En un momento
político como el que nos toca vivir, en donde se quiere imponer la ley del
silencio sobre la corrupción profunda del partido que gobierna el Estado
español, se corre el riesgo de olvidar las líneas de fuerza de la política
puesta en práctica por este partido, entre ellas y de forma central, la reforma
de la regulación del trabajo. Por eso es sintomático que sean jóvenes
profesores iuslaboralistas los que se asomen cada vez con más frecuencia a los
medios de comunicación digitales – los únicos que se abren a voces discordantes
con el pensamiento patrocinado por el poder económico – para analizar y
examinar el sentido y el alcance de esta regulación y la necesidad de
reaccionar frente a este tipo de políticas que buscan fundamentalmente la
erosión del cuadro de derechos laborales y sociales de los ciudadanos y
ciudadanas españolas. A continuación se incluye el primero de una serie de
artículos que Francisco J. Trillo,
profesor de la UCLM, publicará en el diario digital “El Crisol de Ciudad Real”,
y que se puede encontrar en esta dirección: http://www.elcrisoldeciudadreal.es/17158/columnas/reformas-labores-y-creacion-de-empleo-para-cuando-una-reforma-empresarial/
REFORMAS LABORALES Y CREACIÓN DE EMPLEO: ¿PARA
CUANDO UNA REFORMA EMPRESARIAL?
Francisco J. Trillo Párraga.
Resulta un hecho empíricamente demostrado que las
reformas laborales no crean empleo. Un vistazo rápido a las estadísticas
ofrecidas por el propio Ministerio de Empleo, desde la década los años 80 del
siglo pasado hasta hoy, permite llegar a esta conclusión de forma rotunda. Sin
embargo, las crisis económicas sufridas en este país han sido contestadas de
forma impenitente con reformas laborales de gran calado, bajo la
premisa de que la rigidez de la normativa laboral impide la creación de empleo.
Y ello, a pesar de que aquella supuesta “rigidez” ha permitido alcanzar niveles
de empleo muy altos, como lo demuestra el hecho de que en 2007 la tasa de
desempleo estuviese situada en torno al 8%.
Este mantra neoliberal, cuya idea-fuerza se
centra en la degradación progresiva de las condiciones de trabajo y de vida de
los trabajadores como condición indispensable para la creación de empleo, se
ha acompañado además de un intento de culpabilización tanto de la normativa
laboral como de las mejores condiciones de trabajo y de vida de ciertos
colectivos de trabajadores frente a otros. De este modo, se argumenta
que los trabajadores con estabilidad en el empleo y cierto nivel de derechos
son los causantes y responsables de que existan otros trabajadores sin aquella
estabilidad en el empleo (temporales) o directamente sin empleo (outsiders).
Las bondadosas soluciones que se proponen para acabar con estas desigualdades y
rigideces se centran en la igualación de los trabajadores por abajo (race to
the bottom). Esto es, la renuncia generalizada a la estabilidad en el empleo y
a un nivel de derechos que consienta una existencia digna a los trabajadores y
a sus familias como premisa de la creación de empleo.
Son, pues, estas bondadosas soluciones, y no la
creación de empleo, las verdaderas intenciones de las reformas laborales. Dicho
de otro modo, si bien las reformas laborales no crean empleo, sí que
determinan el nivel de derechos que disfrutarán los trabajadores cuando la
economía se recupere y vuelva a crearse empleo. En última instancia,
se puede afirmar que las reformas laborales introducidas en momentos de crisis
consiguen chantajear a la entera población teniendo como telón de fondo la
amenaza del desempleo masivo. Y ello, insistimos, a pesar de que la historia de
las relaciones labores demuestra que esta relación solo ha arrojado como
consecuencia el empeoramiento de las condiciones de trabajo y de vida de una
buena parte de la sociedad sin que la anhelada creación de empleo se haya
materializado en los momentos de crisis económica. Un ejemplo, de esta
afirmación lo constituye el hecho de que en 2006 el salario bruto -sin
descontar impuestos ni cotizaciones a la Seguridad Social- que más
frecuentemente se percibía por los trabajadores era de 14.466,46 € anuales. Es
decir, en plena expansión económica el salario que más frecuentemente se pagaba
no permitía a los trabajadores alcanzar siquiera la condición de mileuristas
(aproximadamente 800 € mensuales, http://www.ine.es/daco/daco42/salarial/prinre06.pdf).
Si las reformas laborales no crean empleo, ¿se
podría debatir si existe alguna relación entre el modelo económico/empresarial
y creación de empleo? ¿Existe alguna relación entre la precariedad sociolaboral
y el modelo económico y empresarial? ¿Qué están haciendo los empresarios en
estos momentos de crisis para combatir el desempleo?
Se insinúa algo importante por parte del doctor Trillo. ¿Podríamos empezar por la reforma de la empresa y, desde ahí, a la reforma de las organizaciones empresariales? Suyo, Zepol Allub (Pineda de Marx)
ResponderEliminarBuenos días.
ResponderEliminarLe informo de que se ha publicado una reseña del libro «¿Para qué sirve un sindicato?» en el siguiente blog:
http://aflabor.wordpress.com/2013/02/07/resena-del-libro-para-que-sirve-un-sindicato/
Un saludo
Antonio fernández
Grande Paco Trillo, tremendo laboralista al que admiramos desde Argentina. Y grande Antonio Baylos, siempre generoso para el espacio de los laboralistas jóvenes talentosos.
ResponderEliminarJuan de La Plata.
Ya era hora de que se hiciese esa reflexión porque la relación entre desempleo y modelo empresarial es mas que evidente.
ResponderEliminar¿Porqué no salen las cifras de las insolvencias de los últimos años, de las prestaciones que se han abonado a los trabajadores pese al impago de la s.social de las empresas? ¿Porqué la S.Social no hace derivaciones de responsabilidad a los administradodres por las deudas de la S.Social?
Estoy de acuerdo con el Sr. Trillo en que es imprescindible una reforma empresarial, sin ninguna duda
No es en demérito del articulista, pero la verdad es que escichando las declaraciones del presidente de la patronal española, Sr. Rosell, se comprende que el porblema no es de modelo empresarial, sino de personas. Si los empresarios de este país se sienten representados por ese mastuerzo ignorante, es evidente que hay que arrasar todo y empezar de nuevo.
ResponderEliminarEl problema no es de personas, sino de organizaciones. Si uno echa la vista atrás y comprueba las personas (y los actos) que han liderado a los empresarios de este país, se da cuenta de que no es posible que sea un problema de personas... Esperemos que se avance más sobre el tema de la reforma empresarial necesaria.
ResponderEliminarPese a lo que dice el anónimo comentarista, sobre las causas de tener una clase empresarial impresentable, insisto en el elemento personal. Nada menos que el presidente de la patronal de Madrid, la CEIM, paga a sus empleados en B. Y, claro, los empleados lo denuncian ahora...a un periódico y no a un sindicato (que no debe existir o no se fian de su eficacia). Esas personas ensucian todo lo que tocan y la primera reforma es exoulsarles de sus posiciones de poder.
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