El tema del día es el de la victoria de Pedro Sánchez en las primarias del
PSOE. Este hecho puede abrir una vía de entendimiento entre las fuerzas del
centro izquierda y la izquierda (con perdón por recuperar esta terminología)
que recupere la posibilidad de un cambio en la regulación del trabajo y
reaccione con éxito frente a la situación de degradación de los derechos sociales
en la que nos movemos actualmente.
Ya nadie hablaba de la necesidad de derogar la reforma laboral del 2012
porque el panorama político se había cerrado al cambio y no aparecía ni
siquiera probable un voto conjunto de las fuerzas de centro izquierda e
izquierda que, aunque no consiguiera la mayoría requerida, si diera una señal
de una posible alternativa de gobierno en el inmediato futuro. Por el
contrario, se sucedían “mayorías de política de Estado” como gustan subrayar
los comentaristas políticos al uso, que marcaban un perímetro de exclusión y
condenaban a Unidos Podemos y las confluencias a un papel irrelevante en la
determinación de la actividad legislativa. El espacio laboral podía ser un
espacio de encuentro sólo en aspectos relativamente periféricos, como ha
sucedido en la semana pasada mediante el voto conjunto a favor de la
proposición de ley para la derogación del delito de coacciones laborales. Sin
embargo, era más difícil encontrar un espacio común de propuesta en materia de
regulación de relaciones laborales, el eje central de la reivindicación,
esgrimida desde diciembre del 2015 a junio del 2016, sobre la derogación de la
reforma laboral del 2012. Ahora se abre una posibilidad, porque la victoria de Pedro Sánchez – The Revenant – parece indicar que el PSOE entablará una oposición muy
firme contra el PP y que estará más abierto a coincidencias temáticas sobre los
grandes temas que nuclean el debate democrático con Unidos Podemos. Al menos
este es el pronóstico que están haciendo todos sus enemigos, tanto en el
interior del PSOE como, de manera muy llamativa, el conjunto de oligopolios
mediáticos que comentan el resultado de las primarias.
La tesis que se mantiene en estas notas es que el reto mayor de este
momento político es la reforma laboral. Ya sabemos que el gobierno no quiere
bajo ningún concepto modificar ni un solo párrafo de estas leyes. Y el modelo
de recambio no está diseñado con seguridad en lo que actualmente son las propuestas
del PSOE, aunque tampoco es clara salvo en la negativa a los preceptos del 2010
y 2012, la posición de Unidos Podemos. Con un origen en el período electoral en
el que parecía posible el cambio político, en un espacio indeterminado de los
agentes económicos y sociales y la presencia de académicos universitarios, se
ha fraguado un texto de reforma moderada de la legislación de la austeridad que
se conoce como Informe FIDE, aunque su virtualidad para la orientación política
del centro izquierda y centro derecha es por el momento improbable, y se desconoce
cual podrá ser el modelo en el que los asesores del secretario general electo están diseñando .
Hay no obstante puntos sólidos en los que apoyarse para orientar la revisión
de la regulación del trabajo y los derechos que de él derivan. Quizá el texto
más relevante todavía hoy que podría suministrar una pauta de regulación
diferente se encuentra en el documento que aprobó el Consejo Confederal de CCOO
en octubre del 2015 sobre un modelo
democrático de relaciones laborales, y que puede leerse en este enlace Por un modelo más democrático de relaciones laborales . Es un documento que, aunque no es tan conocido,
puede confrontarse perfectamente con
otros textos que están circulando en Europa como fórmulas de regulación de las
relaciones colectivas e individuales de trabajo, tanto en Italia con la Cata de
Derechos Universales del trabajo como en Francia con la nueva propuesta de
Código del Trabajo o en Inglaterra con el Manifiesto por un Derecho del
Trabajo.
El caso es que la situación es francamente mala y es preciso actuar sobre
la misma. La degradación salarial es tremenda y generalizada, y de ese hecho se
da cuenta en todas las estadísticas de las que se dispone. En efecto, los
salarios son el eje de las políticas que enfrentan al capital y al trabajo, de
forma que el ajuste económico en España se ha hecho a la vez desde el empleo
-despidos, desempleo de masa- y desde la degradación salarial, la situación
salarial de las mujeres debe ser un referente central para la acción sindical.
Hay que tener en cuenta que el modelo español consiste en retribuir el trabajo
lo mínimo posible como criterio general con el objeto de conseguir una rápida
recomposición del beneficio empresarial; que se empuja al no cualificado a que
se instale en el espacio de lo sumergido y no declarado; que, en consecuencia,
aumentan las zonas deslaboralizadas que liberan al empleador de las
contribuciones a la Seguridad Social; que el trabajo de los jóvenes, con un
mayor componente cognitivo, destaca por estar especialmente penalizado; que el
empleo público contribuye desde el 2010 a alimentar también la zona de atraso
salarial y de reducción de empleo. En ese panorama, la brecha salarial entre
mujeres y hombres es especialmente significativa y a su reducción debe
dedicarse un sobre esfuerzo de las estructuras sindicales. El sindicalismo
confederal está empeñado actualmente en conseguir un acuerdo con la CEOE-CEPYME
que fije una banda salarial entre el 1,8 y el 3% que permita la recuperación mínima
de los salarios, conscientes de que la pérdida de la capacidad adquisitiva de
los trabajadores y trabajadoras desde el 2010 es un hecho irreversible, pero
intentando que la subida del IPC, que aumentó la tasa interanual hasta el 2,6%,
no actúe además de forma regresiva sobre empleados públicos, pensionistas y
parados.
En efecto, los recortes sociales y la devaluación salarial han llevado a
conseguir que España sea un país en el que existe una amplia desigualdad
social. La desigualdad es una consecuencia fundamental de este modelo..
La desigualdad tiene que ver con las diferencias de renta, la devaluación
salarial y, naturalmente, la precariedad en el empleo que genera salarios
irregulares y bajos. Es un dato que ya conocíamos también a través del Informe 'Perspectivas sociales y del Empleo
en el Mundo. Tendencias 2016'. "La creación de empleo sigue sin resolver
uno de los grandes problemas en la economía española, a saber, la dualidad del
mercado de trabajo español ya que la tasa de temporalidad interanual sube del
24,6 % en el tercer trimestre de 2014 al 26,2% en el mismo trimestre de 2015",
de manera que "uno de los principales problemas del mercado laboral
español es que en muchos casos con contratos cortos, a veces empleos temporales
de una semana. En junio se supo que uno de cada cuatro contratos que se firmaba
dura una semana o menos". El hecho
de trabajar no exime de la pobreza. La precarización de las condiciones
laborales ha elevado del 14,2 al 14,8% el porcentaje de trabajadores pobres, y
la tasa de pobreza entre las personas en paro se sitúa en el 44,8%, según datos
del informe anual Análisis y perspectivas 2016 de la Fundación Foessa de
Cáritas, dedicado en esta edición a la expulsión social y recuperación
económica, que constata además un aumento del 9% del riesgo de pobreza desde el
inicio de la crisis. El informe de la OIT antes citado alerta también del
elevado número de familias en riesgo de situarse por debajo del umbral de
pobreza, una cifra que aumenta inexorablemente: del 27,3% de la población en
2013 al 29,2% en 2014.
Decir precariedad en España es
referirse a dos elementos centrales en el plan institucional, la rotación que
ofrecen los contratos temporales como forma de empleo prácticamente única para
trabajadores jóvenes y mujeres, y la propagación del tiempo parcial no
voluntario como única fórmula de empleo femenino y juvenil. Es evidente que
este es un espacio sobre el que el sindicalismo tiene que concentrar sus
esfuerzos, unido a la regulación del mecanismo de dislocación empresarial de
las contratas y subcontratas junto a otros fenómenos relativamente nuevos como
las llamadas empresas multiservicios. La apertura que ha supuesto la incidencia
en nuestro país de la jurisprudencia del TJUE debería permitir iniciar una
fuerte campaña por la remodelación de la contratación temporal que abata la
precariedad y la rotación acelerada de contratos, junto a la consideración del
tiempo parcial como un fenómeno esencialmente voluntario y vigilado para evitar
la utilización abusiva de una figura que además coincide prácticamente con
categorías vulnerables como mujeres y jóvenes
e induce por tanto a consideraciones sobre la discriminación indirecta
que esta figura lleva consigo.
Pero al margen de este combate continuo contra la precariedad y la desigualdad
que lleva a cabo el sindicato, la posibilidad de una intervención normativa que
altere de forma sustancial la ordenación de las relaciones laborales, vuelve a
ser en estos momentos una cuestión clave. Volveremos sobre el tema en otras
ocasiones, pero la urgencia del modelo
laboral que tienen que diseñar las fuerzas del cambio político frente al que
se ha instalado en nuestro país a partir de los gobiernos del PP desde
noviembre del 2011 en adelante, es una cuestión urgente. Pero también posible y
necesaria.
(En la foto, una manifestación en Madrid hace dos años pidiendo, una vez más, la reversión de la reforma laboral de las políticas de austeridad).
(En la foto, una manifestación en Madrid hace dos años pidiendo, una vez más, la reversión de la reforma laboral de las políticas de austeridad).
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