El 27 de enero de 1945, el ejército soviético
liberó Auschwitz. Sólo encontró a 7,000 prisioneros, la mayor parte agonizantes
o enfermos. Se calcula que un millón cien mil judíos fueron asesinados en
Auschwitz; sin embargo, no fueron las únicas víctimas: más de 70,000 polacos, 21,000
gitanos y cerca de 15,000 prisioneros de guerra soviéticos murieron en este
siniestro campo.
La Asamblea General de las Naciones Unidas
mediante su Resolución 60/7 en el 2005 decide
designar el 27 de enero -- aniversario de la liberación de los campos de
exterminio nazis – como el Día Internacional de Conmemoración anual en memoria
de las víctimas del Holocausto, e insta a los Estados Miembros a que elaboren
programas educativos que inculquen a las generaciones futuras las enseñanzas
del Holocausto con el fin de ayudar a prevenir actos de genocidio en el futuro.
Aunado a lo anterior, la Resolución 60/7 de la Asamblea General de las Naciones
Unidas sobre la conmemoración del Holocausto dispuso la creación de un programa
de difusión sobre el tema “El Holocausto y las Naciones Unidas”, junto con
medidas tendientes a movilizar a la sociedad civil en cuanto al recuerdo y la
educación sobre el Holocausto, con el fin de evitar que ocurran actos genocidas
en el futuro.
El Programa ha colaborado en forma estrecha con
los sobrevivientes del Holocausto para garantizar que la sociedad escuche y
tome en cuenta sus historias a manera de advertencia en cuanto a las
consecuencias del antisemitismo y otras formas de discriminación.
El programa, además, tiene como misión combatir
la negación del Holocausto, según lo establecido en la Resolución 61/255 de la
Asamblea General de las Naciones Unidas. En todas sus actividades (y, en
particular, aquellas dirigidas a estudiantes de todo el mundo), el Programa
sobre el Holocausto establece conexiones esenciales entre las causas
subyacentes del genocidio, las lecciones que podemos aprender del Holocausto y
el fomento de los derechos humanos y los valores democráticos en el mundo de
hoy.
En Italia, el 27 de enero tiene una
coloración especial al dedicarse a la memoria contra la barbarie nazi-fascista,
y por tanto no sólo frente a las víctimas de la Shoah y de las leyes raciales mussolinianas, sino que se inserta en
un discurso antifascista que relaciona antisemitismo y racismo con dictadura y
fascismo y que reivindica la resistencia doble frente al nazismo invasor y frente
al fascismo que perseguía las ideologías igualitarias, progresistas y
democráticas, en especial a los comunistas y socialistas.
Todos los periódicos se nutren por tanto
de intervenciones que recogen la memoria antifascista y denuncian el racismo y
la persecución política. En la RAI, televisión pública, cada hora se destinan
diez minutos a presentar testimonios de supervivientes de la barbarie
nazi-fascista. Antifascismo que reitera el gobierno y la Presidencia de la
República, con amplios actos de homenaje en todo el país. En especial este año
se ha inaugurado un monumento especial a la memoria en Milán, en el andén 21 de
la Estación de tren de donde partían los trenes de deportados a los campos de
la muerte.
Por eso las declaraciones que se han
conocido del antiguo presidente del gobierno italiano, Silvio Berlusconi, se
deben interpretar como una forma de apropiación neo-conservadora de este
momento reivindicativo de la memoria como forma de construir nuestra propia
visión de la realidad democrática, sin negacionismo ni indiferencia ante el
racismo y el fascismo. Berlusconi critica las leyes raciales de Mussolini, pero
sin embargo insiste en que el régimen fascista “hizo muchas cosas buenas”,
negando así la relación fortísima que existe entre antifascismo, resistencia obrera
y popular y denuncia del racismo y del antisemitismo que llevó a la
aniquilación y el exterminio de un tercio del pueblo judío en la Europa dominada
por las potencias del Eje.
Para España y sus medios de comunicación
dominados por los grandes poderes económicos, este discurso berlusconiano es
plenamente aceptable, porque cortocircuita la relación entre el antifranquismo
y la lucha por la libertad y la democracia en España y el carácter criminal de
masa del régimen, de una parte, y la la memoria mundial contra el genocidio y el exterminio
llevado a cabo por la barbarie nazi-fascista, de otra. De esta manera el franquismo
queda exonerado de su pasado histórico y su identificación con los sistemas
criminales que gobernaron una buena parte de Europa hasta 1945. La debilidad de la Ley de la Memoria Histórica de 2007, la inaplicación real de buena parte de sus preceptos ante la inacción de las administraciones públicas afectadas y la resistencia del Tribunal Supremo en sus diversas salas a anular los juicios y las condenas de los tribunales franquistas, ha logrado una cierta inmunización del régimen criminal y cleptocrático del dictador en el presente sistema democrático. La situación actual, con la llegada de elementos claramente filo-franquistas al poder, refuerza este sin sentido. Lo que no
impide que en los medios de comunicación se recojan y se presenten las palabras de Berlusconi como una
excentricidad más del viejo bufón italiano, evitando conscientemente mencionar
que dice lo mismo que el discurso oficial negacionista mantiene en España.
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