Ha comenzado el nuevo año. Les suponemos ya ahitos de pastelillos y turrones, tras copiosas comidas como la que recoge la fotografía - un encuentro de hermandad en la Asociación Pashukanis, dirigida con mano de hierro en guante de seda por el trío directivo que ven el la imagen, los profesores Terradillos y Olivas y la profesora Romero - y también de las noticias nacionales que ya son cada vez más locales: nuevo gobierno, nuevas medidas. Conscientes de que conocen el interesante documento realizado por CCOO explicando críticamente el primer texto legal aprobado en el consejo de minsitros del 30 de diciembre, hemos preferido mirar alrededor y señalar algunas noticias de países tan cercanos como Grecia y Portugal. Pero lo hemos hecho utilízando la muy conocida técnica del collage. Los textos en los que se basan los recortes son tan conocidos que ni los mencionamos. Y, naturalmente, trasladamos a todos los lectores nuestors mejores augurios para el año que comienza, año doce del nuevo siglo XXI.
Ahora que nuestros lectores han visto ya desarrollarse la lucha de clases en formas políticas gigantescas, ha llegado el momento de analizar más de cerca las relaciones económicas en que descansan por igual la existencia de la burguesía y su dominación de clase, así como la esclavitud de los obreros.
La fuerza de trabajo es, pues, una mercancía que su propietario, el obrero asalariado, vende al capital. ¿Para qué la vende? Para vivir. Porque la fuerza de trabajo en acción, el trabajo mismo, es la propia actividad vital del obrero, la manifestación misma de su vida. Y esta actividad vital la vende a otro para asegurarse los medios de vida necesarios.
El interés del capitalista y del obrero es, por consiguiente, el mismo, afirman los burgueses y sus economistas. En efecto, el obrero perece si el capital no le da empleo. El capital perece si no explota la fuerza de trabajo, y, para explotarla, tiene que comprarla. Decir que los intereses del capital y los intereses de los obreros son los mismos, equivale simplemente a decir que el capital y el trabajo asalariado son dos aspectos de una misma relación. El uno se halla condicionado por el otro, como el usurero por el derrochador, y viceversa.
Ahora bien, la expresión monetaria del precio del trabajo, el salario nominal, no coincide con el salario real, es decir, con la cantidad de mercancías que se obtienen realmente a cambio del salario. Por consiguiente, cuando hablamos del alza o de la baja del salario. no debemos fijarnos solamente en la expresión monetaria del precio del trabajo, en el salario nominal. El salario se halla determinado, además y sobre todo, por su relación con la ganancia, con el beneficio obtenido por el capitalista: es un salario relativo, proporcional. ¿Cuál es la ley general que rige el alza y la baja del salario y la ganancia, en sus relaciones mutuas? Se hallan en razón inversa. La parte de que se apropia el capital, la ganancia, aumenta en la misma proporción en que disminuye la parte que le toca al trabajo, el salario, y viceversa. La ganancia aumenta en la medida en que disminuye el salario y disminuye en la medida en que éste aumenta.
Pero el capital no vive sólo del trabajo. Este amo, a la par distinguido y bárbaro, arrastra consigo a la tumba los cadáveres de sus esclavos, hecatombes enteras de obreros que sucumben en las crisis. Vemos, pues, que, si el capital crece rápidamente, crece con rapidez incomparablemente mayor todavía la competencia entre los obreros, es decir, disminuyen tanto más, relativamente, los medios de empleo y los medios de vida de la clase obrera.
Esta reflexión sobre los medios de vida de las clases laboriosas se deben poner en relación con dos noticias recientes. Esta es la primera: La "troika" que forman el Fondo Monetario Internacional, la Comisión Europea y el banco Central Europea han insistido en que el Gobierno griego rebaje el salario mínimo El salario mínimo mensual, una vez abonadas las cuotas a la seguridad social, es de 600,79 euros, que baja a los 500 para los empleados menores de 25 años. La patronal griega, la AEI, que agrupa a la gran industria y las empresas de servicios, se ha asegurado estar dispuesta a que el salario mínimo no se reduzca, aunque sí ha pedido que se recorten los salarios en general para mejorar la competitividad.
Y esta es la segunda: El gobierno portugués presentó en la Asamblea de la República un proyecto de ley que pretende aumentar la jornada de trabajo en 30 minutos diarios y dos horas y media semanales. La propuesta se justifica en aras a la creación de empleo y por eso no puede aplicarse en caso de despidos económicos y despidos disciplinarios, aunque si en el caso de extinción de contratos temporales, contrato de suministro de mano de obra y despidos por inadaptación al puesto de trabajo.
Dos caminos por tanto en la recomposición del capital en la crisis: O reducción del salario o aumento del tiempo de trabajo. Y siempre teniendo en cuenta (aquí de nuevo el recorte) que el salario no es más que un nombre especial con que se designa el precio de la fuerza de trabajo, o lo que suele llamarse precio del trabajo, el nombre especial de esa peculiar mercancía que sólo toma cuerpo en la carne y la sangre de las personas.
Hola amigos y amigas, excelente crónica para los no Europeos que vamos conociendo lo que está sucediendo y el ritmo de los acontecimientos. Saludos para ti en primer lugar, querido Baylos.
ResponderEliminarQuerido profesor, a mi paso por la ciudad del diablo tuve la ocasión de ponerme al día con la actualidad italiana. No me llevó mucho tiempo este empeño, las medidas propuestas y sus justificaciones coinciden literalmente con las que conocemos en España, Portugal, Irlanda o Grecia. La motivación última del desmantelamiento del Estado social y de la degradación de las condiciones de trabajo y empleo coincide con la búsqueda incesante de la creación de empleo.
ResponderEliminar¿Por qué lo llaman empleo, cuando en realidad quieren decir mayor obtención de beneficios?
Me asalta, pues, la duda de que la cuestión del empleo haya empezado a funcionar como un elemento de disciplinamiento social entre las clases trabajadoras que aceptan con cierta resignación la violencia que se está ejerciendo en Europa sobre los derechos de ciudadanía.
Saludos desde la sede deslocalizada de Parapanda.
Querido anónimo, pásese usted por el Bar Raíz Cuadrada de Menos Uno (suficientemente conocida en Parapanda) y comentaremos la situación actual y, prudentemente, propondremos algunas perspectivas.
ResponderEliminarQuerido anónimo: Entiendo que me habla desde Turín y la famosa Mole que no voy a comentar. El diablo es realmente Marchionne, al que el dios de los soviets confunda, que quiere acabar con la CGIL y con la capacidad reguladora de la negociación colectiva. El gobierno "técnico" insiste ahora en la reforma laboral, para acabar con el art. 18 SL. Y todo en nombre del empleo. en fin, haga caso al Tito y pásese por el Bar Raiz Cuadrada de Menos Uno, en el centro de Parapanda. No tiene pérdida. Y feliz epifanía de nuestro señor...
ResponderEliminarAllí que voy!!!
ResponderEliminarCuando nos veamos (yo llevaré en la mano zocata The Parapanda Tribune y un clavel rojo en el ojal) te propongo debater sobre cómo poner al día el conflicto social. Porque hay que encontrar una salida al ninguneo a que se ve sometido. Mis saludos.
ResponderEliminarQuise decir "debatir".
ResponderEliminar