En un mundo global, no solo circula el dinero y su representación en términos de valor financiero. El trabajo fluye y se desplaza por todo el planeta, buscando obtener medios de vida y recursos a través del trabajo que no pueden obtener en sus países de origen. La circulación de las personas que inmigran a otros países es frecuentemente obstaculizada por los Estados de llegada. Y la presencia de los inmigrantes en un territorio determinado es sinónimo entonces de privación de derechos y de discriminación. A continuación, se da cuenta de un interesante libro que aborda estos problemas desde una perspectiva jurídico-política.
En la actualidad, es frecuente
abordar el tema de la inmigración en términos de política de empleo y de
control público del fenómeno migratorio. La crisis económica, social y de
empleo que se está padeciendo con especial virulencia en los países periféricos
europeos y en el caso de España en
particular, revaloriza esta forma de aproximarse al tema de los trabajadores
inmigrantes. Por no hablar de la deriva xenófoba y proteccionista ante el
fenómeno de la desocupación masiva.
Es cierto que el trabajo se mide globalmente en términos de
empleo. Es ésta una categoría que hace referencia a la cantidad de personas – y
a la cualidad de las mismas - que se incorporan al mercado de
trabajo o que, intentándolo, no lo consiguen. Se trata de fenómenos colectivos
de inserción y de regulación de la fuerza de trabajo global, que normalmente se
sitúan en el área de la decisión pública. Son las llamadas políticas de empleo,
orientadas en nuestra área cultural y política hacia el pleno empleo. En ese
sentido, el extranjero que quiere trabajar en otro país quiere ser trabajador
en él, pero antes ser considerado tal, será contemplado normativamente como
integrante de un flujo de mano de obra que pretende una determinada inserción
en el mercado de trabajo definido estatal – nacionalmente, resultando que este
ámbito de regulación pertenece a los poderes públicos en virtud de sus
políticas de empleo. Puesto que el derecho al trabajo se garantiza dentro de
cada Estado, y en los términos peculiares del mismo, a los ciudadanos del
mismo, la condición de inmigrante se equipara a la de extranjero y se inserta en
una regulación del “mercado de trabajo” que restringe y administra los flujos
de inmigración. Los imperativos de las
políticas públicas de empleo nacionales son además reforzados por la
integración europea y sus exigencias de control de la inmigración en su
territorio. En Europa, por tanto, el eje central del problema no pasa por la
condición de extranjero en un mercado unificado mercantil y monetariamente,
sino por la configuración de la libertad de movimiento de los trabajadores en
un espacio definido no en términos políticos sino con referencia a un mercado
regionalmente integrado a nivel supranacional. El resultado en términos
normativos son bien conocidos, y en gran parte han sido asumidos por la
ambivalente Ley Orgánica 2/2009, de 11 de diciembre, que reforma la LOEX.
Pero como señala el prologuista
del libro, Jose Luis Monereo, “el lector tiene ante sí un nuevo trabajo de
investigación sobre la inmigración”, que se sitúa en la perspectiva de los
derechos y garantías de los trabajadores inmigrantes, “la ley del más débil” en
la bien conocida expresión de Ferrajoli. Por tanto es un trabajo que va a considerar el
objeto de su investigación como un proceso
de construcción de espacios de libertad y de respeto a la titularidad y el goce
de unos derechos que se reconocen a las personas que trabajan en un país diferente de aquel en el que han
nacido y vivido. El autor, Luis Ángel Triguero, de la Universidad de Granada,
ya había ensayado este enfoque en un buen trabajo anterior – El estatuto jurídico-laboral del trabajador
extranjero inmigrante (Bomarzo, 2008)- pero aquí encuentra una
sistematización más elevada. El elemento central de partida es la consideración
de los derechos sociales como el contenido de una ciudadanía que encuentra
expresión efectiva en la noción comprensiva del Estado social y la política
social, sobre el que incide fuertemente todo un proceso de positivización de
tales derechos realizados a nivel internacional y europeo.
El reto
de la obra es por consiguiente insertar este correcto punto de partida en el
proceso histórico de construcción de un estatuto jurídico – social protector de
los trabajadores inmigrantes extranjeros en el supuesto español y verificar el
grado de realidad o de eficacia que ha ido adquiriendo el mismo a la luz de una
consideración global de los derechos sociales definidos internacionalmente. De
esta manera, el análisis del “proceso de institucionalización de la política de
inmigración” acaba destilando unos principios de la política inmigratoria (pp.
173 ss) que converge en un modelo de integración social. Y estos modelos de políticas
públicas tienen que respetar a su vez el modelo jurídico-constitucional de
reconocimiento de derechos sociales fundamentales y de garantías
jurisdiccionales de los trabajadores y trabajadoras inmigrantes, a cuya
exposición se dedica el capítulo III de la obra (pp. 203 ss.). Unas
conclusiones muy precisas recuerdan el origen académico de este libro, pero no
son repetitivas sobre lo analizado, sino funcionales a la lectura, con
propuestas críticas y meditadas. Anotemos tan sólo la última. Para el autor,
justamente, la crisis económica que precipita un crecimiento negativo o estancado,
requiere un cambio de modelo de gestión de la inmigración económico-laboral,
que debe evolucionar hacia una política de gestión social de la presencia de
inmigrantes en la sociedad, no como hasta ahora limitada únicamente a la
regulación de la llegada o salida de estas personas. Para ello, la vigencia de
los derechos sociales fundamentales de los trabajadores inmigrantes constituye
un elemento decisivo de integración social y de vitalidad democrática.
LOS DERECHOS SOCIALES
FUNDAMENTALES DE LOS TRABAJADORES INMIGRANTES.
Luis
Ángel Triguero Martínez. Editorial Comares. Granada, 2012, 426 pp.
No nos dice el precio, y eso es importante.
ResponderEliminarEstírese, Tarsicio, que el contenido del libro lo vale todo.
ResponderEliminarEl autor es Triguero y la comentarista Centenera; veo un aire de familia que me hace sospechar del consejo consumista
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