Ha sido una noticia que ha ocupado los editoriales de
todos los periódicos franceses, incluso la primera página de algún diario
especialmente comprometido con la derecha económica como Le Figaro. En el sector de la empresa privada, la CFDT ha
desplazado a la CGT como primera fuerza sindical, lo que se ha definido como un “seísmo” para el
paisaje sindical francés que se encuentra dividido y en muchas ocasiones
enfrentado a partir de la presidencia de Hollande
y su gestión de la crisis en materia socio –laboral. Entre nosotros este tipo
de noticias no producen interés ante todo por la cada vez más acentuada
concentración de noticias sobre el gobierno y el sistema de partidos de España,
y la escasa atención a lo que sucede en la organización de los espacios de
representación del trabajo en Europa tras la crisis, salvo en lo que se refiere
a noticias relacionadas con el descrédito o el cuestionamiento de los
dirigentes sindicales y los esfuerzos por cooperar a la criminalización de las
luchas obreras.
El sistema de representatividad francés cambió de manera muy importante en
el 2008, al abandonar los criterios históricos que validaban la presencia de
los sindicatos en la negociación colectiva y sustituirlos por voto electoral de
los trabajadores. El sistema de la audiencia electoral, que es el que se
utiliza entre nosotros como criterio para medir la mayor y simple
representatividad, se fue poniendo en práctica de manera progresiva, de manera
que el cambio de reglas no fuera excesivamente brusco. La audiencia electoral
en Francia se calcula a partir de la agregación de los resultados de las
“elecciones profesionales” de representantes del personal en las empresas de
más de 11 trabajadores realizadas durante un período de cuatro años, en este
caso entre el 1 de enero del 2013 y el 31 de diciembre de 2016, así como en las
elecciones en las muy pequeñas empresas y en las cámaras de agricultura. El score requerido para ser representativos
a nivel nacional es el 8% de los votos, que es el mismo porcentaje para fijar
la representatividad en los sectores o ramas de actividad. En las empresas, sin
embargo, se requiere el 10% de los votos expresados. Esta representatividad se
emplea como legitimación en la negociación colectiva pero también para designar
proporcionalmente a su capacidad representativa, los miembros del sindicato en
los Conseils de Prud’hommes que
tienen funciones jurisdiccionales en materia de relaciones laborales. La
audiencia electoral es importante para medir la implantación real de los sindicatos
en ese país, dado el pluralismo sindical existente y la baja tasa de afiliación
que es característica del caso francés. La CGT declara tener casi 700.000
afiliados y la CFDT 850.000 en su conjunto, tanto en el sector público como en
el sector privado.
Es importante señalar que la representatividad se basa sobre los votos
emitidos y no sobre los miembros de los órganos de representación elegidos,
como entre nosotros. El total de votos emitidos ha sido 5.245.000, una
participación del 42,76%, sobre la cual la CFDT ha obtenido 1.342.000 votos y
la CGT 1.302.000. La CGT ha obtenido muy buenos resultados en las muy pequeñas
empresas (menos de 11 trabajadores), pero la abstención en estas ha sido
abrumadora, un 92,65% y ello explica para los comentaristas la pérdida de ese
primer puesto que clásicamente había ocupado la confederación de la que es
Secretario General Philippe Martínez (en la foto).
La comparación de los resultados electorales respecto de las elecciones del
2013 – las primeras efectuadas conforme al nuevo sistema de la Ley del 2008 – y
las actuales de 2017 se muestra en la siguiente tabla:
Centrales
sindicales
|
2013
(porcentaje voto)
|
2017
(porcentaje voto)
|
CGT
|
26,77
|
24,85
|
CFDT
|
26,00
|
26,37
|
CGT-FO
|
15,94
|
15,59
|
CFE-CGC
|
9,43
|
10,67
|
CFTC
|
9.30
|
9,49
|
UNSA
|
4,26
|
5,35
|
Solidaires
|
3,47
|
3,46
|
En las empresas de más de 11 trabajadores, donde la participación ha sido
del 62,63%, la CFDT ha ganado en cuatro años 103.000 votos, mientras que la CGT
ha perdido en ese mismo lapso de tiempo 2.103.
La ley establece asimismo un “peso relativo” de la representatividad repartiendo
el total con la exclusión de las centrales sindicales que no han alcanzado el
8% requerido para medir la representatividad a nivel interprofesional y por
ramas. En esta determinación, que es la que recoge la orden que fija la
representatividad por parte del Ministerio de Trabajo, el resultado permite
acrecer la representatividad obtenida en los sufragios directos, y de esta
manera, se establece en un 30,32% CFDT, 28,57% CGT, 17,93% FO, 12,27% CFE-CGC y
10,91% para la CTFC. Estos datos sin embargo deberían desagregarse en las distintas ramas, en donde la CTFC puede
que no alcance el 8% requerido aunque haya llegado al diez por ciento en su
total, y la presencia de los sindicatos
minoritarios UNSA y Solidaires, será también muy irregular en las mismas, aunque
no en grandes empresas en las que están implantados.Junto a ello, la CFE-CGC, que encuadra ingenieros, técnicos, encargados, profesionales y cuadros, tiene, en este sector, más de un 19,% de los sufragios, y es la central que más ha subido proporcionalmente en estas elecciones.
Todos estos datos corresponden al sector
de la empresa privada, por lo que tienen que relacionarse asimismo con
la función pública, en donde la CGT sigue siendo mayoritaria desde las
elecciones efectuadas en el 2014 y por consiguiente eso le permite afirmar que,
en su conjunto, mantiene el primer puesto en total, con casi un 25% de los sufragios
de los trabajadores y empleados públicos franceses. Ello no le ha impedido
afirmar, que “no puede estar satisfecha de ese resultado” y que el mismo se
debe interpretar más como ausencia del sindicato en algunos lugares de trabajo
que cómo pérdida de credibilidad en la preferencia de los electores, puesto que
allí donde la CGT se presenta a las elecciones, obtiene buenos resultados. Es
por tanto el “déficit de presencia” del sindicato el que debe ser corregido,
sin perjuicio de anotar el retroceso de la central en algunas grandes empresas.
Pero para los comentaristas el cambio
de tendencia en la audiencia electoral del sector privado es importante,
porque se interpreta como la aceptación de la línea reformista del sindicalismo
francés, representada por la CFDT, frente a la línea llamada “contestataria”
que simboliza CGT. En efecto, en un paisaje sindical caracterizado por la
división y el pluralismo sindical, el bloque reformista - en el que junto a la CFDT se coloca el
sindicalismo cristiano de CFTC y la Union Nacional de Sindicatos Autónomos (UNSA),
que agrupa a una serie de federaciones de sector, la más importante de las
cuales de la Educación nacional, la FEN – ha avalado a partir del 2013, todas
las reformas laborales llevadas a cabo bajo la presidencia de Hollande por los gobiernos socialistas,
desde el Acuerdo Interprofesional sobre la flexiseguridad en el empleo del 2013
hasta la Ley El Khomri, que fue
objeto de una movilización social opuesta muy importante. Por el contrario, el
bloque "contestatario" que lideran la CGT y Fuerza Obrera (FO), han mantenido una
fuerte presión crítica hacia esta rejuridificación de las relaciones de trabajo
bajo el signo de las indicaciones de la gobernanza económica europea y han sido
especialmente beligerantes frente a las reformas en materia laboral que ha llevado
a cabo la Ley El Khomri, promulgada
en agosto del 2016. La correlación de fuerzas entre ambos bloques es muy semejante
- 41% en el reformista , 40% en el “contestatario”
– pero hay que tener presente que tanto la Unión Sindical Solidaires, manifiestamente alineada en posiciones
anticapitalistas, como la CFE – CGC, la Confederación Francesa del Encuadramiento –
Confederación General de Cuadros, que ha mantenido asimismo posiciones muy críticas con la reforma
laboral del gobierno Valls, pueden
hacer oscilar la balanza en un resultado de oposición a la línea liberal del
reformismo socialista francés.
La reforma laboral francesa impone ahora determinadas mayorías para obtener
acuerdos colectivos con fuerza vinculante. Los sindicatos que lo firmen deben
haber obtenido al menos el 50% de los votos si se trata de un acuerdo sobre la
duración o el tiempo de trabajo, y un 30% en cualquiera de las otras materias.
Por tanto los resultados derivados de la audiencia electoral en este paisaje
dividido son muy relevantes, más aun ante la próxima cita electoral en la que
los franceses deben elegir la persona que desempeñará el cargo de presidente de
la Nación durante siete años, y la más que previsible situación delicada que
este hecho generará en los dominios de la democracia económica y la ciudadanía
social. Desde este lado de los Pirineos, además, la atención a las evoluciones
de la representatividad de los sujetos sindicales y su posicionamiento frente a
la gobernanza económica resulta imprescindible para poder conocer el tejido
conectivo sobre el que poder ir construyendo una red de solidaridad que pueda
traducirse en acciones coordinadas y conjuntas, más allá de la relación
bilateral entre las respectivas confederaciones.
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