El
señalamiento público de personas para que posteriormente éstas sean perseguidas
o agredidas por su ideología o creencias críticas con el poder establecido es
una tradición heredada de las dictaduras y que en España la conocemos bien
desde la experiencia franquista. Una práctica que luego han continuado los
medios de comunicación empotrados con los poderes económicos y los partidos de
la derecha y ultraderecha que han señalado a intelectuales, artistas, jueces o
profesores de cómplices del terrorismo, o de incitación a desórdenes públicos o
simplemente, en el caso de los profesores de universidad, al adoctrinamiento
ideológico al alumnado. El objetivo de estos ataques no solo es el de incitar a
una respuesta agresiva sobre estas personas, plenamente identificadas por el
medio de que se trate, sino también el de obstruir su actividad profesional y
provocar la represión institucional allá donde éstas la ejercen.
Uno de los motivos a los que
acude este señalamiento mediático que precede a la agresión y a la represión de
las personas denunciadas públicamente es el de cooperar, acompañar o impulsar
la acción sindical y la respuesta ante las decisiones empresariales o de los poderes
públicos que degradan o reducen los derechos de las personas que trabajan. El
hecho de significarse en sintonía con el agente sindical es cada vez más
considerado como un elemento de denuncia por parte de los medios conservadores
y ultraderechistas, especialmente respecto de aquellas personas que se dedican
a la enseñanza universitaria. Se parte de la convicción de que quienes actúan
en unión del sindicato para la defensa de sus intereses o quienes defienden que
el sindicalismo actúe en defensa de los intereses generales de las personas
trabajadoras son incompatibles con la prestación de un servicio público como la
enseñanza por representar intereses “de parte” y no mantener la neutralidad –
cuando no la obediencia ciega - frente al Estado. Un Estado concebido por
consiguiente como un enemigo del sindicalismo y viceversa, negando la
construcción política del Estado Social de Derecho en la que el sindicalismo y
sus derechos de acción son fundamento del pluralismo social y constituyen
derechos de participación democrática que el Estado debe promover y garantizar,
también en el seno de su estructura de servicios.
El argumento del
“adoctrinamiento” es aún más extravagante cuando se refiere a profesores que
enseñan Derecho del trabajo, en donde el estudio del sindicato como
organización y sus medios de acción se despliega a través del análisis de la
libertad sindical, los derechos de participación en la empresa, la negociación
colectiva y el derecho de huelga, fundamentalmente. En este marco de
regulación, la referencia al sindicalismo es continuo asi como la reflexión
sobre sus resultados y los obstáculos que encuentra a su desarrollo. Sin
embargo, desde la ideología predominante en el espacio de la información,
detentado por el poder económico de la propiedad de los medios y la progresiva
extensión de los discursos básicos de la extrema derecha, acompañados de la violencia
cada vez más descontrolada con la que éstos se expresan, la acción sindical es
estigmatizada como un elemento ajeno y contrario a la prosperidad económica y a
la libertad individual de los consumidores y propietarios, que es el contenido
que define la ciudadanía en la imagen que estos medios imponen. La deriva
autoritaria y violenta que el discurso político conservador está adoptando en
los últimos tiempos, marcado por una narrativa ultraderechista que recupera
tópicos del fascismo, ha acentuado esta hostilidad ante el pensamiento crítico
en el derecho y las posiciones reivindicativas de una alternativa regulatoria
del trabajo en la que el sujeto colectivo sindical tenga un protagonismo
decisivo.
Esto es lo que ha sucedido en
Argentina, donde el presidente electo, Javier Milei, adopta un lenguaje
de extrema violencia en sus comparecencias públicas en el que priva de
características humanas a sus adversarios y procede a una retahíla de insultos
en cada una de sus entrevistas televisivas. El avance del autoritarismo en
aquel país es cada día más evidente, junto con la degradación de las
condiciones de trabajo y de existencia de la mayoría de la población
trabajadora. En ese contexto de violación masiva de derechos que afecta a la
dignidad del trabajo, en un programa de televisión de cierto seguimiento, en el
Canal La Nación + un periodista de renombre por su larga confrontación con el
kirchnerismo, Luis Majul, dedicó una parte de su programa a acusar con
nombres y apellidos a cuatro catedráticos y un profesor titular (en la
terminología académica española) de Derecho del Trabajo de la Facultad de
Derecho de la Universidad de Buenos Aires de “adoctrinamiento sindical” por el
hecho de que estos profesores tienen una actuación profesional de defensa de
los trabajadores y representan a sindicatos de trabajadores en los litigios
abiertos ante los planes de privatización, despidos y reducción salarial que el
gobierno está realizando.
La acusación de “adoctrinamiento”
implica que estos docentes trasladarán al alumnado una concepción del derecho
sesgada, no “imparcial”, y, lo que al presentador más le importaba, contraria a
las medidas de recortes y privatizaciones impulsadas por el gobierno y su
presidente. En todo el programa la difamación y el señalamiento público se
acompañó de la manifiesta ignorancia de la altura intelectual de estos
profesores, de su trayectoria universitaria, de sus publicaciones e
investigaciones y de su reconocimiento internacional. Todo ese bagaje
universitario no interesa a los medios de comunicación, que prefieren situar a
estas personas como funcionarios siniestros de la organización sindical que se
enfrenta al poder público para no perder sus privilegios y sus prebendas. Algo
que en España conocemos muy bien, puesto que el discurso de la derecha extrema
y la ultraderecha sigue hablando de manera delirante de los sindicalistas como
“come mariscadas” que viven de las subvenciones del estado a costa de los
trabajadores.
La denuncia de estos profesores
ha sido condenada de manera abrumadora por una larga lista de instituciones
cuya sola enunciación impresiona por su amplitud y la rapidez y contundencia en
la respuesta. Ante todo por las dos
confederaciones sindicales CTA – de los Trabajadores y Autónoma, ahora en
proceso de fusión – del Foro permanente de los Institutos del Derecho del
Trabajo de los Colegios de Abogados de Buenos Aires, de la Asociación Argentina
de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social en su sede nacional, la
Asociación Argentina de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social de
Córdoba, la Federación Argentina de Colegios de Abogados, el Foro Federal del
Trabajo – colegios de abogados y de procuradores de la República Argentina – la
Federación Judicial Argentina, la Facultad de Derecho de la UBA, el Sindicato
de Prensa de Buenos Aires, el sindicato de trabajadores del Subte de Buenos
Aires, la Asociación de Abogados y Abogadas Laboralistas, el Instituto de
Derecho del Trabajo del colegio de Abogados de La Matanza, la Asociación
Judicial Bonaerense, el Foro de Abogados de Organizaciones Sindicales, la
federación Nacional de Docentes Universitarios (CONADU) y la Federación de
Docentes de la Universidad de Buenos Aires en la Facultad de Derecho.
En este blog resaltaremos el
comunicado que ha efectuado la Asociación de Especialistas en Relaciones
Laborales de Ex becarios de la Universidad de Bolonia, Centro Internacional de
Formación de la OIT y de la Universidad de Castilla La Mancha, en su Sección
Argentina, según el cual “desde la más supina de las ignorancias pretendidos
comunicadores y una diputada nacional se atrevieron a cuestionar a varios de
los más notables abogados laboralistas de la Argentina, titulares y adjuntos de
cátedras de Derecho del Trabajo de la UBA, todos ellos concursados, sólo por
ser también asesores legales de centrales u organizaciones sindicales” y “para
justificar esta sorprendente y rancia acusación, estos remedos devaluados de
inquisidores nada dicen de las intachables trayectorias docentes de décadas
frente a los claustros; de las decenas de libros y artículos publicados en las
más importantes revistas especializadas nacionales e internacionales; de las
periódicas convocatorias de las más prestigiosas universidades de la región y
de Europa y también de organizaciones públicas y privadas de nuestro país o de
los organismos internacionales vinculados al mundo del trabajo y de la
seguridad social, como, por ejemplo, la Organización Internacional del Trabajo
(OIT), o el Banco Mundial”.
Algunos comunicados evitan dar el
nombre de estos docentes e investigadores de la UBA para evitarles una “sobre
exposición”. Y posiblemente tengan razón, porque, como sigue diciendo el
comunicado de la asociación de ex becarios del curso de especialistas en
relaciones laborales que fundaron Umberto Romagnoli y el “Nonno” Pedro
Guglielmetti, este señalamiento responde a una estrategia precisa: “No
somos ingenuos y sabemos que tras la gratuita difamación a nuestros colegas se
pretende encubrir el incomprensible y sistemático ataque del gobierno nacional
a toda la universidad pública. También sabemos que ni nuestros colegas, ni
nuestra Asociación, ni millones de argentinas y argentinos nos dejaremos
amedrentar”.
Pero en este blog vamos a dar sus
nombres, para que se pueda comprender la entidad de la infamia ultraderechista
del señalamiento a exponentes de una generación de iuslaboralistas que suponen
hoy un punto de referencia fundamental para explicar la doctrina argentina
sobre el derecho del trabajo. Se trata de Juan Pablo Mugnolo, Pablo Topet,
Hector Omar García, Mariano Recalde y Guillermo Gianibelli. Son todos ellos amigos y compañeros desde
hace mucho tiempo y con ellos hemos podido trabar un amplio contacto e
intercambio de reflexiones y de puntos de vista sobre los problemas más
acuciantes del derecho del trabajo en los diferentes marcos institucionales comparados
que compartimos. Guillermo Gianibelli es además es un gran e
inseparable amigo personal con el que hemos establecido una larga relación
desde hace más de treinta años y con el que, como se podría comprobar
fácilmente, mantenemos también una densa cooperación científica. Señalar a
todos ellos como adoctrinadores y enemigos del estado es una muestra de la
degradación de la esfera pública de la información y su servil puesta a
disposición de los objetivos más inquietantes de un estado autoritario que
busca anular la libertad de cátedra y el pensamiento crítico en materia de
relaciones de trabajo.
El ataque, además, se produce en
momentos del conflicto contra la universidad pública, el bloqueo a su
financiación y el intento de acallar sus valores. La impresionante respuesta
del sector universitario, gremial, judicial y sindical a este señalamiento
personal es muy positivo, y permite ser consciente de la fuerza que la
preservación de la democracia tiene todavía arraigada en una buena parte de la
sociedad argentina junto a la defensa de la universidad pública y la enseñanza de
calidad. Pero este hecho odioso, al margen de la solidaridad que debe producir
entre nosotros y que desde ya enviamos a los afectados Mugnolo, Topet,
Garcia, Recalde y Gianibelli, debe también servirnos para calibrar las
pulsiones que en España se están produciendo en esta misma dirección, en una
universidad pública debilitada y en algunos territorios claramente infrafinanciada.
Por el momento, a través de denuncias anónimas sobre profesores “sesgados” a la
izquierda o al sindicalismo, pero seguramente se irán ampliando cuando cuenten
con el respaldo de un poder público que, como en Argentina, entienda que hay
que silenciar a toda costa la reflexión crítica y el proyecto de reforma social.
A costa de la calidad académica y de la seguridad de las personas que hacen de
la creación y de la cultura libre su profesión. No queramos que el caso de
nuestros colegas argentinos sea en el futuro una realidad posible en nuestro
país.
Mi solidaridad con los compañeros y amigos de la Cátedra de Derecho Laboral de la UBA. Atacar la Universidad publica y a sus docentes solo persigue eliminar el espíritu crítico de la ciudadanía.
ResponderEliminarUn abrazo grande!
Paco Trillo
La solidaridad con tan distinguidos catedráticos, se impone. El repudio a la acusación gubernamental y periodística, también. Vaya el saludo fraterno y el apoyo incondicional desde Montevideo - Uruguay. MEF
ResponderEliminarExpresso minha solidariedade aos colegas professores de Direito do Trabalho da Universidade de Buenos Aires. Tempos tristes são estes onde o negacionismo se apresenta como projeto de destruição do sindicalismo e das relações coletivas de trabalho pela desqualificação ignóbil dos que se dedicam a fazer viver os direitos laborais e sindicais ao ensinar o que é certo! Sayonara Grillo, UFRJ
ResponderEliminarExpreso mi profunda solidaridad con los distinguidos profesores que enaltecen la enseñanza de Derecho del Trabajo en su país y fuera de él. Mi fervoroso repudio a esta difamación que demuestra ignorancia
ResponderEliminarHola Antonio. El sábado en la sede de la Casa Museo de la Fundación Alfredo L.Palacios, de la que soy Presidente Honorario, y con motivo de la asistencia de público en razón de celebrarse la Noche de los Museos en la Ciudad de Buenos Aires, haremos un reconocimiento y respaldo a los profesores Gianibelli, García, Mugnolo y Topet. Con el ataque fascista y macartista dirigido hacia ellos se ataca al Derecho del Trabajo, cuya figura emblemática, el Maestro Palacios, fue Decano de la Facultad de Derecho de la UBA, dos veces Rector de la Universidad de La Plata, y fundador y docente de la Cátedra de Derecho del Trabajo y Seguridad Social de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA.
ResponderEliminarUn abrazo
Pedro Kesselman