El
resultado de los cinco referéndums en Italia impulsados por la CGIL no ha
conseguido su objetivo al no alcanzar el quórum requerido por la norma: el 50% +
uno de las personas censadas para votar, lo que suponía haber logrado que
votaran al menos 25 millones de personas. No ha sido así. Han ejercido su
derecho electoral en torno a 14 millones de personas, un 30,5% de la población,
un 29,8% si se tiene en cuenta el voto de los italianos e italianas del
exterior. Es interesante analizar en detalle los resultados para posteriormente
efectuar algunas consideraciones sobre este tema.
La primera variable analizada ha
sido la territorial. Han votado más personas en el centro y en el norte de
Italia, y ha habido más abstención en las regiones del sur y en las dos islas,
Cerdeña y Sicilia. Casi han llegado al 40% Toscana y Emilia Romagna (39 y 38,5%
respectivamente), seguidas de Liguria y Piamonte (35%), Marche, Umbria y Lazio
(entre el 32 y el 31%). Sin embargo, ha
habido un pico abstencionista en el Trentino – Alto Adige (22,7 %) y una
participación por debajo de la media nacional en Valle de Aosta (29%), el
Veneto (26,2%) Friuli-Venezia- Giulia y
Molise (27%) . En general el sur, salvo la región de Basilicata (31%) se ha
movido entre el 29,8% de Campania o Abruzzo, el 28% de la Puglia, al 23,7% de
Calabria. En las islas, mientras que en Cerdeña se obtenía el 27,3%, en Sicilia
se detenía en el 23%.
Por lo demás, el voto en las
grandes ciudades ha sido mayor que en las pequeñas, pero salvo en alguna en la
que se celebraba la segunda vuelta de las elecciones municipales, en ninguna se
ha superado el umbral del 50% aunque se ha estado cerca (por ejemplo, en
Bolonia, se ha llegado al 47,67%, en Turín el 42%). En cuanto a las franjas de
edad, han votado fundamentalmente los menores de 40 años y los mayores de 60,
las cohortes de personas entre 40 y 60 han sido las más abstencionistas. Y por
género, las mujeres han votado más que los hombres (7% más).
La segunda variable es la
distribución del voto en torno a las cinco preguntas planteadas a la
ciudadanía. Es interesante observar que apenas hay variaciones en las cuatro
primeras relativas al trabajo sobre la derogación de la Job Act y la
fijación de topes indemnizatorios más altos en los despidos de las pequeñas
empresas, los contratos temporales y la responsabilidad de las empresas
principales en el caso de las subcontratas (un resumen de estas propuestas
refrendarias se publicó en esta entrada del blog https://baylos.blogspot.com/2025/04/los-referendums-de-junio-en-italia.html)
que han obtenido un consenso formidable, casi rayano en el 90% de las
respuestas positivas con escasas diferencias entre ellas, aunque la que más
síes ha obtenido ha sido la que implicaba reponer en el ordenamiento jurídico
italiano la readmisión forzosa ante el despido ilegítimo.
Sin embargo, no ha sucedido asi
con la quinta cuestión, que implicaba la reducción del tiempo de residencia a
cinco años para obtener la nacionalidad italiana. Ahí el porcentaje de
negativas a la pregunta ha alcanzado el 35% frente a un poco más del 65% que lo
aprobaba. Las razones que se dan desde el posicionamiento político del
Movimiento 5 Estrellas, que ha dado libertad de voto a sus militantes sobre
esta cuestión, aunque Conte ha dado a entender claramente que él votaba
por el sí, pero resulta interesante comprobar que la mayor parte de los votos
favorables a reducir el tiempo de residencia para inmigrantes se han dado
precisamente en barrios y zonas de alta presencia de inmigrantes, por lo que la
repulsa a este tema se localiza más bien en las zonas residenciales urbanas en
donde posiblemente las alarmas lanzadas por los grandes medios de comunicación
y sostenidos por el gobierno que asocian inmigración y delincuencia han podido
tener su influencia.
Lo que si es evidente es que el
referéndum ha tenido desde el comienzo la hostilidad no solo de las
organizaciones empresariales y de los agentes financieros – lo que en
definitiva parecería coherente con el sesgo laboral y garantista de esta
iniciativa – sino del gobierno en pleno y de las fuerzas políticas de derecha y
ultraderecha que lo sostiene, además de la de otros grupos políticos
denominados de centro – Calenda y claro está, el propio Renzi – que
han optado no por batirse sobre el rechazo a estas preguntas y por consiguiente
por integrar en el debate público las razones que avalarían el “no”, sino que,
posiblemente conscientes de que el resultado de esta consulta les sería
adverso, han optado por silenciarla en los medios de comunicación – en donde
prácticamente no han existido debates ni siquiera noticas sobre el desarrollo
de las campañas del sindicato por movilizar a la ciudadanía al voto, explicando
su contenido – y por recomendar explícitamente a la población que no acudiera a
votar.
Expresar explícitamente la desafección
frente a la participación de la ciudadanía en la participación democrática
directa a través de la emanación del voto personal y directo sobre la
conveniencia de derogar leyes que resultan contrarias al interés colectivo tal
como se expresa a partir de los resultados de la consulta, es evidentemente una
opción política que atenta contra la cultura democrática y que pretende a la
postre desinstalar el componente de la acción ciudadana de control de la
actuación legislativa y sustituirla por un aislamiento de los individuos de su
capacidad de intervenir directamente en la determinación de los intereses
colectivos de los grupos en los que éstos se integran. Supone además avalar el
desinterés cada vez más amplio de importantes sectores de la población que se
desvinculan del mecanismo electoral y no participan en las convocatorias para
la provisión de cargos electivos en el Estado, la Región o los ayuntamientos,
demostrando una crisis fuerte del instrumento de representación.
En esta ocasión el gobierno
italiano y las fuerzas políticas de la derecha y ultraderecha han atacado
directamente el mecanismo de participación directa que la Constitución italiana
prevé a través de referéndum derogatorio. Autoridades del Estado como el
presidente del senado La Russa recomendó la abstención y la presidenta
del Consejo de Ministros – que quiere que se le siga denominado en masculino,
presidente – Meloni, afirmó que iría al colegio electoral pero no
votaría. El mensaje era claro, “ir al mar”, despreocuparse de un debate
político fundamental que resituaba la cuestión del trabajo en el centro del
espacio público, porque ese tipo de problemas no interesan al común de los
individuos que deben aprovechar el día de descanso semanal para su propio ocio
o su negocio, no para intervenir sobre las decisiones que afectan a la
generalidad de las personas que trabajan. Y a partir de ahí la respuesta
política no se ha hecho esperar: hay que subir el número de firmas necesarias
para solicitar un referéndum, no puede el Estado organizar estas consultas a
capricho de organizaciones o de partidos que quieren retar al gobierno
legítimamente constituido con mayorías parlamentarias estables, etc. sin que
desde luego se piense en poder rebajar el quórum exigido del 50% que ya en
algunas elecciones como las últimas europeas, no se alcanza.
El resultado ha sido por tanto la
derrota de esta propuesta participativa que protagonizaba el sindicato. Una
derrota de la que se enaltece el gobierno y los partidos que lo sostienen, que
cuentan como voto de confianza el número de quienes no han votado. Y una
derrota que sirve para que los adversarios de los dirigentes de las fuerzas
políticas que apoyaron este referéndum exijan responsabilidades y cambio de
política. En especial en el seno del Partido Democrático, donde se cuestiona el
giro a la izquierda que ha llevado a cabo Schlein, dado que el Job
Act fue precisamente una ley impulsada por el PD cuando el presidente del
gobierno y del partido era Renzi, pero también en 5 Estrellas, donde el
“frentismo” (relativo) de Conte es criticado por muchos de la vieja
guardia (Beppe Grillo, el fundador histórico y luego garante del
movimiento recomendó hacer una “parrillada” en juego de palabras con su
apellido, en vez de ir a votar). Pero sobre todo representa una derrota para la
CGIL, que es quien ha llevado la carga y la responsabilidad de organizar e
impulsar el referéndum y la movilización posterior para conseguir su victoria.
Y la figura de Landini como secretario general aparece por tanto en el
centro de un posible ajuste de cuentas interno.
Pero, aun partiendo del fracaso
del objetivo – que por otra parte era muy exigente, puesto que obtener el 50%
se veía por los convocantes muy complicado, tanto por el enorme número de votos
que habría que conseguir como por la fecha en la que se convocaba el
referéndum, separado de otros procesos electorales como forma de evitar afluencia
a las urnas convergente – lo cierto es que han votado más de 14 millones de
personas, de las cuales 12 millones y medio – más de los que obtuvo la
coalición de gobierno en las elecciones de septiembre de 2022 – lo han hecho
afirmativamente a las propuestas de la CGIL. Un numero nada despreciable de consensos
sindicales que desde luego desborda el círculo de afiliados al sindicato, y que
se ha logrado fundamentalmente a base de una intensa movilización de asambleas
en las fábricas, concentraciones y
encuentros, sin que como se ha dicho se pudiera contar con el apoyo de los
medios de comunicación. Ha sido realmente el músculo del sindicato y su
capacidad de atracción de relevantes exponentes de las fuerzas políticas, lo que ha
generado un importante efecto de compromiso popular ante una situación de
malestar social muy extendida. No se trataba de un voto político para acabar
con el gobierno, pese a que esta ha sido la interpretación que desde el poder se
ha dado, sino como una forma de corrección y desautorización de normas nacidas de una ideología neoliberal que
deberían ser eliminadas, y que la actual correlación de fuerzas parlamentarias
lo impedía. A la sensación de hallarse frente a una verdadera comunidad social
comprometida con el cambio se refieren algunos partidos como la Alianza Verde y
de Izquierdas entendiendo que esos doce millones y medio de personas posibilitan
la construcción de una masa popular con la que comenzar a discutir sobre un
futuro democrático que tenga en su centro la regulación del trabajo en clave
emancipatoria y garantista.
El papel que ha desempeñado el
sindicato en la conducción del referéndum debe ser también oportunamente
revalorizado. Ha demostrado ser un sujeto en plenitud de acción, con presencia
en un espacio público propio, generado a partir de la acción colectiva, con
incidencia plena en una ciudadanía cualificada por su posición subalterna a través
de la prestación de trabajo asalariado como forma de vida. Es el representante general
del trabajo asalariado, desde las situaciones de precariedad hasta quienes
están retirados del mercado percibiendo una pensión, garantizando a todas y
todos la defensa y la garantía de sus derechos. Se discutió mucho en los
órganos de dirección de la CGIL sobre si era conveniente asumir directamente
esta posición tan activa en el plano de la participación democrática directa,
es decir si era conveniente la reivindicación tan directa del sindicato como
sujeto político. Pese a que no ha logrado su objetivo final, es evidente que la
presencia real del sindicato como sujeto social que actúa en el espacio público
y que lidera un programa de reformas decisivas en materia de trabajo debe
valorarse como un paso adelante, y sin duda los efectos beneficiosos de su
movilización se verán reflejados también en el plano político electoral del
futuro.
Una lástima que no se ha conseguido alcanzar los números suficientes para el cambio, pero adelante! No ha sido pequeña la movilización y esfuerzos del sindicalismo italiano! 💪🏽✊🏽
ResponderEliminarO texto do Professor Baylos analisa os resultados do referendo realizado na Itália em junho de 2025, impulsionado pela central sindical CGIL, que buscava revogar legislações trabalhistas consideradas prejudiciais.
ResponderEliminarApesar do amplo apoio às propostas entre os votantes (até 90% de votos favoráveis), o referendo falhou ao não atingir o quórum mínimo de 50% mais um dos eleitores cadastrados — apenas cerca de 30% do eleitorado participou.
Pontos principais do texto:
Distribuição territorial e demográfica do voto: Participação maior no norte e centro do país; menor no sul e nas ilhas. Jovens e idosos votaram mais que pessoas de meia-idade; mulheres votaram mais que homens.
Conteúdo das propostas: Quatro questões tratavam da reversão da Job Act e de proteções trabalhistas (como limites a contratos temporários e maior responsabilização em terceirizações), com alta aprovação. A quinta questão, sobre a redução do tempo de residência para concessão da cidadania italiana, teve maior rejeição (35%).
Boicote institucional e midiático: O governo de direita e extrema-direita, junto a partidos de centro como os liderados por Renzi e Calenda, boicotaram o referendo, recomendando a abstenção e silenciando o debate nos meios de comunicação.
Crítica à deslegitimação da democracia direta: O autor denuncia uma estratégia deliberada de esvaziamento da participação cidadã, enfraquecendo instrumentos democráticos como o referendo e aprofundando a crise da representação política.
Impacto e balanço político: Apesar da derrota formal, o referendo revelou uma base social expressiva (mais de 12 milhões de votos afirmativos) que supera o apoio eleitoral ao governo atual. O texto propõe que isso demonstra a força política e mobilizadora do sindicalismo, sobretudo da CGIL, e abre caminho para novas articulações democráticas em torno do trabalho.
Consequências internas: O fracasso reacendeu tensões internas nos partidos que apoiaram o referendo, como o PD e o Movimento 5 Estrelas, e coloca o secretário da CGIL, Maurizio Landini, no centro de possíveis disputas internas.
Em suma, o artigo interpreta o referendo não como um fracasso absoluto, mas como um marco de resistência social e democrática, e uma demonstração de que há uma massa crítica disposta a contestar o modelo neoliberal vigente e a defender os direitos dos trabalhadores.
Excelente analisis, profesor Baylos!!!