La campaña por el No (Oxi) en Grecia entra
en su recta final. Nunca se ha hablado tanto de un pequeño país como es Grecia
hasta estos días, cuando su gobierno ha desplazado el centro de gravedad del
debate de las políticas de austeridad a la dimensión política – democrática de
la decisión popular.
En este contexto, los discursos en
presencia juegan en dos campos. A favor del sí, desacreditando por una parte la
postura del gobierno griego como irresponsable, insostenible o, como diría
nuestro presidente de Gobierno, “poco serio”, señalando en última instancia que
quien tiene una deuda debe pagarla, y fundamentalmente señalando las consecuencias
terribles de la opción por el No, que sería la vuelta de la dracma y el
aislamiento del mundo económico y del consumo, es decir, la exacerbación del
miedo a las consecuencias de una decisión plebiscitaria que haga cumplir el
programa con el que Syriza resultó elegido en enero de este año.
A favor del No se posicionan los
planteamientos que entienden indisociable la noción de democracia política y
social y compromiso europeo, de forma que el resultado de las políticas de
austeridad no puede conducir a la degradación de la dignidad de las personas,
la aniquilación de sus derechos y la consolidación de situaciones de emergencia
humanitaria en un país extremadamente castigado por estas políticas desde 2010.
La necesaria re-estructuración de la deuda y la obtención de un acuerdo de
sostenibilidad que recoja las muy razonables propuestas del gobierno griego son
las consecuencias de la victoria del No en el referéndum, una decisión que
fortalece al gobierno griego y permitirá llegar a un compromiso equilibrado.
Pero además en el referéndum griego se
está jugando – como señalaba Antonio Lettieri ayer en este mismo blog – “ que
por vez primera un estado miembro pueda condicionar o cambiar la política de
austeridad hasta cancelar sus aspectos más irracionales”, y en ese envite se
juega mucho la izquierda alternativa europea y la propia reorientación de
algunos exponentes - cada vez más
significativos- de la socialdemocracia europea, como lo que se ha manifiestado
en la disidencia frente a la votación de la gran coalición europea en el TTIP.
Uno de los sujetos más involucrados en la
necesidad de esta salida es el movimiento sindical. Sin embargo la reacción del
mismo no ha estado a la altura de lo requerido. La Confederación Europea de Sindicatos
no ha convocado de urgencia a su secretariado para seguir el proceso y lanzar
una señal de solidaridad activa con el proceso griego. En su comunicado de
comienzos de semana, la CES, por boca de su Secretaria General, ha advertido de
los riesgos de expulsar a Grecia del euro – lo que coincide con el argumentario
del miedo que se maneja por los partidos de la oposición griega- aunque afirma,
taxativamente que “la UE y el Fondo Monetario Internacional tienen que dar
muestras de una mayor flexibilidad y alcanzar un compromiso con Grecia que
incluya una reprogramación y un alivio de la deuda, así como financiación para
las emergencias sociales y la recuperación de la inversión”. Pero la dimensión
política y democrática del referéndum y la apuesta de la CES por los
partidarios del No, no se hace tan explícita a partir de estos comunicados
oficiales.
Desde ese punto de vista, la solidaridad
sindical con Grecia se ha desarrollado a través de las respectivas centrales
sindicales nacionales, que han concurrido en muchos supuestos a las
convocatorias políticas en solidaridad con Grecia y por el apoyo al No en el
referéndum que se han ido realizando en toda Europa a lo largo de esta semana.
El sindicalismo español, como el portugués y el italiano – la CGIL – se han
volcado en este apoyo, pero sin embargo no ha sucedido así en otros países
europeos.
Sucede sin embargo que algun hecho de
solidaridad muy significativo no ha sido recogido por los medios de
comunicación, justo por su carácter emblemático. Lo ha contado Bruno Estrada en Los
trabajadores alemanes solidarios con Grecia, al dar a conocer que el martes
pasado 30 de junio, Reiner Hoffman,
el presidente de la DGB alemana, y Yannis
Panagopoulos, Presidente de la Confederación Sindical de Grecia (GSEE)
firmaron un comunicado conjunto que pone de manifiesto como los trabajadores,
por encima de las fronteras nacionales, apuestan por la solidaridad, en el que
se reconoce:
·
El
derecho democrático inalienable del gobierno griego de Syriza a convocar el
referéndum del próximo 5 de julio. Y en este sentido instan a las autoridades
acreedoras a ampliar el segundo paquete de rescate hasta que se conozca el
resultado del referéndum. Incluyendo un aplazamiento de los reembolsos al FMI.
·
Que
solo es viable un acuerdo que ofrezca una solución sostenible a la deuda
griega, sobre la base de un plan de inversiones para el crecimiento, un
superávit primario sostenible y el empleo.
·
Que
las negociaciones deben reanudarse de inmediato para encontrar una solución
equilibrada que no puede volver a trasladar todo el peso del ajuste sobre los
trabajadores y pensionistas.
Este es el camino. Es cierto que “una
fractura recorre la Unión Europea”, como señala Bruno Estrada en el artículo citado. Toda Europa va a votar el
domingo en Grecia. El movimiento sindical europeo muestra en si mismo también esa fractura,
poniendo de manifiesto sus insuficiencias organizativas y la contradicción de
los planteamientos que se entrecruzan en su interior. Pero hay que confiar en
que cada vez con más seguridad vaya desplegando un programa de acción que de
soporte a un internacionalismo operativo para los trabajadores europeos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario