UNA MIRADA EXTERNA SOBRE LA CRISIS ESPAÑOLA

Una mirada externa nos devuelve la realidad de lo que somos. Funciona como un espejo, que nos retorna la información y extiende el radio de acción de nuestra propia mirada. Como dice Umberto Eco, los espejos pueden ser  tanto intrusivos como extensivos, además de tener la mágica especificidad de permitir que nos veamos tal y como los demás nos ven. Esta cualidad la tienen los mensajes y los análisis que provienen de fuera, que se efectúan sin estar directamente condicionados por la urgencia de lo cotidiano en un espacio y tiempo determinado.

El escrito que acabamos de recibir, con ocasión de la festividad del 1 de mayo, proviene de Argentina, y efectúa una reflexión amistosa y personal sobre la situación española, la economía y la política en la crisis global. Su autor, al que el respeto a la privacidad exige que mantengamos su identidad oculta, sólo presentable bajo el seudónimo Billy Jeanball, plantea la posibilidad de un debate abierto en un espacio-tiempo global, que permita sacar las lecciones del ataque neoliberal de la década de los noventa en toda Latinoamérica y en especial en Argentina, así como su salida política al llegar el nuevo siglo, y el laberinto europeo en el que se encuentra España y sus actores políticos y sociales. Sobra decir que esta entrada tendrá continuación, a partir de las posibles respuestas e interpelaciones que el texto de Bill nos plantea. He aquí el texto.

Querido Simón:

Sigo con todo detalle el devenir de la crisis en todas sus manifestaciones y las consiguientes réplicas de acción colectiva, en especial el siempre activo colectivo castellano-manchego, del que el blog da regular noticia, con muestras de asombro por un lado pero a la vez con la misma sensación de profecía autocumplida que teníamos nosotros en los 90. El proceso se muestra notoriamente idéntico y, salvando las distancias de ciertas particularidades – pertenencia a la Unión Europea (BCE de por medio), un Estado de Bienestar  más desarrollado (y por ello más fieramente atacado) y una encrucijada menos definida o definible (la ruptura y salida de la Unión no parece, como si lo era en Argentina el default de la deuda y recomenzar un nuevo ciclo económico que se reveló luego neo-keynesiano, una opción considerada) – el plan de ataque y sus consecuencias, llevado a cabo con el manual del neoliberalismo y por los tecnócratas de la banca global, y provocando un retroceso impensado en términos de derechos y garantías de lo público, se muestra idéntico.

Frente a eso quizás habría que tomar como referencia lo acontecido en Latinoamérica – Argentina es, como fue la mejor alumna, la mejor película para ver – para adelantar estrategias. Y en este sentido veo que, como nosotros durante una década, la estrategia defensiva y de resistencia, aunque a largo plazo confiere organización y convicción, en la coyuntura se muestra como débil y en la retaguardia. Sí, ya se, es difícil hacer otra cosa y tampoco se puede dejar de hacer esto, pero quizás definir más explícita y radicalmente lo que debe ser el mañana, y luchando para que el purgatorio sea lo más breve y salvaje posible, debiera generar más confiabilidad – aunque más minoritariamente primero – y más capacidad para ser los gestores de ese mañana luego. También aquí nuestra experiencia es pertinente: la larga onda de resistencia y organización contra los sucesivos ajustes fue hábil y funcional a la caída del régimen pero, cuando ello llegó (fines del 2001), esa misma organización muy plural pero pasible de ser articulada, no fue capaz de asumir el comando del momento destituyente y, con todas las naturales convulsiones, esa politicidad fue reabsorbida por retazos del sistema político tradicional del que emergió el más inteligente, y menos contaminado (o sí, pero más disimulado) para leer esas nuevas coordenadas, Kirchner  y su CFK.

Por ello, creo, hay que aparcar junto a las estrategias de resistencia, en paralelo, otro comando que elabore otro discurso, adiestre otros gestores y prepare otra organización para el después. Y allí hay que reunir masa crítica y radicalidad suficiente para “despegar” de la acción de “lamentación” y puteada que necesariamente se requiere en la coyuntura pero no alcanza para sustituir al discurso inexorable y de chantaje que “los mercados” cantan cada día. Para ello no alcanza tampoco con postular un capitalismo menos salvaje o sin preeminencia del capital financiero, o volver al Estado de Bienestar, ese pacto con el trabajo. Habrá que postular el socialismo en serio (y no las versiones edulcoradas de Hollande o el PSOE que supiera ser) y si de esa lucha y esas políticas luego hay que volver a pactar, como en el  siglo XX, que sea en otras condiciones y con otra correlación de fuerzas.

Entiendo que en vuestro contexto, alterado por cada cierre del IBEX, colocación de deuda y admonición de las agencias de riesgo o anuncio de un nuevo ajuste, sea difícil ver en esta perspectiva pero, insisto, cotejando con otras realidades asimilables y que se han anticipado, sí debiera serlo. Latinoamérica – el caso más visible, aunque con contradicciones, sería Bolivia, un verdadero ensayo de soluciones extra sistema construido sobre la pluralidad de experiencias étnicas, sociales, políticas luego reconocidas como tales; pero también Ecuador puede serlo y hasta Venezuela y Argentina, teñidas de populismo; y no Brasil, el más impactante en cuanto desarrollo pero más evidente en su intención de expresarse como un capitalismo de desarrollo con cierta distribución de recursos y con un Estado existente y resistente al agobio del capital, pero que no explora otras formas de mayor radicalidad o contestación en el sistema global mundial – es un espejo a mirarse. Aún Argentina no podría tomar decisiones como las de Repsol-YPF si no tuviera un imaginario construido sobre la experiencia del saqueo y el convencimiento de que el capital (extranjero o local) no es el único en condiciones de gobernanza. 

Y ya que estoy con Argentina y con Repsol, también hay que decirlo, siempre existe un riesgo  - la historia de los procesos revolucionarios es fiel reflejo – de la deriva autoritaria. (omitido…)

En ese trance estamos, querido amigo, en el de darse cuenta que algunas decisiones del gobierno son las mismas que una pluralidad democrática pero no cohesionada imaginó para “el después”, pero que son tomadas a golpe de pragmatismo (y con vahos populistas) y que, con cada una de ellas, se acrecienta el autoritarismo y la noción de que “solo nosotros” somos capaces de hacerlas, aunque ese “nosotros” sea otro liderazgo fundado en pocas personas y con nulo debate. Paradójicamente acá la sociedad está movilizada y cargada de politicidad pero no encuentra otros canales de seguimiento que los que propone CFK.

En fin, no quiero ya aburrirte, aunque seguiremos.

Un abrazo

Billy