A nadie en Parapanda le agrada hablar hoy de este tema. Pero sería defraudar la honestidad del lector y del editor que no se abordara, siendo como es uno de los elementos centrales de nuestras reflexiones. Que sin embargo, en la que ahora sigue, es posible que no sea muy apreciada. Sucede además que es la número 1000 del blog.
El jueves 2 de octubre en mi clase en Ciudad Real, mantuve una agria
discusión con una alumna que, al hablar del sindicalismo europeo y de los
problemas que enfrentaba, intervino para señalar que el sindicato español era
un organismo corrupto en el que sus dirigentes se aprovechaban de las subvenciones
estatales para enriquecerse personalmente o para llevar una vida de príncipes.
Sacó el tema de las comilonas de Toxo y el rolex de Méndez (o al revés, que no
lo recuerdo), el caso de los EREs de Andalucía, y los cursos de formación,
mencionando el caso de su madre que hizo un curso y recibió tres diplomas,
señal inequívoca para la alumna de que el sindicalista de turno se había
embolsado en el bolsillo el dinero de los otos dos. Como se pueden imaginar los
lectores del blog, respondí con indignación a lo que me parecían argumentos
peregrinos, mezcla de manipulaciones y de falsedades, y señalé que el fenómeno
del sindicalismo no se podía enfocar desde esa forma, y que no correspondía a
la realidad. Que era conveniente además analizar en detalle los aspectos que
tiene cada caso, más aun en una alumna de derecho, porque el supuesto concreto
puede dar matices y versiones diferentes de las que aparecen en el relato de
los medios de comunicación. La alumna, en su defensa, alegó lo que le parecía
una verdad absoluta: no es solo un problema del sindicalismo, es que en España
todas las instituciones sociales, en especial partidos y sindicatos, están
corrompidas, todos nos roban, son todos iguales.
Todos son iguales. Este es el mensaje que se vuelve a extender a propósito
de las tarjetas opacas de Bankia. Que no todas son lo mismo, puesto que unas
permitían sacar dinero en efectivo sin constancia de su utilización y otras se
sometían a un control de gasto, asociado a los conceptos denominados
normalmente “de representación” de los consejeros de la Caja. Que reflejaban una práctica corporativa
extendida en una gran parte de los consejos de administración y en el caso de
Caja Madrid instaurada desde 1987. Pero que, descubiertas ahora por el Banco de
España y ante la “tristeza” y “sorpresa” del ministro Montoro, y esto es lo fundamental, afectan no sólo a elementos
relevantes del Partido Popular – algunos de ellos sin embargo ya “quemados”
políticamente, como Blesa o Rodrigo Rato – sino a exponentes
importantes del PSOE, de IU, de UGT y de CCOO. Es decir, a todo el arco
político de la izquierda tradicional y a los dos sindicatos más representativos
a nivel estatal. Expresión clara del pacto de la transición española para unos,
para otros más sencillamente la prueba del nueve de la existencia de la casta
dirigente que debe ser removida, el huracán de las tarjetas black se ceba especialmente en la
izquierda política y sindical, que aparecen como saqueadores de lo público en
su interés privado aprovechando la omertà
que proviene de ser un hecho compartido con la derecha. Y si el golpe es
duro para PSOE e IU, lo es mucho mayor para UGT y CCOO, objeto desde hace ya
tiempo de una ofensiva de desprestigios que no ha remitido en lo esencial ni
con la disminución de la movilización a lo largo de este año.
El daño al sindicalismo es mayor porque al menos dos de los implicados en
este asunto – que han dimitido de los cargos de dirección que poseían – son personas
muy importantes en la acción sindical de UGT y de CCOO. No cabe por tanto
alegar por la organización que se trata de personas alejadas de ella o
correspondiente a otra época de gobierno – como sucede con los miembros de IU,
o con algun sindicalista de CCOO – puesto que son cuadros dirigentes muy
significativos. Y, es conveniente recordarlo, que han llevado a cabo una
constante actividad de defensa de los intereses de los trabajadores y de
extensión de la capacidad de acción del sindicato. Jose Ricardo Martínez, secretario general de UGT Madrid, ha sido el
dirigente más activo, junto con su entonces homólogo en CCOO, Javier López, en la lucha contra las
privatizaciones de los servicios públicos, en la organización de la
movilización social y ciudadana contra las políticas de la CAM personificadas
en la figura de Esperanza Aguirre.
Un gran activista sindical que siempre ha mantenido la unidad de acción sobre
bases de un firme trabajo en común, y que se ha posicionado siempre en las
líneas críticas contra la política de austeridad, la reforma laboral o en
general la política social del gobierno central y autonómico. En cuanto a Rodolfo Benito, es una figura histórica
del sindicalismo de CCOO a la que ha ligado toda su vida, y es conocida su
posición política en el seno del sindicato, su expulsión del secretariado por
la anterior dirección de CCOO comandada por Jose Maria Fidalgo, su papel en la organización de una nueva
mayoría sindical a partir del 9º Congreso de CCOO y su reforzamiento en el 10º
(2013), su rol decisivo en la construcción de un amplio espacio cultural y de
debate a partir del sindicalismo de clase, el papel fundamental de la Fundación
1 de Mayo que es reconocida en Europa y desde luego en América Latina como un
referente central de información y propuesta. En el ámbito concreto del derecho
del trabajo y de la política social, su función de dirección de los gabinetes
de estudios y federal ha sido muy importante, en momentos además especialmente complicados.
Son por tanto biografías sindicalmente muy estimables y personalmente
dignas de todo respeto. Que sin lugar a dudas no han utilizado ese mecanismo
fuera de la función que desempeñaban como representantes sindicales en la
institución financiera, ni desde luego para su propio provecho. No es justo ni
adecuado hablar de ellos como si ese hecho, su pasado y su presente de
sindicalistas comprometidos y honestos, no tuviera ningún valor para nosotros. Es
evidente sin embargo que a partir de este momento – como en general desde que
comenzó a desvelarse la progresión de hechos derivados de la transformación de
Caja Madrid en Bankia – el sindicalismo debe trabajar sobre la función de esa
participación en los consejos de administración de las empresas como fórmula de
mediación y de tutela de los intereses de los trabajadores. Y lo tiene que
hacer a partir de una especie de recuento de ventajas e inconvenientes de este
hecho, de los resultados obtenidos y de las dificultades que ha hallado en
realizar su función de control de la corporación y de sus decisiones, pero
también respecto de su empleo como fuente de financiación indirecta, con los
problemas de comprensión y de clarificación interna que eso acarrea.
Soy consciente que el viento de la historia se lleva los afectos y los
compromisos, y que, como decía el título de la impresionante película de Agustín Diaz Yanes, nadie hablará de
tantos y tantas militantes y cuadros sindicales que han trabajado en la
cotidianeidad de las empresas luchando por extender los derechos derivados del
trabajo, fortaleciendo la solidaridad sindical, arriesgándose frente a la
violencia del poder privado, ni tampoco de tantas y tantos que han estructurado
ese trabajo dedicando su vida personal y su experiencia a mejorar la formación
de estos, a organizar los procesos generales de movilización, o a cooperar a la construcción de alternativas
a la explotación derivada del trabajo asalariado que sean practiables mediante
el conflicto y el poder contractual del sindicato. No se debe por tanto hundir
en la consideración del descrédito y de la negación a quienes no la merecen en
razón de sus trayectorias sindicales personales, ni señalar simbólicamente la
connivencia entre la derecha económica y política con la izquierda social y
alternativa como seña de identidad del sistema democrático que necesariamente
debe ser proscrito. Las cosas son más complejas, que decía aquel y ustedes
perdonen si resulta más fácil seguir el guión que nos marcan.
No seré yo quien niegue la trayectoria sindical de en este caso de Rodolfo Benito, no solo no la negare si no que tiene mi reconocimiento.
ResponderEliminarpero defender lo indefendible y mirar para otro lado, eso es seguir otro guión marcado, no solo unos marcan guiones para despistarnos, los más dolorosos guiones son los que intentan tapar las cosas, no hace falta que nos hagan daño, nos lo hacemos nosotros, siguiendo las practicas de otros.
Afrontar las cosas de frente no hace daño a las organizaciones, lo hace las practicas que tenemos, junto a la defensa numantina de ciertas personas, con independencia de su valía y de toda su labor anterior, que no seré yo quien la ponga en duda.
Estoy totalmente de acuerdo contigo en todo que rrazón tienes a dios lo que es dios y al cesar lo del CESAR
EliminarNo se puede seguir y estar toda la vida en el sindicato se adquieren muchos vicios e impide la renovacion y regeneracion. Acabas siendo un personaje q se oye a si mismo y te comportas como la jet del mismo.
EliminarEl anónimo anterior es el compañero Julio Ugena. Gracias, Julio, por participar en el debate.
ResponderEliminarhttp://lashorassitiadas.blogspot.com.es/2014/10/consejos-de-administracion-tarjetas.html?m=0
ResponderEliminarConsejos de Administración, tarjetas opacas y las Comisiones Obreras.
Los cientos de miles de militantes de CCOO, de los que nadie hablará de nosotros cuando hayamos muerto, nos iremos a la tumba con el "pecado original" del sistema económico dominante: la codicia. Y lo haremos porque durante demasiado años nuestros dirigentes han asumido el principio básico del neoliberalismo : el fin de las ideologías y el crecimiento económico permanente en el nuevo capitalismo.
ResponderEliminarPerdón por aparecer como anónimo,no es mi forma de dar mi opinión,ni era como quería aparecer.
ResponderEliminarconfirmo lo de que soy Julio Ugena.
Gracias por identificarme.
No voy a ser yo quien, niegue a Rodolfo su trabajo en la Unión de Madrid, en la Confe, o en la Fundación Primero de Mayo; pero Antonio joer, esto de las tarjetas es muy fuerte, también he de reconocer que no me cuadra este mayusculo error de Rodolfo, es un tipo inteligente, preparado y siempre he creído que honesto, como todos y cada uno de nuestros dirigentes; pero como dicen en mi pueblo, "la cagada" es de las que hacen época, salvo una explicación y justificación muy clara, concreta como: financiar bolsas de resistencias o cuestión similares a los compañeros de la base.
ResponderEliminarAndrés Gonzalez
Lamento que la realidad haya contradicho los buenos deseos del articulista cuando decía que "sin lugar a dudas no han utilizado ese mecanismo fuera de la función que desempeñaban como representantes sindicales en la institución financiera, ni desde luego para su propio provecho"
ResponderEliminarAhora que todos conocemos el detalle de los gastos sabemos que poca vinculación tienen con la actividad sindical los gastos en la sastrería Yusty en Ermenegildo Zegna o en la joyería Topacio. Al final te queda la duda de si las tarjetas no habrán servido para mantener a omertá, también por parte de Rodolfo que ha demostrado ser un GRAN IMPOSTOR, cuyo comportamiento poco ético nos ha defraudado a muchos.