“No hay
libertad sin igualdad” es el lema del III Fórum de la Igualdad que se celebra a
partir del lunes en Porto Alegre (Rio Grande do Sul), con presencia del
gobernador del Estado, Tarso Genro.
El Fórum está promovido por la Coordinadora de Movimientos Sociales de Rio
Grande do Sul (CMS/RS) y concebido como un contrapunto al neoliberal Foro de la
Libertad, que se celebra en paralelo a este evento que cerrará la bloguera
cubana Yaoni Sánchez. Este Forum de
la Igualdad se realiza en la Cámara Municipal de Porto Alegre y ante él
intervino el gobernador Tarso Genro con un discurso en el que
fundamentalmente insistió en la relación entre la libertad y las condiciones materiales
que la hacen posible.
En efecto, en su
discurso Tarso Genro habló sobre la
evolución de la libertad, mencionando cuatro etapas: la libertad de
pensamiento, la libertad de expresión, la libertad de imprenta y “la libertad
de hacer circular libremente la opinión” personal y colectiva. La primera
corresponde a la reivindicación tardo medieval y a la organización autoritaria
de la misma a través de la Iglesia; la segunda se desenvuelve ya en el
Renacimiento como un peligro para el poder público. La libertad de imprenta,
que conoció su esplendor con la revolución francesa, transformó la libertad en
palabras, en semántica. Y esta libertad habría de adquirir una importancia
decisiva en la lucha por la democracia.
Hoy sin embargo el
monopolio de las grandes empresas amenaza la efectividad de esta libertad. La
fase correspondiente a la libertad de hacer circular libremente” las opiniones
individuales o colectivas no es posible con este monopolio. El derecho se ha
cancelado para la ciudadanía. “Lo que se discute en el espacio público es
controlado por los medios de comunicación monopolizados". Tarso Genro puso dos
ejemplos entresacados de su propia experiencia como Ministro en el gobierno del
Presidente Lula, que fueron
criticados duramente por los medios de comunicación. Uno fue la creación de
PRoUni, Programa de Universidad para Todos, y lo mismo sucedió con la propuesta
de creación de cuotas étnicas en el acceso a las universidades públicas.
“Yo sufrí una campaña
difamatoria de las grandes empresas, que decían que las cuotas eran racistas y
que ProUni bajaría el nivel de la enseñanza universitaria. Hubo una clara
campaña articulada contra ProUni y las cuotas por parte de los media, que impidieron
además cualquier intervención en contra de esta campaña en los medios
controlados (la inmensa mayoría).
El
segundo ejemplo fue el caso de Cesare
Battisti, a quien Tarso Genro, entonces ministro de justicia, concedió
asilo y negó la extradición requerida por el gobierno Berlusconi, por entender
que había sufrido persecución política en Italia, su país de origen. “Battisti era un joven militante
revolucionario que entró en conflicto con el gobierno en los años de plomo,
como muchos de nosotros. Fue acusado sin pruebas”. Pero la gran prensa insistió
en que era terrorista. “Lo mismo ha sucedido con el proceso sobre las “mensualidades”
(mensalâo), en el que, sin perjuicio
de la culpabilidad de los acusados, los medios de comunicación condenaron a los
reos antes de que el juez profiriera la sentencia”, además de dejar ver que si
el tribunal no los juzgaba culpables, la “condena” de corrupción se extendería,
mediáticamente, sobre los propios jueces.
Pese a
que existe formalmente una prohibición de monopolio mediático, es preciso que
en la práctica se cree un sistema de comunicación que no dependa de las
aportaciones financieras de los grandes grupos económicos. La libertad de
prensa, que solo tiene sentido si se relaciona con el derecho concreto a la
circulación de la opinión, no puede amparar un mero aparato de dominación
destinado a divulgar las noticias que deseen los “dueños” de las empresas de mass media.
En
contra de lo que sostienen quienes son contrarios a la regulación mediática,
ésta no representa el fin de la libertad de expresión, sino el fin del
monopolio. “El monopolio mediático que de hecho se da en Brasil es una vergüenza
para un país democrático”, afirmo Tarso
Genro.
Los
ataques desesperados a las posiciones de progreso en América Latina, la “contraofensiva”
de las fundaciones y de los encuentros para “recuperar para la libertad”
América Latina, no hacen sino mostrar la crisis en la que se encuentra el neoliberalismo
y su representación del mundo. Este modelo que busca la privatización de la
existencia de las personas y la destitución del Estado, ignora y hace imposible
la “igualdad real”. El neoliberalismo se acompaña de la guerra como
pre-concepto de la relación social, de la violencia y de la exclusión como respuesta
a quienes están situados fuera del mercado. El desafío para Brasil es ir
avanzando en un modelo de desarrollo que no aisle al país internacionalmente y
que a la vez otorgue al Estado soberanía y autonomía para que no dependa de la
iniciativa privada.
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