Próximamente la editorial Cacucci, di Bari, publicará el libro de Antonio Loffredo “El derecho a la formación y al trabajo. Realidad y retórica”. Es una monografía sobre un tema importante, que el autor desarrolla de manera original y completa. Las siguientes líneas provienen del prólogo al mismo.
El libro estudia la formación y el trabajo, lo que podría hacer pensar que se proyecta exclusivamente sobre el campo del mercado de trabajo o bien sobre la profesionalidad del trabajador. Sin embargo, como se sabe ya desde hace mucho tiempo, no es posible desarrollar en este tema un discurso unívoco. De modo ambivalente, formación quiere decir, de un lado, excelencia en la cualificación del trabajo y de la profesión, pero también su contrario, es decir, descualificación y precariedad en un contexto de crisis del trabajo y de sectores estratégicos industriales siempre con mayores dificultades en épocas de crisis. La cuestión es aún más vaporosa si se relaciona formación con ciencia y conocimiento por una parte, y técnica e investigación con finalidades productivas, por otra.
La formación incide sobre la estabilidad y la promoción en el trabajo, pero también en su opuesto, sobre trabajos atípicos y funciones imprecisas, fragmentariedad del trabajo y dislocación productiva. Es un elemento importante de la productividad del trabajo, pero resulta desvalorizada por las turbulencias generadas por la descapitalización tecnológica producida en la industria. Se piensa en la formación como política de estado, como políticas públicas sobre el empleo, pero existe asimismo una dimensión colectiva y sindical que se refleja en la negociación colectiva, de la que constituye un contenido importante y no sólo en la dinámica de la concertación social. La formación se declina en singular si se inserta en la lógica de la relación contractual pero es al mismo tiempo extremadamente dependiente de la organización empresarial. En efecto, la movilidad geográfica y la movilidad funcional son categorías que se conjugan cada vez más junto con la de la formación y el trabajo. De hecho, hay muchos mitos en torno a la formación, muchas afirmaciones retóricas que no se corresponden con la realidad del fenómeno, ni siquiera en toda su complejidad.
El libro recorre atentamente todos estos ángulos, de forma que al final se consigue concebir la figura de la formación en el trabajo como un poliedro elegantemente diseñado en todas sus caras por el autor. Por eso el título del libro habla del derecho a la formación y el trabajo en un contexto de un esfuerzo por entender cuáles de los fenómenos son reales y cuáles sin embargo entran en la esfera de la retórica. Pero con un añadido de enorme valor. La formación ha de ser leída funcionalmente al trabajo y ambas nociones se traducen en términos de derechos, tanto formalmente como sustancialmente: el derecho al trabajo explica así necesariamente el derecho a la formación. Además, este ligamen implica asimismo una referencia directa a la noción de ciudadanía. Una ciudadanía actual, es decir no limitada a las fronteras del estado nación, sino configurada en el espacio europeo de derechos. Ciudadanía social, porque se trata de una posición jurídica que se ejercita frente al estado y frente a la empresa y lleva consigo la contradicción y la ambivalencia del poliedro resultante de su análisis jurídico. La contradicción de un derecho al trabajo que contradice la lógica de la valorización del capital y que no puede reducirse a una relación mercantil únicamente gobernado por la lógica del cálculo económico. Por esto, también la formación como derecho se desenvuelve en el espacio de las luchas individuales y colectivas que definen la dinámica de la ciudadanía como factor de democratización y contiene en su interior tanto la dimensión colectiva como la dimensión pública de la misma. Y esta amplia finalidad da un sentido especial de calidad al discurso que contiene el libro de Antonio Loffredo.
En el que ahora puedo justificar mi presencia en su prólogo en razón de la hermandad italo-española en el derecho del trabajo, que tiene raíces antiguas: en la formación del sistema democrático español de relaciones laborales que se inició en España a partir de 1978, donde los nombres de Mancini y Giugni, Romagnoli y Ghezzi, se colocaron en medio de la doctrina laboralista española como deidades protectoras de la misma. Una robusta alianza que se continuó en la década de los ochenta del siglo pasado a través del intercambio de trabajo y de intervenciones entre ambos, de una parte en torno a la revista “Relaciones Laborales” de Miguel Rodríguez Piñero, pero también con las “jornadas” italo-españolas gestionadas por Umberto Romagnoli y Maria Emilia Casas, donde Massimo D’Antona tuvo un protagonismo excepcional, junto a otros grandes y muy queridos amigos y amigas italianas y españolas. A aquellas relaciones “privilegiadas” han seguido toda una serie de “encuentros en la tercera fase” entre las dos culturas de los juristas del trabajo.
Hoy el punto de referencia es el derecho del trabajo europeo – amenazado, degradado y desenraizado por efecto de las políticas de austeridad – pero se han formado generaciones nuevas de profesores e investigadores del derecho del trabajo, hombres y mujeres que se conocen desde hace años y que han hecho de la multiculturalidad (relativa) de los respectivos ordenamientos jurídicos el origen de hábitos comunes y de creatividad. Ha resultado de ello una forma común de “ser universitario” y de “estar en la universidad”, de trabajar el conocimiento, de formarse y de formar a otros, lo que hace de esta generación de juristas del trabajo una masa crítica y reflexiva que ofrecen una mirada particular – y diferente – sobre el futuro del derecho del trabajo comparado y europeo. Entre ellos Antonio Loffredo – junto a Lola Santos, Laura Mora y Joaquín Pérez, entre otros más – ha sido uno de los más activos dinamizadores de tales relaciones de una manera nada complicada, se diría como una forma “natural” de aproximación al estudio del sistema jurídico – propio y europeo – y de elaboración de propuestas de política del derecho en estos campos jurídicos.
El resultado es un libro bien articulado en su complejidad que prueba la madurez del pensamiento de su autor y su capacidad para hacerlo circular como un producto cultural de alta cualidad. Este será el juicio global que podrán hacer también los lectores de Il diritto alla formazione e lavoro. Realtà e retorica, de Antonio Loffredo, a lo que son gentilmente invitados también los lectores de este blog.
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