego en las elecciones generales.
“La respuesta que da la política al país, es equivocada”, ha dicho el
secretario general de la FIOM, Landini,
se requiere un gobierno que reformule los vínculos con Europa y que invierta en
la recuperación económica con el fortalecimiento de lo público y que a la vez
vuelva a configurar un esquema regulativo del trabajo con derechos individuales
y colectivos. Para ello no es posible acomodar a dos fuerzas políticas que se han
presentado a las elecciones con programas diferentes y opuestos. La
convocatoria de una manifestación nacional en Roma el 18 de mayo y,
previamente, el 30 de abril, un macro-acto en Bolonia sobre “Trabajo y
Bienestar para ser ciudadanos europeos”, en donde se presentarán las propuestas
de la FIOM para un modelo social diferente, al que asistirán prácticamente
todos los exponentes de la izquierda política, incluida la izquierda del PD: Fabrizio Barca, Sergio Cofferati, Marco
Revelli, Stefano Rodotà, vuelve a plantear por tanto la necesidad de
recuperar esa perspectiva de cambio y de
reformas. Lo dice el slogan de este
acto: “No podemos esperar más”. Aún es pronto para ver en este acto un inicio
de una nueva coligación de fuerzas con vistas a un próximo escenario de
elecciones, pero sí cabe interpretarlo como una nueva posibilidad de que la izquierda
italiana encuentre el hilo de Ariadna que le permita salir de su laberinto. A todos
y a todas nos interesa.