Hay
momentos en los que no es preciso ocupar mucho espacio para afirmar lo
evidente. Son hechos notorios que escapan a cualquier intento de interpretarlos
de manera diferente a cómo se muestran. El Consejo General del Poder Judicial
es el órgano de gobierno de los jueces, tiene entre sus cometidos los nombramientos
de la cúpula judicial, Magistrados del Tribunal Supremo y Presidentes de los
Tribunales Superiores de Justicia. Su composición de20 miembros, elegidos por
las Cortes Generales (Congreso y Senado) entre jueces y juristas de reconocida
competencia, cada cinco años, hace que sea necesario para su renovación una
mayoría cualificada lo que obliga a un acuerdo muy amplio entre las fuerzas políticas
representadas en el Parlamento.
La actual composición del CGPJ
responde a una mayoría política del Partido Popular. Desde diciembre de 2018, el
Consejo debería haberse renovado, y está en funciones. Lejos de tener las
limitaciones de cualquier órgano directivo de la Administración en funciones,
el CGPJ ha continuado desarrollando toda su actividad sin ninguna cortapisa. En
especial el nombramiento de Magistrados del Tribunal Supremo. Las mayorías
políticas a que obedece el CGPJ han ido
imponiendo de manera inexorable su decisión, construyendo así un cuadro de
magistrados superiores plenamente orientados ideológica y corporativamente. El
objetivo fundamental de esta política de nombramientos ha sido el control de la
cúpula de la jurisdicción contencioso-administrativa y de la penal, aunque
también se ha proyectado sobre otras salas, en concreto la de la social. La sala
de lo penal ha sido especialmente atendida por su implicación directa tanto en
la solución judicial de la cuestión catalana como de la posible implicación en
tramas de corrupción del Partido Popular y altas jerarquías del mismo.
El Partico Popular se ha negado
de manera explícita a renovar el Consejo. Ha justificado su posición en que el
gobierno de coalición progresista incorpora partidos políticos a los que niega
legitimidad democrática, así como a la mayoría parlamentaria que lo sostiene.
El Partido Popular con ello incumple la Constitución boicoteando el proceso de
renovación, y lo hace alegando que la mayoría parlamentaria que apoya al Gobierno
no es legítima, lo que supone una contradicción con el respeto al principìo de mayoría que funda el sistema
democrático.
El presidente del CGPJ, por su
parte, se ha posicionado repetidas veces contra lo que entendía que eran intromisiones
del gobierno en la independencia judicial, mostrando una evidente actitud hostil
frente al mismo. Pero ha sido con ocasión de la entrega de despachos a la
última promoción de jueces y juezas cuando se ha explicitado la abierta confrontación
entre quien personifica al CGPJ y el gobierno de la nación, utilizando a su vez
la figura del Rey como elemento de conflicto. La asistencia de éste a un acto que
por otra parte carecía de una significación institucional relevante, no
refrendada por el Gobierno, ha sido el detonante de un conflicto en el que el
propio monarca ha intervenido torpemente, siendo utilizado de manera directa tanto
por Lesmes como, inmediatamente, por toda la derecha política, empeñada
en apropiarse en exclusiva de la figura del monarca como patrimonio ideológico
que se enfrenta al resto de la ciudadanía, como han efectuado con la bandera,
que ha devenido el emblema de la derecha y la ultraderecha. Los gritos más
propios de un cuarto de banderas que de un acto civil de entrega de nombramientos
de jueces de ¡Viva el Rey! Introducen en este conflicto un cierto aire de
vodevil.
Pero el tema de fondo es muy
preocupante. Hoy mismo los grupos parlamentarios que forman la mayoría del Congreso
han hecho público un comunicado en el que exigen la colaboración del resto de
los grupos parlamentarios para cumplir el mandato legal de renovar la composición
de las principales instituciones del Estado cuyo tiempo de ejercicio ha
caducado, en primer lugar el CGPJ. Los partidos firmantes suman 187 escaños en
el Congreso, por encima de la mayoría absoluta (176), aunque para la renovación
de órganos pendientes como el Poder Judicial se necesitan mayorías de tres
quintos. Se trata de una “obligación inexcusable” que compromete en primer
lugar al Partido Popular como partido constitucional que es y a la que se
resiste.
La situación es sin embargo muy
preocupante, porque es previsible que el PP siga incumpliendo su deber
constitucional de cooperar a la renovación de este órgano, sin que exista una
norma que precise las competencias que un CGPJ en funciones pudiera realizar, como
actos de trámite y no el nombramiento definitivo de magistrados en el Tribunal Supremo,
una cuestión que sin duda facilitaría la renovación en tiempo y forma del Consejo,
al contrario de lo que ahora sucede, que trabaja en contra de la misma sobre la
base de conservar el equilibrio político en la composición del órgano que se ha
perdido en el terreno electoral.
Frente a ello, es posible sin
embargo dos soluciones. La primera, que, frente a la decidida toma de postura contra
el gobierno del Presidente del CGPJ y de
la mayoría que le rodea, rompiendo un principio básico de neutralidad, los
vocales del Consejo que no representan a la mayoría, deberían no asistir a la reunión
en la que se produjeran los nombramientos de estos Magistrados, explicitando
asi de manera clara su repulsa frente a una actuación a todas luces partidista
de su presidente que además ha comprometido a la Jefatura del Estado contra el
poder democrático del gobierno, generando una crisis institucional inconcebible
en quien representa una institución básica del Estado como el CGPJ.
La segunda, que debería ser
adoptada como lógica consecuencia de la obstrucción de los vocales progresistas
del Consejo, es la de negar el refrendo del Ministro de Justicia a los nombramientos
asi efectuados, una propuesta perfectamente factible que ha explicado Javier
Pérez Royo y qu está disponible en este enlace https://www.eldiario.es/contracorriente/renovacion-no-hay-refrendo_132_6246699.html
, de manera que un CGPJ que no se ha renovado por bloqueo expreso de las fuerzas
políticas derrotadas electoralmente, no
puede nombrar magistrados.
El miércoles 30 de septiembre,
previene Elisa Beni en otro artículo esclarecedor https://www.eldiario.es/opinion/zona-critica/conjura-necios_129_6248753.html
, la mayoría caducada del CGPJ pretende nombrar tres nuevos magistrados de la
Sala de lo Penal del Tribunal Supremo. En medio del escándalo de la operación Kitchen,
en el desarrollo del largo historial de corrupción a partir de Gürtel y
de Bárcenas. Por decencia democrática, hay que impedirlo.
Paco Rodríguez de Lecea
ResponderEliminarEl método sugerido por Pedro Flinstone parece efectivo: impedir que se produzcan nuevos nombramientos, y si a pesar de todo se producen, negarles la ratificación desde el ministerio de Justicia. Con la Constitución no deben hacer sus falsos guardianes mangas y capirotes.