Ayer, 25 de mayo, falleció en una clínica de Sevilla Manuel Ramón Alarcón.
Un gran jurista y un buen amigo. Su muerte ha causado el luto no solo de su
familia y de sus íntimos, sino de tantas y tantas personas que le conocían y le
habían tratado, leído o escuchado, y que han manifestado en mensajes u
oralmente su pesar por la desaparición de este profesor y magistrado.
Manuel Ramón Alarcón (MRA) estudió en la Universidad de Sevilla en los años
sesenta, donde tuvo un destacado papel como activista antifranquista. Participó
como abogado laboralista en el despacho de la calle Trajano, defendiendo a
trabajadores en los años 70. A partir de 1968 fue profesor no numerario (PNN)
en la cátedra de Miguel Rodriguez – Piñero, y allí obtuvo su doctorado y la plaza de
adjunto numerario y profesor titular tras de la LRU. En la década de los 80
desarrolló lo más impactante de su producción teórica y ganó la cátedra en la
Universidad Autónoma de Barcelona en 1987, donde construyó un equipo docente e
investigador muy amplio, para luego pasar, ya en 1992, a la recién creada
Universidad Pompeu Fabra, en la que impulsó los estudios de relaciones
laborales y un master de derecho del trabajo y de la seguridad social que sigue
perdurando aún, bajo la dirección de Julia López, y donde estuvo hasta 1994,
año en que regresó a la Universidad de Sevilla de donde llegó a ser Decano. En
el año 2010, como jurista de reconocido prestigio, fue designado magistrado de
la sala cuarta del Tribunal Supremo, donde debía jubilarse en septiembre de
este año.
MRA ha sido un jurista del trabajo completo y extraordinariamente activo.
Ha escrito y trabajado sobre la práctica totalidad de las materias del derecho
del trabajo y de la seguridad social, en todas ellas con originalidad y
contracorriente. Algunos de sus trabajos se consideran textos fundamentales en
la producción teórica del iuslaboralismo español. Desde su primer libro sobre
el derecho de asociación obrera – cuando los juristas del trabajo aún escribían
sobre la historia de la regulación del trabajo
- o su comentario al derecho al trabajo en la Constitución, o la
revisión del principio “pro operario”, hasta sus grandes contribuciones
respecto de la ajenidad en el mercado como criterio para definir el objeto del
contrato de trabajo, su monografía sobre el tiempo de trabajo, o las
aportaciones fundamentales en materia de seguridad social, incluido el muy
potente “Compendio” que escribió junto con Santiago González Ortega. En su
fecunda etapa catalana, MRA creó e impulsó las Jornadas Catalanas de Derecho
del Trabajo – que aun hoy se celebran, entre febrero y marzo de cada año – y
coordinó en sus primeras manifestaciones una serie de volúmenes colectivos que
recogían las ponencias y contribuciones a estas Jornadas, siempre sobre temas
de indudable actualidad y con impresionante rigor académico.
Era un jurista crítico y estaba comprometido con la lucha por la libertad y
la emancipación de los trabajadores. De una impresionante capacidad
organizativa, se opuso vehementemente a la reforma laboral de 1994, que causó
una fuerte división en el iuslaboralismo español, e impulsó una Asociación
Española de Iuslaboralistas que congregó en muy breve plazo un nutrido grupo de
abogados, jueces y profesores, en torno a unos planteamientos críticos del tipo
de regulación que se establecía con la ley de 1994, manteniendo asimismo una
fuerte oposición al Acuerdo Interprofesional de Estabilidad en el Empleo de
1997 por la rebaja de la indemnización a 33 días en el contrato de empleo
indefinido que estos Acuerdos proponían – cuestión que puede comprobarse en el
artículo que MRA escribió para el libro colectivo publicado por la AEI que
analiza las reformas de 1997. En ese mismo tiempo fue uno de los impulsores del
proyecto que se habría de plasmar en la Revista de Derecho Social ya en 1998,
de cuyo comité de redacción formó parte, compartiendo plenamente su ideario.
A partir del 2010 ha sido magistrado del Tribunal Supremo. En su fecunda
labor en la sala de lo social de ese tribunal, MRA ha dejado asimismo su huella
en muchas sentencias que han forjado la mejor doctrina judicial en materia
social. Brillante en sus argumentaciones y muy convincente en sus
razonamientos, MRA ha influido muy decisivamente en las líneas interpretativas
de la Sala de lo Social más favorables a garantizar los derechos individuales y
colectivos derivados del trabajo, y más en concreto en la re-escritura de
aspectos importantes de la reforma laboral del 2012 que el Tribunal Supremo ha
tenido que enmendar o que reorientar a través de su última y muy importante
jurisprudencia.
Era ante todo un orador genial. Cualquiera que haya escuchado sus
conferencias sabe de su amenidad, inteligencia y colorismo en la descripción de
los hechos y de los argumentos. Cautivaba a la audiencia, demostrando sus
enormes dotes de seducción que practicaba tanto ante el auditorio como luego en
el contacto personal. Era simpático, arrebatador, cariñoso. Siempre dispuesto a
intervenir en jornadas y seminarios para explicar el derecho y criticarlo como técnica de dominación pero
también como forma de legitimación ideológica, sin olvidar no obstante como
usarlo en una dirección emancipatoria y progresista.
La gente que se dedica al Derecho del Trabajo en nuestro país está de luto,
y sus amigos, compañeros y discípulos estamos todavía conmocionados por esta
pérdida imprevista. Vivirá en nuestro
recuerdo y en su obra científica, y alimentaremos así la memoria de quien ha
sido uno de los mejores de los nuestros.
Buenas noches. Jesús de Zaragoza. Recuerdo el mes de febrero del 2014 cuando hizo una crítica a la Reforma Laboral en el XXV Congreso de Iuslaboralistas de Cataluña. Fue demoledor y luego del art. 135 de la CE no dejó títere con cabeza.
ResponderEliminarCon respecto a FRANCIA acabo de llegar de una jornada en PARIS sobre Religión comunitarismo y relaciones laborales. Espero que todos esteis bien. En Zaragoza como siempre sin orden ni control Un saludo.