El lunes 29 de junio, organizada por la Fundación
Abogados de Atocha y la Fundación 1 de Mayo y bajo el patrocinio de la USMR de
CCOO, se celebró en el salón de actos del edificio Abogados de Atocha una
charla con Vicente Llamazares, uno
de los fundadores y dirigentes de CCOO
bajo la dictadura, que en el periódico Madrid
Sindical han calificado, en una nota biográfica muy completa e interesante,
como “el líder más anónimo de Comisiones Obreras” (http://docpublicos.ccoo.es/cendoc/031741LiderAnonimoCCOO.pdf)
El acto fue presentado por Francisco
Naranjo como presidente de la Fundación Abogados de Atocha, tras del cual
dio un saludo Jaime Cedrún, como
secretario general de la Unión Sindical de Madrid – Región de CC.OO., que abrió
paso a las intervenciones de Natividad
Camacho, que puso de relieve la contemporaneidad de CC.OO. en su origen
como forma de expresar las luchas de los trabajadores y trajo a colación la
importancia formativa de éstas a través de la organización de las Comisiones
Obreras juveniles , en la coordinación de la lucha en los barrios y en los
lugares de trabajo. En ese tiempo de clandestinidad y de resistencia, la figura
de Vicente Llamazares fue muy
importante. A continuación intervino Eduardo
Saborido, que destacó el papel decisivo de V. LL. en la coordinación de la estructura de CC.OO. en los años
sesenta y setenta. Reveló al público que V.LL.
formaba parte del “núcleo”, es decir una selectiva reunión de dirigentes
que garantizaban el enlace entre la dirección de CC.OO. y el PCE en orden a la
coordinación de las acciones y de los programas a nivel nacional. Saborido recreó un tiempo y un contexto
en el que la acción de los dirigentes y responsables del movimiento de CC.OO.
no se refugiaban en la clandestinidad, sino que eran dirigentes conocidos, con
nombres y apellidos, lo que evidentemente generaba una mayor vulnerabilidad
ante la represión, pero asimismo significaba la visibilidad social y política
de CC.OO.
Vicente Llamazares intervino de manera informal, señalando algunos
de los elementos que le parecían más interesantes como memoria del origen de
CC.OO. La narración por tanto se establecía en dos momentos, el primero de 1955
a 1962, desde su llegada a Madrid y su actividad en la fábrica de Pegaso. En
esta empresa pública, de mejor remuneración que el resto del sector madrileño y
con unas ciertas garantías de empleo, formaban parte de la plantilla, además de
un grupo relativamente reducido de profesionales de oficio, una gran mayoría de
campesinos de los alrededores de Madrid que venían a la ciudad en búsqueda de
trabajo. En la empresa por tanto no había cultura ni memoria de activismo
político o sindical, y el comienzo tuvo que realizarse a partir de “las
pequeñas cosas”, no sobre la contradicción principal entre trabajo y capital,
sino sobre la desigualdad y el trato diferenciado entre obreros y empleados en
materia de comedores y transportes. A partir de ahí se fue construyendo un
elemento de acción colectiva – el boicot al
transporte de la empresa que desembocaba en marchas de dos mil personas
a Canillejas a coger la “camioneta”, y la visibilidad de esa marcha en la
carretera de Barcelona - la creación de
un grupo de activistas que se irían afirmando en la empresa no solo a través de
las elecciones sindicales, sino en sucesivas acciones, pese al despido de V. LL. ya después de los sucesos de
Asturias, en donde puso en contacto a varios intelectuales de Madrid con la
organización del conflicto minero, y de las elecciones sindicales de 1963 como
el momento de consolidación de la actividad política y sindical en la empresa.
A partir de su despido, entró a trabajar en Aguilar y formó parte de la
Inter-ramas de CCOO de Madrid por Artes Gráficas y luego de la Coordinadora
Estatal. Ahí dio comienzo la segunda parte de su relato. Éste se centró en
comentar las dificultades de la construcción de las estructuras de coordinación
y enlace a nivel nacional de CC.OO. y lo que suponía la celebración de las
Asambleas Generales tanto desde el esfuerzo de su montaje como desde el temario
de la discusión y la posterior recepción escrita de los documentos, que
normalmente efectuaban Nicolás Sartorius
y él mismo. El espacio temporal entre la primera y la sexta Asamblea
General fue un momento de maduración y de crecimiento del movimiento, del
asentamiento de su carácter socio-político y de la definición de lo que hoy
llamaríamos el proyecto autónomo del mismo en relación con otras fuerzas
políticas, la identidad nacional de los diversos pueblos de España, y la
relación entre la lucha salarial y por los convenios colectivos y la lucha antifranquista,
la amnistía y las libertades. Un tiempo muy problemático especialmente por la
represión sobre los líderes de CCOO – que desde 1967 había sido declarada por
el Tribunal Supremo asociación ilícita a efectos penales – una cascada de
despidos y repliegue de las luchas de los trabajadores.
En esa labor de coordinación de los procesos de crecimiento y de dirección
de los procesos de movilización y de estructuración, el PCE jugó un papel
fundamental, puesto que puso a disposición de ésta las personas y los medios de
su organización política, de la que por supuesto el movimiento de CCOO carecía.
A su vez se creó, en la órbita de éste, la Delegación de CCOO en el Exterior
(DECO), sobre la que Juan Moreno
acaba de publicar un interesante relato de sus actividades en la Revista de la
Fundación 1 de Mayo Estudios y Cultura nº 72. http://www.1mayo.ccoo.es/nova/files/1018/Revista72.pdf .
En la Sexta reunión General celebrada en La Moraleja, que fue más conocida
por el hecho de que los asistentes a la misma pudieron escapar, los tres días
que duró la misma, a los intentos de la Policía, que sabía que se estaba
celebrando la reunión, para detener a sus integrantes. Antonio Gallifa tuvo en ello un papel determinante porque
interceptaba la radio de la Policía y avisaba de los movimientos de ésta para
que los asistentes a la reunión pudieran escapar o trasladarse, como así
sucedió, salvo con un compañero de León, que, creyéndose posiblemente más
astuto, entró en la celebración de una misa en La Moraleja, donde fue
inmediatamente identificado por su aspecto – los obreros no pertenecían a ese
barrio – y detenido por la BPS inmediatamente.
A partir de esta reunión Vicente
Llamazares cifra el comienzo de su desencuentro personal con la dirección
del PCE del exterior, que se encontraba en Paris, y que en las conversaciones
directas con él cuestionaban la capacidad de análisis político de CCOO autónomo
del que realizaba el PCE, intentando así implantar una cierta división de
tareas de manera que el PCE tuviera un mayor relieve en la dirección y en el
análisis político de la situación, y que CCOO se centrara más en los aspectos
económicos y sociales de mejora de las condiciones de trabajo y de vida. Llamazares se extendió sobre lo que
definió como un intento de “despolitización” de CCOO que se desarrolló entre
altas y bajas – en el curso de esas conversaciones con la dirección del
exterior contó que a Nicolás Sartorius
se le acusó de “pestañismo”, es decir de construir un partido político a partir
del sindicato – con el incremento de la represión y la caída del núcleo de
dirección – del que se salvó Llamazares por
estar en la cárcel, aunque salió al poco tiempo – y su procesamiento en lo que
se habría de conocer como el 1001, en donde se generó un debate entre la
dirección del PCE que quería centrar la campaña de solidaridad sobre la figura de Marcelino Camacho y la que al final se impuso desde la organización
del interior, que mantenía V. LL, y
que, desde el PCE del interior apoyó decididamente Manolo López, de que se identificara a todos los miembros de la
misma, lo que se logró de manera gráfica en el conocidísimo cartel que se
publicó por primera vez en Bélgica con las fotografías de todos los procesados
y los años de cárcel que se les solicitaban.
Esas desavenencias le hacen en 1974 dejar la tarea de coordinación y
traspasarla a la gente de la CONC. Aunque le ofrecieron la dirección de la
DECO, no lo aceptó y cuando su amiga y compañera Juana Muñoz Liceras, encontró un trabajo en Canadá, no lo dudó y se
trasladó allí, donde ahí sigue, treinta y tantos años después.
La charla con Vicente Llamazares produjo
a los asistentes una sensación extraña. Hablaba de un pasado sobre el que la
mayoría tenía un conocimiento muy somero, ligado a un tiempo épico, y
desarrollaba los problemas sencillos de una actividad de defensa de las
libertades y de la democracia como un imperativo de la lucha por las
condiciones de vida y de trabajo dignos. Pero a su vez explicaba las
dificultades de construir un proyecto socio-político en donde necesariamente sólo
se puede avanzar en lo social si se consolida una visión política de una
democracia social avanzada que se posicione críticamente tanto respecto del
poder privado como del poder público. Y
finalmente, mostraba los riesgos de la actividad sindical como actitudes coordinadas
de enfrentamiento y de resistencia que eran respondidas con dosis fuertes de
represión a múltiples escalas. Lo que hoy precisamente es de una enorme
actualidad ante la entrada en vigor de la Ley Orgánica de Protección de la
Seguridad Ciudadana – la Ley Mordaza – y la fijación de la apertura de juicio oral en enero del 2016 contra los
ocho de Airbus, como ejemplo emblemático de la persecución penal del derecho de
huelga desencadenada por el Gobierno a través del Ministerio Fiscal por la
participación en los piquetes de huelga.
Creo que haces un resumen muy ajustado y correcto de la intervención de Llamazares. Creo que lo que contó de sus discrepancia con Carrillo es compatible con el hecho de que el PCE fue el grupo que de manera mas sostenida y permanente sostuvo a CCOO durante el franquismo
ResponderEliminarComo no tengo acceso a hacer comentarios en tu blog (o no se inscribirme) te lo digo en este correo. Algunas otras cosas las hablaremos directamente.
Juan Moreno Preciados
Muy interesante y desconocido pues no lo he leido en las historias de CC. OO. publicadas, ni siquiera en las academicas. Txato Etxaniz CC. OO. de Gernika. Euskadi.
ResponderEliminarDos precisiones sobre el comienzo del escrito:
ResponderEliminar1- La Fundación Abogados de Atocha no era convocante del acto.
2- Francisco Naranjo no es el Presidente de la Fundación Abogados de Atocha.
Pero también entiendo que se puedan crear confusiones. Cuando mezclamos cosas y actos por que si, pues da lugar a la confusión.
Raúl Cordero Torres
Bueno, aclarar que Francisco Naranjo no es el Presidente, pero si el Director de la Fundación Abogados de Atocha.
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