martes, 22 de abril de 2014

DESCONECTADO







Un tiempo desconectado, como se dice en el texto. En un lugar sin conexión. (La foto del titular del blog en estas vacaciones, con un peinado que recuerda a Anasagasti, da cuenta del tiempo de ocio pasado).




Durante más de una semana, aprovechando el período de las vacaciones de Pascua, he estado desconectado. Es decir, sin conexión a internet, pero tampoco con televisión, radio, periódicos. Una experiencia insólita en este siglo XXI. Mi móvil es de un modelo Samsung que tiene escasa capacidad de almacenamiento – al menos eso me dijo una experimentada vendedora de los llamados consumibles en Media Markt de Sevilla (yo no soy tonto) – y por tanto no acoge noticias ni páginas web, ni yo las frecuento desde ese aparato. Así que unplugged, lo que también quiere decir out of order.

Pero esa situación permite otros abordajes. Además de los que todos pueden suponer – descanso, paseos, vida sana al aire libre, degustación de la gastronomía local y de los caldos de la tierra – se abren otras dimensiones dentro de la dimensión del ocio desconectado. Luis García Montero dice que en las vacaciones se recorren carreteras y se descubren bibliotecas. No ha sido para tanto en este caso, pero he frecuentado la ciudad de Shanghai de la mano de un policía erudito buscando a un asesino en serie en torno a un vestido mandarín de seda roja, conociendo a la vez las peculiaridades  gastronómicas de la cocina china, especialmente las que se basan en apreciar el gusto exquisito del animal que sufre, gambas, tortugas, pescados. También he visitado Nagoya y Tokio, siguiendo a un grupo de amigos adolescentes que excluyen de manera abrupta a uno de entre ellos, que tiene que remontar el curso de su historia – y de las historias que encierra – para intentar explicar su autismo sentimental y afectivo. He estado asimismo en Buenos Aires, acompañando por sus calles a un inspector de policía amante del tango y del violín mientras descubría el misterio de un cruel asesinato cometido por error. Y finalmente, he recalado en Sudáfrica en la década de los setenta del siglo pasado, reconstruyendo a partir de cinco relatos de personas que lo conocieron, la vida y la presencia de un escritor en sus orígenes, un personaje que expresa con toda la ambivalencia y antipatía un pasado – su pasado – que declara extinguido, muerto.

Así que no pude celebrar el 14 de abril. Y el sábado 19 me sobrecogió la fotografía de Gabriel García Márquez en la portada de “El Pais” que se destacaba entre los periódicos locales en un colmado en la playa. Volví por tanto a recordar, como un homenaje íntimo seguramente compartido por millones de personas, aquella tarde remota en la que el padre del coronel Aureliano Buendía le llevó a conocer el hielo, y ya en Madrid, anoté el párrafo que mis amigos mexicanos Oscar Alzaga y Guadalupe Cortés resaltaron en la carta que nos enviaron a tantos amigos como forma de comunicar su tristeza por la muerte de ese gran escritor y compañero de luchas, el que señala que  “… en aquel momento estaba descubriendo los primeros indicios de su ser (…) persiguió los caminos ocultos de su descendencia (…) estaba previsto que la ciudad de los espejos (o de los espejismos) sería arrasada por el viento y desterrada de la memoria de los hombres (…) porque las estirpes condenadas a cien años de soledad no tenían una segunda oportunidad sobre la tierra”. 

Y ahora ya de regreso a la normalidad productiva, lo primero que llama la atención es la gran cantidad de mensajes agolpados en el buzón durante esos diez días. Demasiados. Y un largo tiempo para clasificarlos, eliminando unos cuantos, responderlos. Entre ellos otra noticia luctuosa, la muerte del gran maestro uruguayo Hector Hugo Barbagelata. Los amjgos y las amigas de la Universidad de la República están de luto, y nosotros con ellas y ellos. En general todo el derecho del trabajo latinoamericano.

Finaliza abril. El viernes, una fecha emblemática. El 25 de abril italianos y portugueses festejan la derrota del fascismo. En Italia un triunfo armado a lo largo de una verdadera guerra civil entre demócratas y fascistas, en Portugal a través del Movimiento de las Fuerzas Armadas y el pueblo en las calles. MFA/Povo, O povo/ MFA. Nosotros en España no celebramos la derrota del franquismo. Nuestros militares demócratas, los miembros de la UMD, siguen sin tener una reparación adecuada. Y ni siquiera la Ley de Memoria Histórica ha servido para localizar a los asesinados y desaparecidos por el franquismo y la guerra civil. Al juez que intentó abrir esta posibilidad se le ha procesado por prevaricador. Los símbolos franquistas se consideran adornos históricos según algunas autoridades públicas del Partido Popular que gobierna en mayoría en tantos territorios del Estado español. No tenemos un 25 de abril.

Estamos ya en la cuenta atrás para Europa. El bipartidismo está amenazado, se dice y se insiste y por eso todo se pone en marcha para reforzarlo. Mediáticamente, ideológicamente, negando cualquier resquicio a las opciones diferentes. Hasta conseguir que se encastille en una pérdida de votos pero no de mayorías suficientes. Para seguir “las normas”, como dice el ministro alemán de finanzas, es decir, para continuar con las políticas de desigualdad y de reducción de derechos de ciudadanía. En gran medida el discurso sigue girando contra el discurso dominante – que tiene versiones bien diferentes en su aplicación interna – pero no es capaz de presentarse por el momento como una narración propia que sustituya aquél.  Esta cierta incapacidad de presentarse como alternativa real y propia debilita la posibilidad electoral de construir esa alternativa.

El tercer trimestre. Eso se decía antes de Bolonia. En este año realmente queda un mes de curso escaso. Para los detractores de la enseñanza pública, una prueba del escaso trabajo de sus profesores. Para los profesores, el tiempo burocrático más acuciante. Exámenes, corrección de textos, revisión,  preparación y lectura de los trabajos de fin de grado y de fin de master, reunión de departamento, programación del siguiente curso, espacio para terminar algún trabajo de investigación en curso o un artículo para publicar en revistas de impacto, renovación de contratos, presencia en tribunales calificadores. El calendario de compromisos llega hasta el 25 de julio. Y el curso vuelve a comenzar en la primera semana de septiembre. Todo en una universidad sin recursos, especialmente castigada como enemiga del poder público, sospechosa siempre de alimentar el espíritu crítico y la capacidad de pensar autónomamente. 

Es decir, otra vez conectado. A ver qué pasa, como diría un castizo.


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