El resultado del referéndum británico tiene muchas lecturas, y entre éstas, conviene destacar aquella que no considera el mismo como la consagración de una vocación anti-europea congénita a los británicos, sino cómo un efecto derivado de la consideración negativa por parte de la mayoría de ciudadanos de aquél país de la opacidad de la burocracia de Bruselas y la propia evolución de la política europea en la fase actual que atraviesa toda la Unión y en la que el establishment político-financiero que dirige estas políticas no puede imponer una línea de acción que se revela como fracasada y contraproducente. Joaquín Aparicio ha realizado una corta reflexión de urgencia sobre el tema que este blog ofrece a sus lectores en primicia absoluta.
¿Y
AHORA QUÉ? ¿QUÉ HACEMOS CON LA UNIÓN EUROPEA?
Joaquín Aparicio Tovar
Era previsible. La reacción de
una parte de los medios de persuasión dominantes partidarios del si en el
referéndum británico de ayer aprovechan para atacar a las fuerzas de izquierda
que ponen en cuestión la políticas de la austeridad y la falta de democracia en
la Unión Europea metiéndolas en el mismo saco con los partidos de extrema
derecha antieuropeistas y xenófobos. Al
mismo tiempo, de forma un tanto contradictoria, alaban las “virtudes
británicas”, casi como lo hacen algunas fuerzas ultranacionalistas que propugnaban el abandono. Al mismo tiempo
no dejan de reconocer que son necesarios profundos cambios para recuperar el
proyecto europeo y para ello apelan a los lideres actuales a ponerse manos a la
obra.
Pero hay que aclarar varias cosas, como, entre otras, definir el proyecto integrador europeo,
encarar el arrastrado por años “déficit democrático” , y quienes tienen que
liderar el nuevo proyecto.
Sobre la primera de las
cuestiones es conveniente recordar que el Reino Unido se sumó al proyecto
europeo en 1973 y desde entonces ha sido un socio incómodo, egoísta y
retardatario o directamente boicoteador de “una unión más estrecha entre los
pueblos de Europa”. En el nacimiento de las Comunidades Europeas, allá por
1951, El Reino Unido no quiso formar parte de las mismas que, siendo una unión
funcional en torno a objetivos concretos, implicaban una cesión de competencias
soberanas desde los Estados a las recién creadas instituciones supranacionales,
sino que por el contrario impulsó la creación de una zona de libre cambio (la
EFTA) que no repugnaba incluir en su seno al Portugal de la dictadura
salazarista. Pero la EFTA fracasó y la Comunidades Europeas fueron un éxito
cuyo magnetismo atraía más y más socios. En importante medida ese magnetismo
tenía mucho que ver con el impulso ético que animó el proyecto de integración
europea: la paz y el reconocimiento de derechos sociales, el respeto por el
Estado Social y Democrático de Derecho, que convivía, no sin tensiones, con los
objetivos económicos de construir un mercado interior sin fronteras. Ese impulso ético era producto de la
correlación de fuerzas entre las clases sociales europeas traumatizadas por la
experiencia de la primera y la segunda guerra mundial, de la que nuestra guerra
civil fue el prólogo. Desde la caída del
muro de Berlín el proyecto europeo ha ido desdibujándose en un claro
desequilibrio a favor de las libertades económicas frente a los derechos
sociales pareciéndose, cada vez más y poco a poco, a una zona de libre cambio
comercial. Bruselas se ha convertido en una sentina del capital financiero. Por
ahí es por donde hay que empezar la reconstrucción para que la Unión sea
espacio de solidaridad mediante el respeto y defensa de los derechos humanos,
en especial de los derechos sociales. Los movimientos xenofóbicos y
nacionalistas tendrían la hierba segada bajo sus pies cuando los trabajadores
de Europa viesen que Bruselas es la proa en defensa del trabajo y la protección
social decente frente al capital globalizado, que a través de tratados como el
TTIP o el TiSA quiere imponer sus reglas.
Esa reconstrucción no puede
hacerse de forma oculta a espaldas de la ciudadanía. Las élites europeas se han
acostrumbrado en estos años a funcionar sin transparencia, blindadas por un
entramado burocrático que aleja los controles democráticos, a pesar de los intentos del Parlamento
Europeo. Los ejemplos son muchos, pero basta citar que el llamado eurogrupo,
cuyas decisiones son de extremada importancia para la vida de los ciudadanos,
funciona prácticamente sin reglas y toma sus decisiones en secreto.
Se les pide en la prensa oficial a
los lideres políticos de Europa que se pongan a la obra para reverdecer el
proyecto europeo, pero esos mismos líderes no están legitimados para ello
después de haber llevado a la Unión Europea al estado en que se encuentra por
su sometimiento servil a los intereses del gran capital globalizado, en el que
también participan capitalistas europeos. La crisis de 2008 mostró el fracaso
del modelo neoliberal pero la UE no fue capaz de dar una respuesta que no haya
sido más neoliberalismo con el consiguiente aumento de desigualdad,
pobreza, precariedad y exclusión social.
Otros lideres europeos deben conducir el proyecto integrador de una nueva Unión
Europa que sea ejemplo para un orden mundial respetuoso con el medio ambiente,
la igualdad, la libertad, la solidaridad y la justicia social, pues sigue
siendo válido lo que la Constitución de la Organización Internacional del
Trabajo pregonaba en 1919, que la paz mundial solo es posible si se construye
sobre la justicia social. Las elecciones españolas del 26 son una buena
oportunidad para esa renovación.
Es de lamentar que el 52 % de los
británicos no quieran participar de esta hermosa aventura, pero nadie puede ser
obligado a ello, porque solo con socios fiables se puede emprender ese
camino. ¡Allá ellos!
José Luís López Bulla
ResponderEliminar24 de junio a las 18:32
Ojo con ese "allá ellos".
Creéis posible que Irlanda del Norte y Escocia se separen legítimamente de UK vistos los resultados del remain?
ResponderEliminarPor cierto, A.mi me gusta el allá ellos...
Marta Moreno Marcos
Sandra Goldflus
ResponderEliminar25 de junio a las 3:29
Brillante Joaquín!!
Querido Joaquin , que buena y preocupante síntesis. Si creo que deben ser otros líderes los que protagonicen la verdadera transformación, pero en este oscuro y poco propicio ámbito en que se ha transformado este mundo, será necesario una enorme energía creadora para que surjan aquellas personas de suficientes convicciones como para llevar adelante tan magnífica obra.
ResponderEliminarA Europa neocon é incapaz de oferecer uma saída para a Europa democrática
ResponderEliminarPepe Chaves