La
reforma de las normas sobre el trabajo continúa. Y los efectos nocivos de la
misma se pueden comprobar y medir en cifras, un lenguaje que le es grato al
poder hasta que desmiente sus decisiones. A ello se dedica la presente entrada.
Se ha
publicado el sábado en el BOE el Real Decreto-ley 1/2013, de 25 de enero, por el que se
prorroga el programa de recualificación profesional de las personas que agoten
su protección por desempleo y se adoptan otras medidas urgentes para el empleo
y la protección social de las personas desempleadas. En su exposición
de motivos el gobierno legislador recuerda el objetivo declarado por las normas
de reforma, y que no es otro que poner en práctica una serie de
reformas estructurales entre las que cobran especial relieve las referentes al
ámbito laboral, cuyo objeto primordial es impulsar el empleo y conseguir, en
particular, que los desempleados tengan la oportunidad de conseguir un puesto
de trabajo.
Aunque el primer Decreto-Ley del año – como lo denomina con fina
ironía Eduardo Rojo en su
imprescindible bitácora – acepta por vez primera “la herencia recibida” y alude
como precedentes a todas las normas en materia laboral promulgadas desde 2008,
lo cierto es que el salto cualitativo que impuso la llegada del gobierno del PP
a la regulación del trabajo ha sido señalado por todos los expertos y los
agentes sociales por la especial virulencia en la desregulación normativa y en
la flexibilización de las relaciones laborales, la hostilidad hacia la
dimensión colectiva y sindical de las mismas, y la conformación de la empresa
como un espacio autodirigido y controlado por la unilateralidad del empresario
sin control público ni colectivo.
Esta sumaria descripción se ha visto confirmada en la práctica y
se puede seguir sus trazas a través de los conflictos sociales y el recurso a
los tribunales, junto con importantes impugnaciones de los fundamentos de estas
medidas, tanto en el plano internacional, como violación palpable de los compromisos
internacionales ante la OIT, como en el plano constitucional interno, mediante
un recurso ante el Tribunal Constitucional.
En el plano económico, que se quería contraponer al de los
derechos, siguiendo la lógica neoliberal según la cual los derechos de los
trabajadores son disfuncionales al crecimiento económico, las consecuencias han sido igualmente catastróficas.
A tan sólo un año de la promulgación del RDL 3/2012, dos economistas del grupo
Novecento, J. Rodriguez y B. Medialdea, han resumido así lo que
denominan justamente “una espiral contractiva infernal”:
1) El número de trabajadores afectados por ERE autorizados se ha incrementado
entre marzo y octubre hasta los 313.011 (205.097 en el mismo período de 2011 ó
179.412 en 2010). Los ERE extintivos (despidos) han alcanzado en 2012 el nivel
máximo desde el inicio de la crisis (50.753 trabajadores afectados). Los ERE suspensivos
o temporales y de reducción de jornada también se han disparado (crecieron más
de un 60% entre marzo y octubre de 2012 respecto al mismo período de 2011), y
tienen elevada probabilidad de transformarse en extintivos a partir de 2014, al
estar bonificados
para los empresarios hasta diciembre de 2013.
2) Los ocupados
se redujeron en los tres primeros trimestres de 2012 en 487.000 personas
(cayeron un 4,6% anual en el tercer trimestre de 2012 frente al 2,1% de 2011),
342.000 personas en el sector privado y de 144.000 en el público. El paro
aumentó hasta 6,157 millones en noviembre de 2012 (un 26,6% de tasa de paro);
el incremento del número de parados desde la reforma es de 670.000.
3) El ratio entre la caída del empleo y la
caída del PIB se ha elevado respecto a otras recesiones: en 2009 (hasta ahora
el año de mayor recesión de la crisis), por cada punto de caída del PIB el
empleo se redujo 1,8 puntos, mientras que en 2012 la destrucción de
empleo era justamente el doble: 3,6 puntos. Este último dato echa por tierra el
argumento de los defensores de la reforma laboral como mecanismo para reducir
la volatilidad y la caída del empleo en las recesiones.
4) La reforma laboral ha empujado los
salarios a la baja: en 2012 el coste
laboral por trabajador disminuyó en términos reales un 3,5% anual.
5) La caída del empleo y de los salarios ha
reducido la renta
disponible de los trabajadores, que disminuyó un 5,0% en términos reales en
2012, la caída más elevada desde el inicio de la crisis.
(El artículo está disponible en el blog del Colectivo Novecento http://colectivonovecento.org/2013/01/29/a-un-ano-de-la-ultima-reforma-laboral-cronica-de-un-desastre-anunciado/,
y se publica en el periódico Diagonal
en la edición impresa de 24/1 – 6/2)
Todo va a peor. La reforma laboral está llevando a cabo una
política de tierra quemada sobre el trabajo y sus derechos políticos y
sociales. Mediante un auténtico desmantelamiento de la estructura ocupacional
de nuestro país, destruye la seguridad relativa que el prototipo normativo del
contrato por tiempo indefinido imponía en nuestro sistema legal, lesiona
gravemente la profesionalidad del trabajo asalariado y la cualificación del
mismo, que no encuentra concreción en una realidad empresarial de salarios
mínimos insertos en una organización del trabajo despótica, y pretende borrar
la memoria social que el trabajo había generado en las relaciones comunitarias,
familiares, personales. Ante este auténtico cataclismo al que el gobierno
parece no poder reaccionar, demasiado ocupados una parte de sus estructuras en
el saqueo del servicio público de la sanidad y en desmontar el de la enseñanza
pública media y superior, hay que cobrar conciencia que esta situación no puede
continuar. Y que los gobernantes que se erigen como tales carecen de cualquier
legitimidad para el desempeño de sus funciones.
No en todas partes de Europa se está aplicando de la misma manera
las políticas de austeridad, ni es la economía española de la misma enjundia
que la de otras naciones europeas. Es importante afianzar y proseguir un proceso
deconstituyente de esta situación. Para ello hay que explorar los medios que
fortalezcan una conflictividad permanente que a la vez sea productiva. Trabajemos sobre ello.
Desde luego que vamos a peor, pero la cuesta abajo le recuerdo que la iniciaron sus amigos (eso creo) socialistas
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