Joaquín Aparicio ha publicado en su blog y luego en el digital Nueva Tribuna una acertada reflexión sobre los acontecimientos que se están desarrollando en Europa tras la victoria del no en el referéndum griego. Se reproduce en esta bitácora con prontitud, puesto que suministra un análisis convergente con las últimas entradas en el mismo que examinaba la encrucijada que Grecia había planteado a las políticas de austeridad europeas y a los grupos socialdemócratas de la UE ante los cuales se agita la contradicción entre la aplicación inflexible de las políticas de austeridad en un país ya saqueado por el "gobierno de los banqueros" - como señaló Habermas - y el respeto a la voluntad popular expresada en el referéndum que rechaza esas mismas políticas en lo que supone de imposición de un estado de excepcionalidad social que deroga derechos y reduce a la nada las condiciones de vida y de existencia de la gran mayoría de la población.
Leamos ahora lo que escribe Joaquín Aparicio
La amplia mayoría del pueblo griego, con su NO, OXI, ha dado una lección de democracia y dignidad a las élites europeas del dinero, a sus servidores en las instituciones gubernamentales, de la Unión Europea y de los medios de comunicación y a todo el mundo. Como casi siempre, los más aduladores se han apresurado a alzar la voz para repetir la misma canción: el referéndum no cambia nada, al contrario, aleja la posibilidad de acuerdo. Pero si hubiese ganado el si, bien que habrían dicho que las cosas habrían cambiado, como que el Gobierno de Syriza tendría que dimitir. Ahí están las voces de la primera ministra de Polonia (“tienen que dar pasos en el duro camino de las reformas”), de dirigentes de letonia, de Eslovaquia, etc…. Si hubiera coherencia tendrían que dimitir varios sujetos, como el presidente de la Comisión europea o el del Parlamento europeo, activos propagandistas del si. El caso de Valdis Dombrovskis, letón y vicepresidente de la Comisión , ha sido asombroso al llegar incluso a negar legitimidad al referéndum. Como buenos vasallos estaban intentando adelantarse a lo que digan desde Alemania, en donde, como era de esperar, no han tardado en mandar el mismo mensaje: No hay ayudas si no hay reformas ¿Qué reformas? Como siempre no se dicen abiertamente, pero si en las negociaciones: eliminar derechos laborales, aumentar los poderes empresariales, subir los impuestos indirectos, no aceptar que se graven las grandes fortunas ni controles a los bancos, privatizar servicios públicos… Eso, precisamente, es a lo que los votantes griegos han dicho por aplastante mayoría NO. El vicepresidente Dombrovskis, frente a ese incontestable ejercicio de democracia, ha dicho que hay otras 18 democracias en Europa, como diciendo que 18 son más que una y que hay unos contribuyentes europeos a los que les deben los griegos, pero ¿Se les ha preguntado a los ciudadanos de esas 18 democracias si están de acuerdo con los recortes de derechos sociales y se les ha explicado que los recursos económicos entregados en el caso griego no fueron para la población griega sino para convertir deudas privadas de los bancos (sobre todo alemanes y franceses) en deuda pública?
La furia de las élites contra Grecia no ha hecho sino empezar, porque el referéndum griego ha puesto sus vergüenzas al aire, por eso la solidaridad con Grecia en las calles y ágoras de Europa, hasta ahora más bien escasa, debe ser una necesidad para quienes quieran salvar la democracia en Europa. El ateniense Teseo acabó con el Minotauro que exigía en su laberinto de Creta el sacrificio de jóvenes que le tenían que ser entregados con regularidad para ser devorados. Hoy el Minotauro anda por los laberintos de Bruselas, Washington, Frankfurt y Berlin y exige el sacrifico de jóvenes y mayores. Los ciudadanos europeos no podemos dejar solos a los griegos, cual Teseo, en su lucha desigual con el monstruo porque nos va mucho en ello.
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