La
llegada de una ola de calor – los más veteranos recordamos esta canción de Radio Futura Arde la calle al sol de poniente / Hay tribus ocultas cerca del río /
Esperando que caiga la noche / Hace falta valor, hace falta valor / Ven a la
escuela de calor- está poniendo a prueba las resistencias de tantas y
tantos ciudadanos. En este tiempo de
verano exacerbado, con temperaturas en ascenso en el sur de Europa y en
especial en nuestro país, las noticias que más interesan se concentran en estos
asuntos climáticos más que en los vericuetos en la formación del nuevo
gobierno, las banderas que ondean en la sede del Ayuntamiento de Madrid para
dar la bienvenida al Orgullo, o las imágenes que llegan de la reunión de Osaka
entre los grandes dirigentes del llamado G-20.
De la calidad de las noticias y
de la relación que éstas tienen con la actuación sindical se habló en el acto
de presentación del libro de Unai Sordo,
¿Un futuro sin sindicatos?, con una introducción
y un epílogo de Bruno Estrada, que
tuvo lugar en la sede de la USMR-CCOO el lunes 24 de junio, aprovechando el
solsticio de verano. La periodista de El
siglo de Europa, Inmaculada Sánchez,
preguntó al secretario general de CC.OO. cuál era a su juicio la causa de
la invisibilidad de las noticias del mundo sindical en los medios de
comunicación, por qué el sindicato no tenía presencia informativa permanente en
los espacios informativos. La respuesta de Unai
Sordo fue, como acostumbra, prudente, puesto que entendía que posiblemente
había malos canales de comunicación entre los sindicatos y los medios que no
facilitaban la conversión de las actividades que lleva a cabo el sindicato en
noticias que merezcan la atención de la prensa – “algo estaremos haciendo mal” –
a la vez que constataba que junto con la
implantación de las reformas laborales, se puso en práctica un argumentario
antisindical que permeó a una buena parte de los medios de comunicación, lo que
ha sido sustituido por una situación de indiferencia informativa respecto de lo
que hace en su existencia cotidiana el sindicato. A su vez se interrogaba sobre
la causa por la que la prensa y la televisión no encontraban material
informativo noticiable en algunos logros muy recientes de la acción sindical,
como la lucha contra los falsos autónomos en el sector de cooperativas
cárnicas, que ha permitido transformar en trabajadores y trabajadoras por
cuenta ajena a 21.000 personas, mediante una acción combinada de medidas de
presión, denuncias a la Inspección de Trabajo, demandas ante los tribunales y
acuerdos colectivos de conversión de los falsos autónomos en relaciones laborales
ordinarias, con lo que eso supone de mejora de las condiciones de trabajo y
existencia de los y las trabajadoras, estabilidad en el empleo e incremento de
la contribución al sistema de Seguridad social, una cuestión a la que se ha
hecho referencia en este blog Carne sin explotacion : los falsos autónomos
Una respuesta muy conveniente,
porque en la construcción del discurso de muchos periodistas se coloca el
interrogante sobre la escasa incidencia del mundo sindical como expresión
organizada del trabajo en el espacio informativo sin conectarlo con la dinámica
en la que el sector de los medios de comunicación se ha insertado con ocasión
de la crisis económica y la propia conformación de las relaciones laborales en
el mismo. Lo que se quiere decir es que los medios de comunicación privados tienen,
empresa por empresa y en el conjunto del sector, una situación especialmente
preocupante en lo que se refiere a su estabilidad económica y laboral. La destrucción
de empleo y los expedientes de regulación de empleo han sido constantes, y la
precariedad e informalidad de las relaciones de trabajo en su seno son muy
conocidas. Si hablamos de falsos autónomos, la existencia de esta figura entre
los periodistas a través de contratos civiles de colaboración cuando se trata
de típicas relaciones laborales, es un fenómeno habitual de prestación de
servicios y muy raramente se informa de las decisiones judiciales que han
reconocido la condición laboral a estos falsos autónomos, que en muchas
ocasiones demandan sólo después de que su relación de colaboración con el medio
de comunicación haya sido rescindida.
La opacidad de estas relaciones
laborales de los medios debería también ser objeto de reflexión por parte de la
profesión periodística, y preguntarse sobre la presencia y alcance de la acción
sindical en el interior de las empresas de comunicación, la actitud que los propietarios
de los medios mantienen respecto de los representantes de los trabajadores
organizados sindicalmente y sus medios de acción, una cuestión que también
tiene relación con la línea ideológica
del periódico, el digital, la radio o la cadena de televisión de que se trate. La
agresividad de algunos de estos medios hacia el sindicalismo como expresión de
un elemento del bloque progresista de nuestro país fue especialmente punzante
en la etapa de imposición de las reformas laborales, y aunque ahora esa
desinformación se ha trasladado al ámbito de la política, es preocupante
constatar la antisindicalidad de algunas cabeceras de periódico como seña
distintiva de su ideario.
Otra reflexión es también
conveniente respecto de la profesión periodística en relación con la actividad
sindical. En este medio parecería que la imparcialidad y objetividad que
acompaña a la figura del periodista fuera incompatible con la afiliación a un
sindicato, que inevitablemente lastraría su condición profesional. El
sindicalismo es, en esta composición ideológica del periodismo como profesión
liberal, un elemento de agregación propio del trabajo industrial o del trabajo
de escasa cualificación, pero que no tiene cabida en la profesión periodística
ya consolidada. Se trata de un modo de concebir el trabajo intelectual como una
actividad no contaminada por la subordinación a una empresa, dominada en cuanto
que las condiciones de empleo son dirigidas y determinadas por la empresa. Expresa
la aspiración legítima a un trabajo independiente, libre y autónomamente orientado
por el sujeto a través del desarrollo de su trabajo informativo y de opinión,
pero nadie puede escapar a los condicionamientos económicos y de sujeción que
impone trabajar para otro bajo su dirección. Y en ese hecho de disciplina y
control externo reside la necesidad de la organización colectiva del trabajo a
través del sindicato.
En ese terreno es donde se podrían
plantear nuevos interrogantes sobre la forma en la que el sindicalismo concibe
el proyecto de regulación de la actividad de información y de creación de opinión
como actividad productiva y con arreglo a qué criterios formula su relación con
ese colectivo, por lo demás fragmentado y concurrente según patrones de
competitividad y de mercado. Cuál es la posibilidad de existencia del
sindicalismo en un sector de amplia volatilidad, cómo en definitiva armonizar
estabilidad y calidad del empleo con el trabajo vivo de la actividad de
información que soporta valores democráticos y constitucionales.
Los medios de comunicación no han
normalizado la actuación sindical como objeto informativo. Los sindicatos
necesitan expresarse en ese espacio para poder ser reconocidos por el conjunto
de la ciudadanía, traspasando los diferentes ámbitos productivos en los que está
garantizada su presencia. Intercambiar las miradas que sobre este tema
mantienen unos y otros es una iniciativa siempre fructífera, pero como condición
necesaria de la productividad del debate ninguna de ambas partes debe colocar
en la otra la singularidad de unas relaciones incompletas.
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