En este
mes de agosto, en la blogosfera de Parapanda se prefiere hablar de sindicalismo
y de representación del trabajo que de los inextricables acontecimientos que
excitan a los foliculares – como llamaba a los periódicos Brassens – sobre las tribulaciones tristes del líder político del
PP que busca apoyos para la investidura que, sin respeto legal, se ve reenviada
a fechas muy posteriores a las que exigiría la norma. Así, en el blog hermano Metiendo Bulla, se ha recomendado justamente
acudir a la lectura de la obra de los esposos Webb como un clásico del
sindicalismo. En esta entrada se acude asimismo a un clásico más moderno, como
se verá enseguida, pero igualmente decisivo en el planteamiento de los grandes
temas que plantea la situación de explotación y de subalternidad que impone el
trabajo asalariado.
Repensar el sindicato es el motum de un proceso de debate y de
discusión que se ha iniciado en CCOO con vistas a abrir un espacio de reflexión
sobre la propia consideración del sindicato como instrumento de organización y
de acción colectiva. Insertándose en este debate, se colocan otros escritos más
clásicos, que sin duda podrían ser de interés en cuanto sugieren temas y vías
de desarrollo. Sucede así con un largo texto de Bruno Trentín, que se denomina justamente así, “Por una nueva
solidaridad, redescubrir los derechos, repensar el sindicato”, que supone la relación
introductoria al Congreso de la CGIL de 1989 y que se puede leer en el volumen
coordinado por Michele Magno, que
con el título Lavoro e Libertà, agrupa
una serie de trabajos escogidos y un diálogo inédito de Bruno Trentin con Vittorio
Foa y Andrea Ranieri (Ediesse,
Roma, 2008). En este escrito, las nociones básicas sobre las que se construye
la figura del sindicato son las de democracia de representación y democracia
sindical, que sustentan la forma sindicato entendido como un sindicato general.
Un momento muy importante de esta
discusión es el relativo a la relación entre colectivo e individual en el plano
de los derechos, es decir en qué medida lo colectivo debe servir para construir
espacios de autorrealización personal en el trabajo, atendiendo a la diferencia
y en último término a la condición individual concreta de la trabajadora o del
trabajador. Ello en una concepción, ya conocida, de este autor sobre la
libertad en el trabajo como un eje fundamental de análisis y de estrategia
sindical, sobre la que puede que se insista en otro momento. Sobre esta
problemática Bruno Trentin desarrolla
en un documento sindical toda una clara pauta de acción, y sus palabras son sin
duda alguna muy valiosos elementos para la discusión actual sobre el sindicato,
los derechos y la solidaridad.
“La reconstrucción de una
solidaridad política y reivindicativa entre sujetos diferentes y las diversas
individualidades del mundo del trabajo, en torno a la afirmación y a la realización
gradual y personalizada de los derechos universales en los que se reconoce una
sociedad moderna, eso puede ser el objetivo fundador de un sindicato general,
la promesa y la inspiración de su programa en cada una de sus partes. Esto
puede querer decir definir la identidad y legitimar el rol de un sindicato
general intérprete de los intereses fundamentales de una gran parte de la
sociedad: la parte que debe todavía estar sometida en el universo de los
trabajos a vínculos, subordinaciones, condicionamientos de estructuras
jerárquicas y de decisiones que escapan a su control y en muchos casos a su
propio conocimiento; a aquella parte de la sociedad que, de un modo u otro,
está todavía sometida a relaciones que oprimen su libertad de elegir, es decir
su libertad de evolucionar cultural y humanamente.
No se trata por tanto de ese
tercio de población pobre, no garantizado y marginalizado en las sociedades
contemporáneas. Sino de un área mucho más vasta de trabajadores y de ciudadanos que pueden encontrar las
razones de una solidaridad activa con los “no garantizados” en laacción común
para afirmar y ante todo realizar
gradualmente los derechos de todos, asumiendo como criterio ineludible de su
realización las diferencias, las diversidades, las individualidades de las
mujeres y de los hombres que trabajan.
Un sindicato de los diferentes y
un sindicato de los derechos individuales y colectivos. Ésta es la CGIL que
queremos construir, inspirándose en esos principios nuestras políticas reivindicativas,
nuestras formas de representación, nuestras estructuras organizativas, nuestras
reglas democráticas y nuestro código ético. Lo que significa asumir como primeros
objetivos de nuestro programa:
1.- La definición de los nuevos
derechos que deben encontrar un reconocimiento pleno en el universo de los
lugares de trabajo de nuestro país, en la negociación colectiva y en la
legislación italiana e internacional. Entre ellos deben situarse los derechos –
inescindibles entre sí – a la información y al control de los flujos
informativos y a la formación cultural y profesional capaz de romper en lo
concreto el monopolio de los conocimientos y de la propia información.
Nace de esta matriz el derecho a
la formación permanente como condición para superar una subalternidad cultural
que obstaculiza cualquier forma de autogobierno del trabajador y cualquier
posibilidad de dominar su propio trabajo. Y constituye una de las etapas de la
realización de dicho derecho la conquista en los convenios colectivos de la
obligación de las empresas de dotar a las representaciones sindicales de los
lugares de trabajo de todos los instrumentos cognoscitivos y formativos capaces
de asegurar la adecuación permanente de la tutela sindical frente a las
incesantes innovaciones tecnológicas y organizativas.
2.- La redefinición de los
derechos fundamentales, como el derecho al trabajo o el derecho a la salud o a
la prevención, en razón de una realización de los mismos orientada hacia
objetivos más complejos y que se vincule a la adaptación a las diferentes
subjetividades de las personas que son titulares de los mismos. Un derecho al
trabajo que progresivamente se convierta en un derecho al trabajo elegido, a su
cualificación permanente, un derecho a la inserción progresiva de las
diferentes personas en una actividad laboral que les permita tanto superar las
desigualdades de partida como progresar gradualmente hacia la autorrealización
a la que aspiran. Un derecho a la salud que se sustancie en prestaciones de
servicios de prevención, de cuidado y de rehabilitación dirigidos a la
recuperación íntegra de las potencialidades físicas e intelectuales de la
persona. Un derecho al apoyo también económico de las posibilidades de
inserción de las personas individuales en una actividad socialmente útil y profesionalmente
gratificante.
3.- Una política legislativa y
negocial que remueva las barreras económicas, arquitectónicas, culturales y
normativas que se opongan al ejercicio de estos derechos, con iguales oportunidades
para todos los sujetos, y que obstaculizan el goce de los mismos por parte de
los diferentes sujetos, de modo que se realice en la actuación gradual de estos
derechos en favor de las diferentes individualidades, una responsabilidad exigible
a la colectividad respecto de cada una de estas personas.
Forman parte de esta promoción colectiva de la realización
gradual de los derechos individuales no sólo las acciones positivas previstas
en la legislación y guiadas por la negociación colectiva, sino también la
acción reivindicativa del sindicato, de manera que éste reconvierta su
estrategia reinvindicativa y sus políticas en materia de salario, de reducción
del tiempo de trabajo, de cualificación y formación profesional, de negociación
y control de las condiciones de trabajo, en función de estos objetivos,
poniéndolos, por tanto, al servicio de
una solidaridad de los derechos y de la autorrealización de la persona”.
Hay en estos párrafos
seleccionados todo un esquema de relación entre lo colectivo y lo individual,
entre lo general – que recompone economía y política – y lo concreto, que exige
atender a la diferencia, como ejes de una reflexión sobre el trabajo que sin
embargo parte de una visión no defensiva, sino propositiva y activa del sujeto
colectivo que representa democráticamente al trabajo. Un hilo que puede ser
seguido como inspiración de otros descubrimientos y otras reivindicaciones en
el momento sindical del presente, aunque éste sea oscuro y de resultados
inciertos. Continuará, como avisaban los comics
de antaño.
AFILIARSE A UN SINDICATO
ResponderEliminarEn unos momentos como los que nos toca vivir a los trabajadores y ciudadanos españoles en general, a consecuencia de esta mal llamada crisis, sino inmensa estafa, en la que está en juego nuestro modelo social de convivencia, es más necesario que nunca el que existan organizaciones cívicas fuertes y verdaderamente decididas a defender nuestros derechos y libertades. Los capitalistas saben muy bien que los sindicatos son las últimas organizaciones, la última barrera, que les queda por superar. Eliminados estos, no quedará ninguna fuerza organizada que se oponga a sus intereses.
CCOO es la mayor organización cívica de España por número de afiliados. Cuando el sindicato se sienta a negociar con los sindicatos patronales o con el gobierno, no es lo mismo representar a un millón que a diez. Las conquistas sociales y los derechos de los trabajadores se han conseguido en el último siglo, gracias a la lucha de los trabajadores organizados en sindicatos y tienen su declive cuando estos sufren un retroceso, cuando el prestigio de los mismos decae por la continua campaña de desprestigio que desde las empresas de propaganda de la patronal (también llamadas medios de comunicación) es continuamente lanzada contra ellos hacia la opinión pública.
Tenemos que demostrarle al poder, que estamos dispuestos a defender nuestros derechos y que estamos decididos a organizarnos para defender nuestros intereses. Ellos, la élite que maneja y manipula la economía, son una minoría, la mayoría somos nosotros. Si no tenemos el poder económico, tenemos el poder de ser más y en democracia eso tenemos que hacerlo valer. Nuestra unidad es fundamental, en todas las épocas, pero especialmente en esta, cuando nuestros derechos y libertades las están convirtiendo en su negocio. De nuestra unidad y de nuestra fuerza dependerán nuestros derechos. No olvidemos que somos 17.200.000 obreros trabajando, pero sin derechos; 5.000.000 de parados y 9.000.000 de pensionistas, y que todos somos víctimas de su inmensa estafa. Todos pertenecemos a la misma clase social, somos perjudicados por las mismas medidas y tenemos los mismos intereses que defender. Unidos seremos una fuerza incontenible; y a eso el capitalismo lo teme. Hagámonos temer. Unámonos
AFÍLIATE A CCOO