Es 25 de abril y para dos países vecinos, Italia y Portugal, es ésta una
fecha que evoca la liberación de sus respectivos pueblos de la dictadura. Han
pasado 41 años de la revolución de los
claveles que termino con la dictadura salazarista. 70 años de la liberación
italiana contra el domino nazi-fascista. En España no podemos encontrar una
fecha semejante.
Para muchas personas de mi generación, el 25 de abril está asociado a la
relación entre el pueblo y el movimiento de las fuerzas armadas que en ese día,
al oir por la radio la canción de José
Afonso Grandola vila morena, dieron
forma a una de las revoluciones más hermosas y prometedoras del viejo
continente. En especial para España, donde veíamos cómo el franquismo se deterioraba
y corrompía aun manteniendo cotas muy altas de represión y violencia. Y el 25
de abril italiano era una referencia entonces frecuente a los cantos de la
resistencia que unían, a entonar Bella
ciao y aprender la letra de esa hermosa canción partisana.
Hoy el 25 de abril en Portugal se ha conmemorado discretamente por las
autoridades de la república y los líderes políticos que se preparan para unas
próximas elecciones. Es significativo que la derecha gobernante (PDS y CDS-PP)
hayan elegido esta fecha para dar a conocer que se presentan en coalición a las
elecciones generales, para poder hacer frente a lo que las encuestas afirman
respecto del ascenso del PS en torno a su nuevo candidato y secretario general,
Antonio Costa. Éste ha celebrado el
25 de abril cerca de Grándola, y ha recordado que en el 2015 como sucedió en
las primeras elecciones legislativas de 1976, el voto de los ciudadanos y
ciudadanas portuguesas vuelve a ser un arma de lucha. El Partido Socialista
portugués ha experimentado un giro a la izquierda muy interesante, sobre la
base de encontrar la sostenibilidad económica al cambio político, que lo
concreta en el impulso al desarrollo y a la incentivación de la economía a
través del aumento de la renta salarial, y la priorización de la educación en
el centro de las políticas públicas, el fortalecimiento de la seguridad social
y la revalorización de las pensiones.
Un cambio de gobierno que pretende cambiar la política, lo que será
especialmente relevante ante el punto central de las políticas europeas sobre
la austeridad que hoy en día está constituido por la actitud de los estados
nacionales europeos que secundan la posición alemana frente a Grecia. En las
últimas negociaciones, que han permitido al gobierno griego ganar otros cuatro
meses, pero manteniendo todavía abierta la discusión sobre las medidas que debe
adoptar para obtener el flujo de dinero imprescindible para responder ante el
plazo de las grandes amortizaciones de la deuda en julio y agosto, el gobierno
portugués, junto con el gobierno español, han sido los más agresivos contra la
posición resistente del gobierno de Syriza. La irritación española – que algún
diario como El Pais la hace extensible a todos los países de la zona euro en un
titular extraordinariamente tendencioso “Europa estalla con Grecia” – está
justificada porque el nuevo plazo de negociación, aunque reducido sobre la
propuesta griega de seis a cuatro meses, permitirá conocer los resultados de
las elecciones municipales y autonómicas en nuestro país, y por tanto verificar
el cambio de orientación política de la mayoría de la ciudadanía, volcada en el
rechazo de las políticas de austeridad con la consiguiente pérdida de
legitimidad de las posiciones del gobierno de Rajoy.
25 de abril también en Italia, aun en estado de schock tras la tragedia
reciente del canal de Sicilia y la terrible imagen de la muerte de cientos de
inmigrantes en el mar. Los setenta años de la derrota del nazifascismo son
conmemorados de manera amplia, y posiblemente más sincera que en la época en la
que Berlusconi era el presidente del
gobierno. En ese país, la lejanía que da el transcurso del tiempo no ha diluido
la importancia simbólica de la fecha de la liberación. Se sigue entendiendo que
el antifascismo es el fundamento de la democracia y la clave de bóveda que
sostiene la constitución republicana. En este año, el conflicto vivido en
Palestina ante la ocupación israelí de sus territorios y el rechazo de la
actitud de Israel y sus crímenes de guerra por parte de varias organizaciones
partisanas, se ha proyectado sobre la celebración del 25 de abril, y la brigada
hebrea no ha desfilado en la manifestación que se ha desarrollado en Roma. Pero
lo esencial de la reivindicación de la resistencia y de la liberación del
fascismo y de la ocupación nazi se sigue proyectando sobre el sistema
democrático italiano del que constituye su ADN. Lo reconocen las altas
magistraturas del Estado – la presidenta del Congreso canta Bella ciao junto al presidente del
parlamento europeo – y hasta el siempre ambiguo Matteo Renzi lo reafirma poniendo el énfasis en el relevo
generacional: En Italia ocupa ahora su lugar en la historia una “nueva
generación Bella ciao”.
Mientras tanto en España, la exigua ley de memoria histórica ha sido
silenciada e ignorada por el poder público, y el fascismo se considera simplemente
como una etapa inicial - rechazable por
excesiva - de un régimen político simplemente autoritario que supo evolucionar
a una democracia. En España no tenemos un 25 de abril que simbolice la derrota
del fascismo, y la fecha más aproximada, el 6 de diciembre, ha sido abducida
por la narración dominante de la transición otorgada y concedida como etapa
natural de desarrollo. Reivindicar el antifascismo como pre-condición de la
democracia sigue siendo entre nosotros un modo de enfocar la política que marca
la diferencia y posibilita situarse en un campo de acción muy fértil y
prometedor del cambio político que se pretende. Festejemos pues el 25 de abril de nuestros pueblos hermanos,
recordando que la derrota del fascismo y del autoritarismo social y político
que le caracterizaba es el fundamento de un sistema democrático que se quiera
reconocer como tal.
Añado un interesante dato comparativo entre España y Portugal encontrato en una relectura reciente de la Historia de España, de Pierre Vilar (edición de febrero de 1978). Refiriéndose a la primera fase de la "Transición" dice:"Los incidentes sangrientos fueron numerosos (asesinato, en pleno Madrid, de cinco abogados de Comisiones Obreras; disparos sobre las masas en Vitoria y persistencia de los atentados individuales por parte d ela fracción militar de ETA). La situación revolucionaria de Portugal había ocasionado muchos menos muertos". Pues eso.
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