El Gobierno de Berlusconi a través de la Ministra Gelmini, ha iniciado una contrarreforma en el sistema de enseñanza italiano que está generando en estos días una masiva contestación de profesores y estudiantes. En la Universidad, la política de los recortes y de la reducción de personal es la norma. Pero lo mismo está pasando en España, a través de la acción de las políticas llevadas a cabo por los gobiernos neoliberales de Madrid y de Valencia respecto de la enseñanza universitaria. En la foto, el autor de la reflexión que a continuación se introduce, ante una de las representaciones del neoliberalismo que adornan la galería de los horrores del Museo Nevski de Parapanda.
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Como es bien sabido, tanto el gobierno de Esperanza Aguirre y del Partido Popular en Madrid, como, mas recientemente, el Gobierno del País Valenciano, han anunciado el recorte de un tercio del presupuesto de las Universidades públicas, establecido precisamente sobre los “gastos de personal”, es decir sobre los salarios de los docentes e investigadores universitarios y el personal de Administración y Servicios de la misma.
No están solos, sino que el gobierno de Berlusconi en Italia es uno de sus mas firmes predecesores. Y su acción no se extiende sólo a la enseñanza universitaria, cuyo presupuesto ha congelado – evidentemente no se le ocurre al premier italiano impedir el pago de los salarios del personal universitario – sino que se extiende a todo el sistema educativo. Decía Furio Colombo en el nuevo Unità del domingo 26 de octubre que el Gobierno Berlusconi ha recortado ocho mil millones de euros a todo el sistema educativo italiano, lo que implica la destrucción de cien mil puestos de trabajo. Los trabajadores precarios se eternizarán en su precariedad, no habrá más oposiciones, ni investigación en la universidad. Y Fabrizio Tonello, profesor en la Universidad de Padova, suministraba en Il Manifesto de ese mismo domingo unos datos inquietantes: Desde el 2005 no han aumentado los investigadores en Italia, los salarios de los docentes universitarios no llegan a la media de los países OCDE y tienen enormes diferencias entre sí. Un contratado doctor nada mas ser promovido gana apenas 1.000 € al mes, un profesor titular, recién opositado, 1.800 €, un catedrático 2.600 € de salida. A juicio de Tonillo, el verdadero problema de la universidad es la excesiva duración del recorrido que se debe hacer para llegar a la estabilidad. Se trata de un itinerario que, después de la licenciatura, oscila entre 8 y 15 años en situaciones subremuneradas, como los doctorados y los encargos de docencia. “Quien pretenda seguir la carrera universitaria debe afrontar como mínimo tres años de doctorado, y cuatro más con encargos de docencia, además de un período impreciso de profesor contratado antes de lograr por concurso un puesto de contratado doctor (si es bueno y tiene suerte)”. Como señalan las propias estadísticas, la edad media de conseguir ser funcionario docente en la Universidad italiana es la de 39 años. Eso desanima de manera evidente a las personas que pretendieran dedicarse a este trabajo, y el problema que se plantea es muy peliagudo puesto que en tres años se jubilarán 8.000 profesores universitarios, de los cuales 4.000 catedráticos, 2.500 titulares y 1.600 de esa categoría que es parecida a nuestro contratado doctor y que se denomina “investigador”, aunque da clases e investiga conjuntamente. “Con 8.000 profesores fuera del quehacer universitario, las pequeñas universidades tendrán que cerrar: esa es la apuesta en juego”. Me parece que estas mismas reflexiones podríamos importar a la situación española como inicio de un intento de calibrar los resultados terribles de este plan berlusconiano. En Italia, la respuesta popular ha sido masiva a través de la movilización no solo de los trabajadores, sino de los estudiantes de liceo, de los profesores y de los padres en el caso de la escuela elemental y media. Y puede extenderse más aun en esta próxima semana. Un buen ejemplo para Madrid y el Pais Valenciano, donde es imperiosa la extensión del conflicto a todos los sectoires de la sociedad y no sólo a los sindicatos, frente a una ideología autoritaria que se dirige sin ningún límite a desmontar el estado social y el servicio público de la enseñanza.
No están solos, sino que el gobierno de Berlusconi en Italia es uno de sus mas firmes predecesores. Y su acción no se extiende sólo a la enseñanza universitaria, cuyo presupuesto ha congelado – evidentemente no se le ocurre al premier italiano impedir el pago de los salarios del personal universitario – sino que se extiende a todo el sistema educativo. Decía Furio Colombo en el nuevo Unità del domingo 26 de octubre que el Gobierno Berlusconi ha recortado ocho mil millones de euros a todo el sistema educativo italiano, lo que implica la destrucción de cien mil puestos de trabajo. Los trabajadores precarios se eternizarán en su precariedad, no habrá más oposiciones, ni investigación en la universidad. Y Fabrizio Tonello, profesor en la Universidad de Padova, suministraba en Il Manifesto de ese mismo domingo unos datos inquietantes: Desde el 2005 no han aumentado los investigadores en Italia, los salarios de los docentes universitarios no llegan a la media de los países OCDE y tienen enormes diferencias entre sí. Un contratado doctor nada mas ser promovido gana apenas 1.000 € al mes, un profesor titular, recién opositado, 1.800 €, un catedrático 2.600 € de salida. A juicio de Tonillo, el verdadero problema de la universidad es la excesiva duración del recorrido que se debe hacer para llegar a la estabilidad. Se trata de un itinerario que, después de la licenciatura, oscila entre 8 y 15 años en situaciones subremuneradas, como los doctorados y los encargos de docencia. “Quien pretenda seguir la carrera universitaria debe afrontar como mínimo tres años de doctorado, y cuatro más con encargos de docencia, además de un período impreciso de profesor contratado antes de lograr por concurso un puesto de contratado doctor (si es bueno y tiene suerte)”. Como señalan las propias estadísticas, la edad media de conseguir ser funcionario docente en la Universidad italiana es la de 39 años. Eso desanima de manera evidente a las personas que pretendieran dedicarse a este trabajo, y el problema que se plantea es muy peliagudo puesto que en tres años se jubilarán 8.000 profesores universitarios, de los cuales 4.000 catedráticos, 2.500 titulares y 1.600 de esa categoría que es parecida a nuestro contratado doctor y que se denomina “investigador”, aunque da clases e investiga conjuntamente. “Con 8.000 profesores fuera del quehacer universitario, las pequeñas universidades tendrán que cerrar: esa es la apuesta en juego”. Me parece que estas mismas reflexiones podríamos importar a la situación española como inicio de un intento de calibrar los resultados terribles de este plan berlusconiano. En Italia, la respuesta popular ha sido masiva a través de la movilización no solo de los trabajadores, sino de los estudiantes de liceo, de los profesores y de los padres en el caso de la escuela elemental y media. Y puede extenderse más aun en esta próxima semana. Un buen ejemplo para Madrid y el Pais Valenciano, donde es imperiosa la extensión del conflicto a todos los sectoires de la sociedad y no sólo a los sindicatos, frente a una ideología autoritaria que se dirige sin ningún límite a desmontar el estado social y el servicio público de la enseñanza.
El museo Nevsky de Parapanda se parece mucho a un Palacio Real de una maravillosa ciudad del Sur de un Paìs que està sufriendo un ataque inaudito al màs fundamental de los derechos sociales fundamentales: el derecho a la educaciòn. Se està realizando la famosa "ipotesi di Piero Calamandrei", que sigue...
ResponderEliminarDiscorso pronunciato da Piero Calamandrei al III Congresso dell’Associazione a difesa della scuola nazionale (Adsn), a Roma l’11 febbraio 1950.
Facciamo l’ipotesi, così astrattamente, che ci sia un partito al potere, un partito dominante, il quale però formalmente vuole rispettare la costituzione, non la vuole violare in sostanza. Non vuol fare la marcia su Roma e trasfornare l’aula in alloggiamento per i manipoli; ma vuol istituire, senza parere, una larvata dittatura.
Allora, che cosa fare per impadronirsi delle scuole e per trasformare le scuole di stato in scuole di partito? Si accorge che le scuole di stato hanno il difetto di essere imparziali. C’è una certa resistenza; in quelle scuole c’è sempre, perfino sotto il fascismo c’è stata. Allora, il partito dominante segue un’altra strada (è tutta un’ipotesi teorica, intendiamoci). Comincia a trascurare le scuole pubbliche, a screditarle, ad impoverirle. Lascia che si anemizzino e comincia a favorire le scuole private. Non tutte le scuole private. Le scuole del suo partito, di quel partito. Ed allora tutte le cure cominciano ad andare a queste scuole private. Cure di denaro e di privilegi. Si comincia persino a consigliare i ragazzi ad andare a queste scuole, perché in fondo sono migliori, si dice, di quelle di stato. E magari si danno dei premi, come ora vi dirò, o si propone di dare dei premi a quei cittadini che saranno disposti a mandare i loro figlioli invece che alle scuole pubbliche alle scuole private. A “quelle” scuole private. Gli esami sono più facili, si studia meno e si riesce meglio. Così la scuola privata diventa una scuola privilegiata. Il partito dominante, non potendo trasformare apertamente le scuole di stato in scuole di partito, manda in malora le scuole di stato per dare la prevalenza alle sue scuole private. Attenzione, amici, in questo convegno questo è il punto che bisogna discutere.
Attenzione, questa è la ricetta. Bisogna tener d’occhio i cuochi di questa bassa cucina. L’operazione si fa in tre modi, ve l’ho già detto: rovinare le scuole di stato. Lasciare che vadano in malora. Impoverire i loro bilanci. Ignorare i loro bisogni. Attenuare la sorveglianza e il controllo sulle scuole private. Non controllarne la serietà. Lasciare che vi insegnino insegnanti che non hanno i titoli minimi per insegnare. Lasciare che gli esami siano burlette. Dare alle scuole private denaro pubblico. Questo è il punto. Dare alle scuole private denaro pubblico.
(Pubblicato sulla rivista “Scuola democratica”, 20 marzo 1950).