Septiembre
es el mes del reinicio, y, frente a lo que dice la canción, el verano nunca
dura demasiado ni el tiempo va tan despacio (1) como querríamos quienes gozamos de
las vacaciones escolares de agosto, pero seguramente tampoco como desearían
quienes se dedican a los asuntos públicos en un clima político como el español
extraordinariamente enrarecido y viciado. En todo caso, volver a empezar supone
también afrontar novedades y reencontrar viejos problemas que adoptan al pasar
el tiempo nuevos contornos.
El personal docente y de
investigación de la universidad nos hemos encontrado en este septiembre con el
anteproyecto de Ley Orgánica del Sistema Universitario (LOSU), presentado el 31
de agosto en el Consejo de Ministros, del que habrá tiempo para hablar y
conocer, dado que su texto no ha sido consultado con los sindicatos ni por
consiguiente debatido en el seno de una parte de la comunidad universitaria. Los
laboralistas, por nuestra parte, tanto universitarios como profesionales, hemos
podido compartir dos muy buenos datos en este inicio de mes: El primero es la
caída histórica del paro registrado en agosto, que desciende en 82.583
personas, lo que implica una excepción a las series históricas al menos desde
el 2001, y que se suma a los seis meses de descenso consecutivo, acumulando una
reducción del desempleo en 675.000 personas.
El descenso del paro en agosto de
este año afecta a jóvenes y a mujeres, colectivos clásicamente golpeados por su
vulnerabilidad ante el empleo, y baja en todos los sectores menos en el de la construcción.
A nivel territorial, el paro desciende en 13 Comunidades Autónomas, de forma
destacada en Andalucía (-32.102 personas), Canarias (-19.844 personas) y
Cataluña (-17.186 personas). Sin embargo, sube en la Comunidad Valenciana
(6.606 personas), la Comunidad de Madrid (3.526 personas) y el País Vasco
(3.058 personas) y en Castilla y León (956 personas). En cuanto a los datos de
contratación, el empleo sigue instalado en la temporalidad, porque aunque se da
el dato positivo de que la contratación acumulada en los ocho primeros meses de
2021 ha alcanzado la cifra de 11.864.833, lo que supone 1.910.570 contratos más
(19,19%) que en igual periodo del año anterior, los contratos indefinidos
celebrados en agosto representan el 8,45% del total, y, pese a que en
magnitudes acumuladas, se han realizado 1.241.392 contratos indefinidos desde
enero y que ello representa un incremento de 251.321 (25,38%) sobre el mismo
periodo del año 2020, es evidente que se requiere una reforma en profundidad de
la contratación laboral para corregir esta característica muy negativa del
empleo en nuestro país, que integra ya la cultura empresarial e institucional
de una amplia mayoría de empresas y de gestores de recursos humanos.
La segunda noticia positiva ha
sido el arranque del período de consultas sobre la subida del salario mínimo,
una decisión que finalmente parece ineludible por parte del gobierno, tras los
rifirrafes habidos sobre el particular con la Ministra de Economía y
vicepresidenta Primera antes del verano y la movilización sindical de julio. La
oposición política ha salido en tromba a defender la congelación del salario
mínimo durante este año, apoyando en esta ocasión a la CEOE que mantiene una
actitud contraria al mismo. El discurso oficial de la derecha política lo da el
ABC en su editorial del 1 de septiembre: “Antes que rendirse a la presión de
sus socios comunistas, Pedro Sánchez debería calibrar los efectos de imponer
una subida del salario mínimo no solo a los empresarios, sino a la capacidad
productiva del país en su conjunto. Está en juego el diálogo social, que es un
diálogo, no un monólogo a golpe de decreto-ley”. Es decir, sin abandonar la
(des)calificación política de Unidas Podemos como “comunistas” – en la línea de
las intervenciones de la Diputada de Vox que no deja de incluir ese adjetivo en
sus interpelaciones a Yolanda Díaz – reivindica ahora la necesidad del
acuerdo social – el mismo que era irrelevante frente a la soberanía popular que
residía en el Parlamento, y que Pablo Casado equiparaba a la interlocución
con su club de tenis o con el Padre Ángel – como condición de procedibilidad
para la adopción de decisiones en el campo de lo económico y social, en donde
el veto de la patronal debería impedir cualquier resolución del poder público,
incluida la que establece el art. 27 del Estatuto de los trabajadores. Y ello
por no hablar del concepto dialógico que tenía el ejecutivo de Rajoy con la
reforma laboral del 2012, un ejemplo acabado del cesarismo político.
El caso es que en este tema el
dictamen de la Comisión Asesora del Gobierno para el Análisis del Salario
Mínimo Interprofesional, cuya presidenta, Inmaculada Cebrián, presentó
sus conclusiones antes del verano junto a la Ministra Yolanda Díaz, ha
marcado ya una propuesta concreta entre el 1,6 y el 2%, para el año 2021 que se
ha reflejado en la propuesta del gobierno a los agentes sociales que en
principio han rechazado, por razones opuestas, obviamente, este objetivo. Según
la prensa, CCOO y UGT consideran “insuficiente” la subida del salario mínimo en
15 euros para 2021 que dicen ha propuesto el Ejecutivo aunque el Gobierno
asegura que no ha dado una cifra concreta, porque lo que se trata es de abrir
un proceso de consulta y negociación sobre la misma. Para los sindicatos, es
imprescindible que el salario mínimo se relacione con el mantenimiento del
poder adquisitivo, por lo que piden una subida en el entorno de la inflación,
que roza el 3% (el IPC subió este julio un 2,9% interanual). Hay que tener en
cuenta que siempre según las informaciones de prensa, el Ministerio de Trabajo
y Economía Social ha propuesto alcanzar un acuerdo a tres años (hasta el final
de la legislatura), con unos incrementos del salario mínimo interprofesional de
15 euros para este año y de 31 euros para 2022 y 2023. La reunión de ayer
miércoles acabó sin acuerdo, pero se volverán a reunir las partes el próximo
lunes para intentar alcanzar un resultado satisfactorio. Lo que sin embargo
parece claro es que, tanto con acuerdo como sin él, el Gobierno hará uso de la
facultad prevista en el art. 27 ET y determinará el incremento del salario
mínimo para el año 2021.
Dos noticias positivas y muy
importantes que sin embargo en el relato predominante se difuminan y aparecen
sustituidas por el anuncio de la presidenta de la Comunidad de Madrid,
comprometida en una carrera cada vez más desenfrenada hacia el trumpismo
descarado, de hacer desaparecer los impuestos autonómicos en la Comunidad de
Madrid, que se convertiría así en un elogiado territorio libre de impuestos
(autonómicos), una suerte de No more Tax Land que parece ser el sueño
dorado de la dirección ideológica de la derecha española. Realmente la promesa,
propalada urbi et orbe, resulta ser un embuste, como todas las que efectúa
la presidenta de la CAM, porque la supresión anunciada de impuestos lo que
implica es una bonificación autonómica
del 100% del impuesto sobre la riqueza que lleva a la región a no recaudar ni
un euro pese a tener los declarantes más adinerados del país, de manera que lo
que se presenta como una condonación de las pesadas cargas tributarias para la
ciudadanía madrileña realmente se concreta en el perdón de 990 millones por
Patrimonio a 19.090 contribuyentes con una media de 10,1 millones por cabeza,
como ha destacado Infolibre (https://www.infolibre.es/noticias/economia/2021/09/02/la_comunidad_madrid_perdona_990_millones_por_impuesto_patrimonio_pese_tener_los_contribuyentes_mas_ricos_del_pais_124047_1011.html)
. Pero este detalle de solidaridad del poder con la riqueza propietaria de la
Comunidad no será descubierta por el impresionante despliegue laudatorio de la
gran prensa y la televisión empotrada en los grandes poderes económicos que
hegemonizan la información en el país.
Hay otras noticias más que
novedosas, permanentes, pero por lo mismo igualmente preocupantes. La subida
del recibo de la luz y la aparente renuncia del gobierno, a través de las
palabras de su Vicepresidenta Tercera, a incidir en la regulación del precio de
la luz, sustituyéndola por una exhortación a la “empatía” de las grandes
empresas eléctricas, no deja de provocar una cierta estupefacción, acrecentada
ante la relevancia social de este hecho, junto con la hipócrita atención que el
Partido Popular dedica a este asunto como si no hubiera tenido parte en la
conformación del sistema que ahora enriquece a las empresas del sector de la
energía y dificulta a extremos insospechables la vida de los ciudadanos y de
las pequeñas y medianas empresas. Replegada por el momento la problemática de
la vivienda de las preocupaciones mediáticas, la escalada del precio de la luz
es ahora el elemento más potente de deslegitimación de la acción del gobierno,
en la que trabajan la oposición de derechas, los medios de comunicación
encuadrados y posiblemente las propias compañías. La respuesta gubernamental,
pese a las muchas propuestas en liza, sigue siendo nula, en una confesión de
impotencia que resulta plenamente autolesionista.
Mientras tanto, las encuestas
dicen a los ciudadanos que el Partido Popular sigue ascendiendo en la
apreciación de lo que se llama la opinión pública al punto que podría gobernar
sin demasiados problemas con la ultraderecha de Vox, ante la práctica desaparición
de la opción que un día fue competitiva en el espacio conservador y que hoy se
derrite como un azucarillo. El sistema electoral posibilitaría la inanidad de
las posiciones de la izquierda y de la periferia política. Sólo concebir esa
posibilidad genera un estado de ansiedad tal en el titular de este blog que la
vuelta al trabajo ya no le causa ese estado de ánimo un tanto abatido por haber
dejado atrás treinta días de libertad en los que la subordinación laboral, los
ritmos de trabajo y los compromisos de actividad se han escondido debajo de la
almohada o entre la toalla con la arena de la playa. Queda tiempo sin embargo
para que estas pésimas expectativas políticas no se cumplan, pero sería muy
útil para ello que el programa de reformas pactado en el gobierno de coalición
se desplegara por completo y fuera realizándose en los términos pactados para hacer
comprender que la política puede cambiar las existencias colectivas y
mejorarlas. Ojalá todo vaya adelante como debe. Estaremos atentos a este
desarrollo.
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Time moves so slowly
La tasa interanual de variación del IPC ha sido del 3,3 en el mes de agosto respecto del mes anterior; llevamos acumulada una inflación acumulada del 2,2 por ciento en lo que va de 2021.
ResponderEliminarO sea, los precios se están disparando ¿y no es viable una subida del SMI?
Entonces, ¿todas las transferencias públicas al sector privado en el marco de "los fondos de recuperación" no van a llegar nunca a extender "algo" de sus beneficios a la población trabajadora? ¿todo será beneficio "económico"?. Solo aumentar crecimiento no reduce la desigualdad y la pobreza. Habrá que hacer algo más.
Es muy funcional a esta entrada la entrevista que hace INFOLIBRE a Joaquín Pérez Rey:
ResponderEliminarhttps://www.infolibre.es/noticias/politica/2021/09/04/joaquin_perez_rey_quien_oponga_subir_smi_tendra_dificil_explicar_por_que_no_puede_ser_parte_recuperacion_quien_menos_tiene_124156_1012.html