Los
docentes universitarios llegamos a julio muy cansados. Este año especialmente,
porque el curso ha sido muy complicado y tenso, siempre con la previsión de
evitar los contagios, establecer reglas precisas, reinventar la enseñanza entre
tantos problemas. Llega julio y nos espera corregir los exámenes, poner al día
las guías de estudio, cerrar los trabajos fin de grado (TFGs) que se presentan,
siempre con prisas, a la segunda convocatoria, a partir del 20 de julio. Acabar
los escritos que hemos comprometido para “antes del verano”, creyendo que el
lapso de tiempo que mediaba hasta entonces era suficiente para conjurar la
obligación asumida. Comprobar que hay sólo hasta final de julio para “aplicar” –
frecuente anglicismo extendido por doquier – a las ayudas convocadas justo a
comienzos de mes, confiar en que los vicerrectores de profesorado de nuestras
universidades consigan rebañar algún recurso adicional y darnos satisfacción a
las plazas solicitadas, que salen a concurso precisamente ahora, todos
conscientes de que no se podrá comenzar el curso que viene con los contratos firmados
tras el proceso de puntuación y valoración del concurso.
Hace muchos años, tantos que
nadie los recuerda, que el período de vacaciones no coincide, como entonces, con la estación
del verano. Julio es un mes plenamente laborable y comprometido para el
personal docente e investigador, que ha de reemprender su trabajo a primeros de
septiembre, todavía con la indeterminación de cual sea el nivel de seguridad en
el trabajo que vamos a poner en práctica. Es natural que el final de curso
suponga la última cuesta arriba del corredor de fondo en el que se ha
convertido, ya desde hace tanto tiempo, el profesorado universitario. Es normal
el cansancio.
Pero en estos primeros días de
julio, el cansancio ya no es solo físico o mental. No se trata tampoco de la
fatiga informática que dentro de poco tiempo constituirá una de las
enfermedades y molestias profesionales más extendida. Es un cansancio moral, posiblemente
muy personal, que se deriva de hechos externos que irrumpen en nuestra
cotidianeidad a través de las noticias y de las redes sociales.
Han asesinado a un chaval en
Coruña al grito de “maricón”. Le han pateado hasta la muerte. Y cada vez se
conocen más incidentes en los que se insulta y se agrede a otras personas
en razón de su diversidad sexual.
Han condenado a una dirigente
política de izquierda que hace años,
cuando no era aún conocida dirigente de Podemos, formó parte de un grupo de
personas que se concentraron para evitar el desahucio de una persona
discapacitada, y ha sido condenada sobre la base de que se produjo una agresión a la fuerza pública
durante la misma. Pero no se ha probado que la imputada participara en esa
agresión. Los agentes de la Policía Municipal de Madrid que situaron a la
diputada regional como una "de las cabecillas" de los disturbios, no han logrado probarlo.
Dice la prensa que durante el juicio, “la Sala exhibió un centenar de vídeos de
los hechos, en los que la imputada solo aparecía en tres ocasiones. Dos de
ellos de pie, mirando al resto de los congregados y en otro, andando en
dirección contraria a los altercados. Ninguno de los vídeos mostraba a la joven
insultar o agredir a los agentes de la autoridad”. Para el Tribunal Supremo, la
condena no se basa en que la recurrente empujase a algún agente o lanzase
objetos contundentes contra los policías municipales. La condena se construye sobre
una imputación recíproca. Al estar en un grupo en el que se acomete
colectivamente contra los agentes, este hecho no permite discriminar entre unos
y otros para examinar de manera artificiosamente atomizada lo que cada uno
hace: todos son responsables de un atentado por esta acción intimidatoria
adobada de componentes agresivos. Isa Serra ha sido condenada así a 19
meses de prisión e inhabilitación para el derecho de sufragio activo porque habría sido un artificio probar su participación directa en el atentado a los agentes de la autoridad.
El cartel que VOX presentó como
gran atracción electoral en mayo de este año, en el que mentía descaradamente
sobre los Menores No Acompañados (MENAS) niños y niñas separados de sus padres,
insistiendo en la estigmatización racista de estas personas, ha sido enjuiciado
por un tribunal que ha entendido no sólo que es plenamente lícito presentar una
propaganda falsa y racista, sino que ha añadido que, con independencia de su
veracidad, las ideas que lo sostienen están justificadas porque “los menores
extranjeros no acompañados constituyen un evidente problema social y político”,
y además porque “no es posible prohibir estas ideas, mientras han de admitirse
otras, de signo contrario, pero tan criticables o más que aquellas”. No es
posible prohibir el racismo y la mentira estigmatizante de esos cuerpos de unas
personas menores de edad, separados de sus familias porque las ideas “de signo
contrario”, es decir el antirracismo y la protección de los niños, son “tan
criticables o más” que las que presenta el cartel electoral de ese partido. El
respeto a la vida, la dignidad de la persona y el cuidado de la infancia son
tan criticables “o más” que la vejación de los cuerpos racializados y la
mentira consciente que pretende arrebatar la condición de persona a los mismos.
Hoy se cumplen 974 días – dos años
y ocho meses – con un Consejo General del Poder Judicial caducado. El Partido
Popular se niega, en un acto de insumisión constitucional clara, a renovarlo,
como también otros órganos fundamentales, como el Tribunal Constitucional.
Quiere forzar de ese modo el cambio legislativo para excluir al órgano de gobierno
de los jueces de cualquier control democrático parlamentario. Nadie parece
sentirse a disgusto en esta situación. El Ministro de justicia tuerce el gesto
pero hace de Don Tancredo. La tolerancia plena frente a la vulneración flagrante
y consciente de las reglas constitucionales. Toda una señal para los sectores
más ideologizados y activos de la judicatura, cada vez más conscientes de su
rol directamente político en la deslegitimación de instituciones y valores
democráticos.
Comienzo de julio. Un enorme
cansancio que proviene de la rabia contenida, de la impotencia. Que la amable
audiencia excuse este desahogo estival. Mañana bajarán las temperaturas.
Gracias por el post. Efectivamente, hartazgo, indignación, rabia, impotencia se acumulan a la fatiga pandémica y académica
ResponderEliminarHe leído la sentencia del TS sobre el caso ISA SERRA a la que aludes, y sorprendentemente no tiene una línea para reflexionar que la acción incriminada se realiza en ejercicio de un derecho fundamental. Es peligrosa porque criminaliza la protesta, pues el derecho de manifestación es individual pero de ejercicio colectivo y la imputación recíproca hace autores a quien no ha realizado más que actos relacionados con el derecho. Un paso más en la deriva autoritaria y antidemocratica ela que nos movemos, ante la descomposición de las instancias democráticas y de garantía.
ResponderEliminarEstimado Antonio,
ResponderEliminarSin duda alguna tu cruenta y vivida entrada-desahogo es un resúmen de noticias (tal y cual la letra de Silvio Rodríguez), que estoy seguro debilitan, cansan, pero sé que nunca lograran derrotar ese espirítu libre y comprometido con enseñar, sobre todo porque nosotros tus estudiantes en todos los lugares del mundo estamos pendientes hastsa de tus enseñanzas de cansancio.
Abrazos desde Nicaragua.
Activismo político el de algunas juezas y jueces...
ResponderEliminarY, por si fuera poco, se censura (espero se quede ahí) a un Ministro por defender la dieta mediterránea, lo que puede suponer pérdida de puestos de trabajo en la industria cárnica, que tanto aporta al erario público. ¡Viva la libertad de expresión! En fin, gracias Antonio por recordar a la sociedad y a la comunidad universitaria que nuestro trabajo no cesa con los calores de julio.
ResponderEliminarLivina Fernández Nieto
ResponderEliminar¡Cómo le comprendo, maestro! Creo que usted es una buena persona, pero si me lo permite, esa sensación de hastío y cansancio tiene una explicación y es que usted todavía espera algo bueno de este coto mafioso, corrupto y ponzoñoso en el que vivimos y supongo que quiere creer que vive en una democracia. Sé que usted disfruta de las cosas sencillas de la vida, siga en esa línea y no trate de abarcar demasiado, haga cosas que estén a su alcance y que pueda controlar porque de lo contrario sufrirá, se ahogará en este albañal y le dolerá españa en el cogollo del corazón, como diría Miguel de Unamuno. No padezca, maestro. Nada ni nadie merece tanto. Un abrazo entrañable.
El agotamiento físico y mental cada vez está más extendido en nuestra sociedad. Algunos suplementos alimenticios pueden ser de gran utilidad para ayudar a combatir el cansancio.
ResponderEliminar