Ha
fallecido Umberto Romagnoli esta misma tarde, mientras dormía. La
noticia ha conmocionado a todas las personas que le conocíamos y le estimábamos.
Con él desaparece toda una época. Es el exponente máximo de la escuela boloñesa
de Derecho del Trabajo, un laboratorio activo y vivo que supo recrear el aparato
crítico más acertado para definir la ambivalencia de la regulación del trabajo
y cuestionar la deriva neoliberal en la que se iba adentrando. Umberto Romagnoli
dominaba además el lenguaje y sabía expresar las más bellas metáforas como
forma de describir de la mejor de las maneras los hechos sociales y las
acciones colectivas que le dan sentido.
Nació en 1935, y ha recorrido a
lo largo de una vida extensa los momentos más señalados del trabajo y la
historia, que ha sabido narrar como nadie podría hacerlo. Ha construido poco a
poco los fundamentos de la cultura jurídica laboralista italiana y a su través,
europea. Su labor como escritor y pensador es inconmensurable, siempre animada
de una perspectiva lúcidamente desencantada, progresivamente pesimista, sobre
la evolución de las reglas sobre el trabajo, de la debilitación de la
ciudadanía fundada sobre éste. Impulsó decenas de proyectos editoriales, creó
su propia revista, Lavoro e Diritto, a la que dotó de sus señas de identidad,
sostenidas por los que serían sus co-directores después, Luigi Mariucci,
también él fallecido víctima del Covid, y Guido Balandi.
Era literalmente adorado entre
los juristas latinoamericanos a los que se dedicó en el Curso para Expertos que
impulsó junto con su gran amigo Pedro Guglielmetti. No pudo asistir a
las últimas ediciones, pero su intervención en Toledo era siempre seguida con
pasión y atención máxima por los asistentes al Curso. Hoy todas las personas
que participaron en esta gran aventura del estudio y de la hibridación cultural
entre una tradición emancipatoria europea y americana, están a buen seguro sobrecogidas
por su desaparición.
En España la presencia de Romagnoli
en revistas y libros fue muy intensa. Era un autor frecuente en la Revista
de Derecho Social, nos enorgullecíamos de que su firma diera brillo al
contenido de nuestra revista. Conocido entre y por las y los sindicalistas, los
abogados laboralistas, los magistrados de lo social y el profesorado
universitario en general, sus palabras siempre aportaban algo nuevo e
interesante a cada uno de estos colectivos y personas. Son muchas y muchos
quienes le valoraban y le estimaban en todo el arco de los juristas del
trabajo.
Nosotros, Joaquin Aparicio y
yo mismo, le quisimos mucho. y el nos honró con su cariño y amistad durante
mucho tiempo, desde aquella tarde del lejano 1984 – el año Orwelliano – en el
que fuimos a buscarle al Hotel Plaza del edificio España y pasamos con él un
largo rato en una taberna de la calle de Santiago. Hace tan solo unos meses
compartimos con él mesa y charla en Bolonia. Su muerte nos conmueve y nos apena
profundamente.
No hay palabras que sirvan para
alejar la sombra oscura de la muerte, el vacío que deja la ausencia del ser
querido. Un abrazo a su amada esposa Lisa con la que convivió más de
sesenta años, a sus hijas Daniela y Bárbara y a toda su familia
Ricardo Morón Prieto
ResponderEliminarTristísima noticia...un abrazo solidario a quienes teníais tan estrecha relación con el.
Que la tierra le sea leve.
Una enorme tristeza para quien con su lucidez nos abrió puertas, nos dio impulso para seguir en nuestro camino y nos dio su afecto. Gracias Umberto. Susana Corradetti, Argentina
ResponderEliminarAgradecida a la vida por haberlo conocido y disfrutado en su rol de enorme profesor en mi experiencia de participante del Curso para expertos latinoamericanos en la UCLM, Toledo en el año 2010.
ResponderEliminarDescansa en paz querido profesor Humberto Romagnoli.
Les abrazo Antonio y Joaquin... mi sentido pésame a su familia. Honraremos su legado.
Rafaela Bonetto, Argentina.
Nos dejas, Umberto. Talento y figura. Maestro intergeneracional entre las y los juristas del trabajo. Hoy, en Ciudad Real, discutiremos con mucho cariño "La Ley sobre las dos ciudadanías" en homenaje a tu inmensa y siempre estimulante obra.
ResponderEliminar¡Un abrazo bien grande para la familia y amigos! Para Antonio y Joaquín
La comocion en tu palabras es una hermosa expresion del afeto. E lo hiceste en vida. E la vida de Romagnoli sigue na voz e en pluma de sus discípulos. Umberto Romagnoli: ¡presente!
ResponderEliminarUn fuerte abrazo a su familia y amigos. Cariños Antonio y Joaquín. Nahuel Berguier de Buenos Aires.
ResponderEliminarUn maestro brillante , profundo, claro, cercano. Un abrazo grande para su familia y otro para vosotros, Antonio y Joaquin, amigos.
ResponderEliminarOtro referente del laboralismo universal que nos deja, pero que nos deja su impronta y legado. Ahora queda recordarlo y honrarlo, sin olvidar sus enseñanzas: las de texto y las humanas. Cariños, MEF
ResponderEliminarProfunda tristeza me causa la desaparición física de este íntegro luchador social su recuerdo permanecerá como guía de las futuras generaciones. Fuerza a la familia qué acompañamos desde Argentina.
ResponderEliminarUna gran persona y gran jurista. Los sindicalistas aprendimos mucho con él. También con vosotros, desde aquellos lejanos cursos de la UIMP en Santander sobre "Democracia en la empresa" organIzados por CCOO. DeP.
ResponderEliminarJuan Orsini
ResponderEliminarQue pena inmensa. Aprendimos a leerlo (y a quererlo) gracias a vos Antonio. Un gran abrazo.
Paco Rodríguez de Lecea
ResponderEliminarNos deja "en soledad y llanto", citando a Fray Luis. Se abre un hueco enorme en el laboralismo.
ResponderEliminarJuan López Gandía
Siento una profunda tristeza. Una gran pèrdida, de un maestro y de un amigo, desde que nos conocimos personalmente en Bolonia en 1979 y frecuentaba sus clases. Siempre ha estado ahí, cuando venía a España invitado por Antonio y Joaquín y cuando yo volví en alguna ocasión a Bolonia. Activo, creativo y con la misma inteligencia y curiosidad de siempre.. Nunca he dejado de admirar su obra y también su escritura, su gran vocación, como puso de manifiesto en "Un giurista racconta". En fin, ya sabéis Antonio y Joaquín de mi enorme aprecio por Umberto. He agradecido siempre el que tenía por Pilar y por mi, el lo sabía, aunque a veces yo fuera un poco el hijo pródigo.... Darle el pésame de mi parte a su familia.