viernes, 13 de junio de 2025

JOSE ENRIQUE SERRANO, PROFESOR UNIVERSITARIO


El martes 10 de junio fallecía, a causa de un tumor cerebral, Jose Enrique Serrano Martínez, “un servidor público ejemplar y hombre de diálogo", como señaló la Presidenta del Congreso al pedir un minuto de silencio en su honor, que fue jefe de gabinete de dos presidentes de gobierno, de Felipe González primero y de Jose Luis Rodríguez Zapatero después. Su carácter de “hombre de Estado” ha sido valorado en toda la prensa y en los diversos recuerdos que sobre su figura han tenido destacados dirigentes socialistas y de otras fuerzas políticas que tuvieron trato directo con él. Esta entrada sin embargo se quiere centrar en otro aspecto de su biografía que las noticias al uso no han podido resaltar, y es su condición de profesor universitario especialista en derecho del trabajo y de la seguridad social, y tiene una fuerte componente autobiográfica al coincidir con él durante toda esta primera etapa.

Si la memoria no me falla, cursé la asignatura de Derecho del trabajo en la Facultad de derecho de la Universidad Complutense de Madrid en el año académico 1973-1974 cuyo titular era Manuel Alonso Olea. En aquella época era frecuente que acompañaran a los catedráticos los profesores ayudantes, y asi por las mañanas – la clase comenzaba a las 8,30  - junto con el titular de la asignatura venían a clase y se sentaban en la mesa Maria Emilia Casas, Jose Enrique Serrano y Joaquin Aparicio. Eran los PNNs – profesores no numerarios – cuya clara orientación antifranquista la conocíamos todos y a los que Alonso Olea les dejaba en alguna ocasión dar la clase en su lugar.  Desde ese año por tanto conozco a Jose Enrique Serrano (de ahora en adelante JES) y daría comienzo a una relación de amistad con mis tres profesores, afianzada al acceder yo en el curso 1975-1976 a una beca de formación de profesorado e ingresar en el Departamento de Derecho del Trabajo en la cátedra “rival” cuyo titular era Gaspar Bayón Chacón. Eran tiempos de lucha democrática en la que el movimiento estudiantil y el movimiento de los PNNs adquirieron un protagonismo evidente en el combate contra la dictadura, recrudecido tras la muerte del dictador en 1975. En el quinto piso de la Facultad, donde se encontraba el Departamento, coincidíamos todos los profesores con dedicación exclusiva y trabajábamos y debatíamos juntos tanto sobre la universidad y nuestra peculiar forma de estar en ella como sobre la política y la necesidad de crear las condiciones para una democracia social(ista) que pudiera establecerse en nuestro país tras la ruptura con la institucionalidad franquista.

JES era un investigador excepcional en derecho del trabajo. En aquella época la pesadilla de todos nosotros era la de empezar/acabar la tesis doctoral que supuestamente nos permitiría optar a una plaza “en propiedad”, dado que nuestros contratos administrativos de uno o dos años de duración tenían que ser continuamente renovados, en un proceso de precariedad estimulada institucionalmente. JES quería hacer la tesis sobre un tema teórico excepcionalmente importante, el interés de empresa, pero en aquellos momentos además (o con independencia de) la escritura de ese  primer trabajo de investigación que se suponía era la tesis doctoral, todos los iuslaboralistas publicábamos comentarios jurisprudenciales, escribíamos artículos y capítulos de libros y dábamos conferencias con independencia del tema sobre el que en principio deberíamos desarrollar la tesis. Discutíamos cada texto que íbamos a publicar, y valorábamos su funcionalidad en términos políticos. La crítica colectiva servía para enfocar mejor la versión definitiva. No creíamos en el talento individual ni nos preocupaba el impacto de lo que escribíamos cada uno de nosotros basado en el prestigio de las revistas o editoriales, por lo demás siempre las mismas en las que se podía hacer pública nuestra contribución.

JES tenía un protagonismo relevante en la asamblea de PNNs de la Facultad de Derecho y además daba clase en un colegio universitario en Segovia. Los PNNS manteníamos la reivindicación del contrato laboral como forma de inserción en las estructuras universitarias, rechazábamos la relación de servicio de la función pública. Queríamos ser definidos como trabajadores, dado que esa era nuestra percepción de la actividad que llevábamos a cabo: trabajadores de la enseñanza. Ligados por un contrato administrativo de carácter temporal a la UCM, sin embargo entendíamos que esta relación contractual debía ser sustituida por la relación laboral común en los colegios universitarios. JES dedicó un luminoso trabajo en el primer número de la Revista Española de Derecho del trabajo que Alonso Olea había creado en la editorial Civitas (1980) a intentar demostrar este tema criticando la deriva jurisprudencial que negaba la laboralidad de este personal. Una propuesta que le llevó asimismo a hacer huelga por los derechos laborales de este profesorado en el Colegio de Segovia y que culminó con su despido – y de Joaquin Aparicio como su sustituto – por participar en esta acción colectiva.

Los temas sobre los que JES escribía – aunque fura de encargo – tenían inmediatamente una enjundia teórica relevante. Asi sucedió con la dimisión del trabajador, en las lecciones que el Departamento organizaba comentando la Ley de Relaciones Laborales (1977), o con el abordaje de la titularidad y el ejercicio del derecho de huelga a partir del sujeto sindical en el libro que presentamos colectivamente a un premio del Centro de Estudios Constitucionales sobre la primerísima jurisprudencia constitucional (1983), pero ante todo el tema que eligió para las lecciones en honor a Bayón y Del Peso (1980) sobre el convenio colectivo de franja en el ordenamiento español, que fue un referente fundamental en cualquier estudio sobre esta unidad de contratación en adelante.

Como profesor universitario tenía una inmensa curiosidad por estudiar y aprender también de otras experiencias comparadas. Para toda nuestra generación, el iuslaboralismo italiano y en general el laboratorio de ideas que se estaba desplegando en Italia era terriblemente atractivo. Con él realicé un viaje para mí iniciático a Italia en septiembre de 1978 en el que compartimos experiencias y emociones varias, en un contexto en el que el debate ideológico italiano en la izquierda era muy cruento y en donde nuestra aproximación que podríamos llamar “movimentista” se confrontaba con la perspectiva radical de autonomía obrera y la emergencia de una situación insurreccional fallida y combatida institucionalmente de forma en muchas ocasiones brutal. Estuvimos en Perugia – una ciudad a la que JES volvería más veces y con la que tendría siempre un ligamen fundamental también a través de Luisella su profesora de italiano – y una mayor estancia en Roma, en la casa de familia de un diputado del PDUP, Giorgio Bonomi a cuyo través tuvimos relación con  Valentino Parlato y la gente de Il Manifesto. Recuerdo el retorno a Madrid en coche – creo que era un Ford fiesta azul – en el que pasamos la noche antes de atravesar la frontera de España. Nuestro aspecto debía ser tan sospechoso que el guardia civil nos obligó a abrir el portaequipajes del coche en donde su asombro fue mayor al comprobar que en él viajaba la colección entera de la revista Politica del Diritto que el funcionario interpretó como un solo libro repetido doscientas veces hasta que conseguimos sacarle de su error.

La gestión universitaria le ocupó a JES un largo espacio de tiempo. Fue vicesecretario de la Facultad con el primer decanato democrático de Aguilar Navarro (1977) vicedecano con Horacio Oliva y secretario general de la UCM con el rectorado progresista dirigido por Francisco Bustelo (1981). Organizó encuentros fundamentales que perseguían la construcción de una etapa universitaria constituyente, en donde se desplegó un debate en profundidad sobre la universidad que requería el sistema democrático. En esos momentos tan terribles la Facultad sufrió un ataque armado por parte de grupos fascistas frente al cual JES mantuvo una arriesgada actitud de enfrentamiento y con el golpe militar del 23 de febrero de 1981, estuvo con muchos de nosotros en la Asamblea de Facultad del día siguiente defendiendo la democracia frente a un nutrido grupo de lo que hoy se llaman ultraderechistas en aquel momento golpistas franquistas. La policía encontraría una lista de siete profesores – todos no numerarios - de la facultad que deberíamos ser localizados y previsiblemente “anulados” si el golpe triunfaba. Uno de ellos era, naturalmente, JES.

Es hoy complicado reproducir lo que en aquellos momentos implicaba estar en la Facultad de Derecho, donde JES invertía todas las horas del día y de la tarde, en un compromiso permanente con un proyecto universitario de servicio público exigente y participativo, con una influencia muy apreciable del movimiento de profesores no numerarios en la gestión y en la contratación de profesorado, y con una intervención activa del estudiantado tanto a través de las asambleas como mediante su participación en las muy coloridas Juntas de Facultad. Tantos amigos y amigas se deben acordar de aquellos momentos en los que la idea del servicio público y de la enseñanza como trabajo colectivo era compartida por esos sectores que nosotros considerábamos la punta de lanza de nuestra actuación, PNNs y estudiantes. Miguel Mora, Emilio Octavio de Toledo, María de la Válgoma, Fernando Sequeira, Javier Álvarez, Fernando Amérigo, pero también Juan Terradillos, Carmen Galán, Anabela Silva, Enrique Olivas, Lola Cid.

La capacidad de ordenar el aparato legislativo en materia laboral que iba segregando el cambio normativo a partir de la Constitución habría de ser asimismo una de sus preocupaciones más insistentes. La editorial Civitas le confió realizar un compendio legislativo sobre la regulación del trabajo, y, en colaboración con Marcial Sequeira y otros profesores primero, enseguida en solitario ambos, configuraron la Legislación Social Básica, un clásico en este estilo de códigos legales que llegó a tener 35 ediciones. En un más difícil todavía se atrevió con una Legislación sobre clases pasivas del Estado que nos dedicaría a Joaquin Aparicio y a mí. Más tarde, legaría toda la importante biblioteca de su padre, Serrano Guirado, a la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la UCLM, en Ciudad Real, en lo que entendimos que era un regalo para sus dos amigos catedráticos de Derecho del Trabajo en esa universidad.

A partir de 1987 inició lo que podríamos llamar su carrera política, en donde seguramente su experiencia de gestión universitaria le precedía como un dato positivo. Y ese es el tramo de su vida por el que más se le conoce, especialmente como jefe de gabinete de dos presidentes de gobierno socialistas en dos etapas diferentes, con el interregno asimismo de serlo del secretario general del PSOE, además de diputado en el Congreso en varias legislaturas. Era un hombre sólido y convencido de la necesidad de encontrar soluciones eficaces ante cualquier tipo de problema planteado e intervino en muchos acontecimientos siempre de manera discreta, sin dejar traza pública. Tenía un convencimiento profundo de que el Estado era un espacio de construcción del interés general al que debían cooperar las fuerzas políticas que representaran mayoritariamente las tendencias opuestas progresistas y conservadoras.

Tras la llegada de Aznar a la presidencia del gobierno, JES, que solo tenía como fuente de ingresos el salario de profesor asociado, exploró un terreno insólito, el de productor cinematográfico. No suele tampoco hablarse de esta aventura que no culminó exitosamente, pese a que el resultado fuera una muy digna La Luz prodigiosa de Miguel Hermoso, protagonizada por Nino Manfredi que a JES le encantaba recordar en uno de sus films favoritos, C’eravamo tanto amati, de Ettore Scola.

Pero ante todo JES ha sido siempre el amigo de aquellos tiempos de la universidad, a los que siempre ha mantenido una suerte de fidelidad y de lealtad. Con Maria Emilia Casas en tantos momentos y con Joaquin Aparicio y conmigo siempre mantuvo una relación de cariño y de complicidad. Sus cumpleaños veraniegos – el 25 de julio habría cumplido 76 años – durante mucho tiempo eran siempre un espacio amable de encuentros, y la celebración de su 60 aniversario resultó una enorme fiesta en la que pudo unir las diferentes etapas de su trayectoria vital. Hace diez años sim embargo, la enfermedad pulmonar que padeció le restringió mucho su capacidad de movimiento y de relación, pero siempre había tiempo para mensajes o, especialmente con Joaquin Aparicio, llamadas telefónicas para ponernos al día.

Con él desaparece una persona compacta, culta y amable, de una gran elegancia que simultaneaba con la sencillez en el trato humano, un tipo de político posiblemente en vías de desaparición ante el rumbo que ha adoptado nuestro espacio público en el que la prudencia y el respeto personal parecen haberse perdido definitivamente. Pero ante todo para quienes le conocimos y le quisimos, desaparece un buen amigo, una mejor persona. Que la tierra le sea leve.

 

 

 

 

 

 

 

10 comentarios:

  1. Gracias, Antonio, por tan bello recuerdo de JES y de una época de nuestra universidad tan rica en experiencias y aprendizajes colectivos.

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  2. Querido Antonio, muchísimas gracias por tu post. En efecto, es una faceta que todo lo publicado pasa por alto y por eso tiene aún más valor. Es absolutamente evocador (es increíble, tantos años después, el detalle de personas, momentos, situaciones...), y estoy seguro que a él le habría encantado. Muchas gracias otra vez.

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  3. No conocí a José Emrique en su época en la universidad sino ya como Director del gabinete del Presidente Rodríguez Zapatero. Pero ejerció ese cargo siempre como profesor universitario: desde luego por su magisterio sobre quienes trabajamos bajo su dirección y la autoridad que todos le reconocieron. Pero sobre todo porque actuó siempre con las virtudes de un buen universitario: la curiosidad sin fin, el trabajo de preparación y estudio previo a cada decisión, la escucha de los demás, la duda propia, el esfuerzo de explicar y convencer y la exigencia de plasmar el compromiso politico del mejor y más riguroso y honesto modo posible. Y, como los mejores maestros, con respeto y enorme generosidad intelectual y personal. Muchos le recordamos por ello con gratitud y cariño.

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  4. Gracias Antonio. Has recogido muy fielmente la etapa universitaria de Jose y tambien la de todos los que concidimos con él en aquellos años cargados de futuro y de compromiso con la libertad y la igualdad.

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  5. Todos le vamos a echar mucho de menos.

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  6. Gracias por esta entrada, no conocía esa faceta de José Enrique. Deja una huella imborrable en el partido y en el Grupo Parlamentario Socialista, un ejemplo de servicio público y buena política para los malos tiempos que corren.

    Un abrazo.

    Miguel Ángel Gonzalez Caballero

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  7. Gracias Antonio. Bellísimo texto. La evocación de la vida de la facultad de aquellos años y las referencias italianas tienen por distintos motivos muchas resonancias para mi, Un fuerte abrazo de un antiguo compañero, Luis Serrano, el inesperado Serrano romano

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  8. Lola Díaz Glez-Blanco17 de junio de 2025, 22:16

    Querido Antonio. Un acierto evocar una etapa tan importante para la vida de nuestro común amigo.Mucho más que una etapa profesional .Él era un maestro universitario en el amplio sentido de la palabra. Me identifico entre esas estudiantes, que nombras de manera genérica, que con los PNN y algunos otros profesores pensábamos que el mundo podía cambiar, que lo colectivo era más importante y transformador que lo individual. Seguramente sin su paso por la universidad, tanto desde el punto de vista intelectual como personal , José Enrique no hubiera sido un político ( "en la sombra"), tan preparado, eficaz, y consecuente . Y lo más importante ,sin dejar de ser amigx de sus amigxs desde la honestidad ,la cercanía y el.cariño del que no olvida quien es pero no lo utiliza para mantener viva la llama de la amistad. Y siempre desde la ironía y a risa inteligente. Al menos así he vivido yo su amistad prístina e incondicional. Mi maestro y amigo siempre en mi corazón

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  9. Un.abrazo muy grande para ti y para Joaquín Aparicio. Un trío inolvidable.

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  10. Que bonitas palabras a la
    Memoria de José Enrique, yo si le conocí y me apoyó en un consejo de departamento en esa quinta planta de la facultad de derecho de la UCM, no me conocía de nada, pero junto a Maria Emilia y Fernando Valdés trató de evitar que me dejaran sin plaza en el departamento, ellos tres frente al resto de “Montoyas” que había por entonces. Y recuerdo que tras perder la votación vino a mi despacho a darme ánimos, pasados muchos años, le volví a ver en una comida y recordaba aquella esperpéntica reunión. Una bella persona!!!

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