El 7 de octubre es la jornada global que la CSI instituyó para luchar por
el trabajo decente. Este año viene marcado por dos hechos, estrechamente
relacionados. La erradicación del trabajo forzoso y la proscripción de las prácticas
que utilizan la migración internacional para someter este trabajo a condiciones
degradantes para la existencia humana.
La erradicación del trabajo forzoso formó parte de una de las primeras iniciativas
de la OIT, en 1930, coincidiendo con la explosión de la gran crisis. Ha sido
ratificado por una gran mayoría de países que naturalmente consideran contrario
a la civilización democrática la existencia de trabajo esclavo. La declaración
de la OIT sobre los principios y derechos fundamentales en el trabajo de 1989 incluyó
este Convenio entre las normas internacionales que deberían necesariamente
tener vigencia universal.
La globalización ha hecho renacer formas odiosas de trabajo forzoso, en
muchas ocasiones ligadas a los fenómenos migratorios durante los cuales se utiliza
a estas perdonas como trabajo privado de cualquier derecho, sin posibilidad de
evitar trabajar simplemente por comida y habitación en condiciones de hacinamiento
y explotación tremendas. Hoy en día el
fenómeno del trabajo forzoso es una realidad odiosa en muchas actividades.
Trabajo esclavo en la agricultura y en la pesca, pero también en el servicio
doméstico y en la construcción. Las obras de la criticada copa del mundo de
Qatar son un ejemplo bien conocido de mantenimiento del trabajo forzoso de sus
trabajadores. Se calcula en 21 millones de personas las que en el mundo están
sometidas al trabajo forzoso, son víctimas de la trata de personas, servidumbre
por deudas o trabajo en condiciones próximas a la de la esclavitud.
La persistencia en esta situación hizo que en junio del 2014 gobiernos,
empleadores y trabajadores reunidos en la Conferencia Internacional del Trabajo
de la OIT (CIT) decidieron dar un nuevo impulso a la lucha mundial contra el
trabajo forzoso, incluidas la trata de personas y las prácticas análogas a la
esclavitud. Por una mayoría abrumadora votaron a favor de adoptar un Protocolo
y una Recomendación que complementan el Convenio sobre el trabajo Forzoso, 1930
(núm. 29) así como los instrumentos internacionales existentes proporcionado
una orientación específica sobre las medidas que han de adoptarse para eliminar
todas las formas de trabajo forzoso. Además se aprobó una Recomendación número
203 (2014), acerca de la prevención, la protección a las víctimas y su acceso a
la justicia y a otras acciones jurídicas y de reparación, y así como sobre el
control de la aplicación y la cooperación internacional.
El Protocolo ofrece un marco para erradicar eficazmente el trabajo forzoso,
incluyendo la trata de personas y las prácticas análogas a la esclavitud,
mediante una combinación de medidas de prevención, protección y reparación. El
Protocolo exige protección contra las prácticas abusivas en el proceso de contratación
de trabajadores migrantes y constituye el primer tratado vinculante que reclama
a las empresas que actúen con la debida diligencia a fin de prevenir el trabajo
forzoso y responder a los riesgos que este conlleva en sus operaciones y
cadenas de suministro. El texto del Protocolo puede consultarse aquí : http://www.ilo.org/dyn/normlex/es/f?p=NORMLEXPUB:12100:0::NO::P12100_ILO_CODE:P029
Es por tanto urgente que exista una amplia ratificación del mismo por todos
los Estados. A ese fin la CSI ha iniciado una campaña de sensibilización y
movilización para exigir a los respectivos gobiernos que incorporen las
prescripciones del protocolo a sus ordenamientos internos y adopten por tanto
las medidas necesarias para luchar contra esta forma de explotación del trabajo
especialmente odiosa. La OIT se ha fijado como objetivo que al menos 50 países
firmen este protocolo en el 2018. Por el momento, sólo Niger, el 15 de mayo de
este año, ha firmado este Protocolo.
Urgir a los gobiernos europeos a ratificar el Protocolo de erradicación del
trabajo forzoso es por tanto imprescindible. La campaña de la CSI se puede
seguir en este enlace http://www.ratifytheprotocol.org/es
. Pero constatar que los países desarrollados no han considerado necesario
ratificar durante todo el año de 2015 un compromiso renovado con la
proscripción de la esclavitud, es un símbolo terrible de cuáles son las
prioridades culturales de las personas que gobiernan en Europa.
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