La situación general de los derechos laborales y sociales
en el mundo es muy precaria. La salida de la crisis que sacudió a los países
desarrollados – especialmente a Europa y a Estados Unidos – a partir de 2008,
se ha saldado con una homogeneización de las políticas neoliberales, el
incremento de la desigualdad y una suerte de absorción de la soberanía nacional
de los estados nacionales por el capital financiero global, que gestiona a
través de los mercados y de las instituciones financieras internacionales el
pago de la deuda sobre la base de incrementar el espacio de la mercantilización
de lo público y de las necesidades sociales, procediendo a una fuerte erosión a
los sistemas de derechos basados en el trabajo y en su representación
colectiva.
Esta situación se agrava ante la crisis ideológica de la izquierda – tanto
la socialdemócrata como la social liberal – y la progresiva generalización de
un modelo neoautoritario tanto en materia laboral como más allá, en el tema de
las libertades públicas, que va debilitando o en ocasiones, incluso destruyendo
las agregaciones sociales de representación del trabajo y de la ciudadanía
social, frente a lo cual no se forma una
alternativa política emancipatoria, sino que se desarrollan posiciones de
rechazo democrático caracterizadas por un dirigismo ejecutivo confrontado a los
partidos políticos y su gestión de lo público, una fuerte imposición cultural
de paradigmas claramente conservadores e incluso plenamente irracionales que
conducen a la xenofobia y al desprecio por las minorías, una reivindicación de
los moldes fundamentales del patriarcado tradicional y a una estrategia en fin
de la violencia y de la fuerza sobre el diálogo y la razón.
En América Latina, tras una década de gobiernos de progreso, la situación se
ha invertido drásticamente con la derrota electoral en Argentina de los herederos del kirchnerismo, y de forma
dramática por el golpe de estado institucional que se ha producido en Brasil.
Pero las democracias andinas están en riesgo, y Venezuela se encuentra en una
crisis de extrema gravedad. La consolidación de un espacio continental en el
sur de América de progreso social y económico en una coordinación de acciones
públicas basadas en la cooperación interestatal, se ha sustituido por una nueva
composición política que es dirigida directamente por las élites económicas y
financieras. En ese marco, las políticas neoliberales en materia económica y
social dificultan en extremo – y en ocasiones proceden a demoler – las ventajas
sociales que los sistemas democráticos anteriores habían puesto en marcha. El
caso brasileño es al respecto especialmente grave, como se sabe, al haberse
votado una enmienda constitucional que congela durante veinte años el gasto
social y por consiguiente pretende impedir dotar de base material a los
derechos sociales de base prestacional a cargo del poder público. Por último,
la presidencia Trump no augura
tiempos fáciles ni para el sindicalismo americano (del norte y del sur) ni
desde luego para los derechos sociales de los trabajadores y trabajadoras del
continente.
La situación en el sur de Europa, incluida también Francia, denota también
signos muy preocupantes de una deriva antidemocrática y anti social. Con una
fuerte resistencia fundamentalmente enraizada en el espacio social, donde los
sindicatos siguen teniendo un evidente protagonismo, las políticas de
austeridad y la gobernanza económica pretenden seguir imponiéndose pese a las
numerosas evidencias del carácter equivocado y discriminatorio de las mismas. En
el 2017 hay importantes eventos políticos que pueden marcar de manera negativa
el devenir europeo.
El derecho del trabajo y el pensamiento social resultan claramente afectados
por estos acontecimientos. La resistencia cultural en el sur de Europa se
encuentra alineada con la izquierda social y apoya mayoritariamente las
propuestas de regeneración democrática europea, rechazando las tendencias a la
renacionalización defensiva que en algunos sectores populares ha calado como forma
de rechazar las consecuencias de la gobernanza económica defendida por las
fuerzas políticas de centro derecha y centro izquierda. Sin embargo en América Latina, la existencia
de una fase de crecimiento económico unido a la expansión de las políticas
sociales, hacía que la austeridad europea se concibiera más como un hecho que
recordaba experiencias pasadas en la década de los noventa del siglo anterior
que como un peligro de futuro. Ahora por el contrario, los procesos están
convergiendo y la hegemonía neoliberal se expande a ambos lados del océano, lo
que obliga a los expertos en derecho del trabajo y seguridad social, a los sindicalistas
y a los profesionales comprometidos, a confrontar experiencias y propuestas que
hagan frente a esta situación indeseable.
Es cierto que existen algunas formas de coordinación incipientes entre los
juristas y estudiosos de lo social en Latinoamérica entre si y entre ellos y
España y Portugal. La relación intersindical entre ambas esferas se da, pero es
ciertamente débil. En efecto, son todavía formas incipientes, que requieren un
mayor desarrollo, aunque a buen seguro hay ya iniciativas importantes que están
cuajando con este propósito. En este panorama, es importante que se abran
espacios de encuentro y de diálogo en el que circulen experiencias y análisis
que ayuden a entender y a conocer las diferentes realidades nacionales, sus
problemáticas y las líneas de tendencia que se manejan desde el plano
teórico y práctico.
Con esta finalidad se ha concebido la REVISTA DE DERECHO SOCIAL
LATINOAMÉRICA, que edita Bomarzo y que en esta segunda etapa se presente en su
versión digital. Se trata de un experimento que pretende la circulación de
ideas y de reflexiones sobre el trabajo y su centralidad social, expandiendo
una cultura jurídica y de pensamiento social crítico y alternativo a lo
existente.
La Revista acaba de sacar a la luz su número 2, cuyo índice – resumen se
transcribe a continuación. La mera lectura de los temas abordados es
suficientemente clarificadora del sentido y la orientación de sus contenidos.
Suscribirse a la misma es importante porque supone sostener el proyecto. Un
proyecto de circulación de una cultura del trabajo progresista y emancipatoria
en América Latina y el Caribe, España y Portugal.
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