jueves, 2 de marzo de 2017

COMO ACTÚA EL CAPITAL FINANCIERO INTERNACIONAL: TUNEZ



Es algo ya conocido que el capital financiero no asume la democracia como valor que rija sus acciones ni orientaciones, antes al contrario, suele preferir regímenes totalitarios como sistemas más seguros en orden a proteger sus inversiones. En Europa,  a través del mecanismo de la gobernanza europea, el conglomerado de FMI, BCE y la Comisión, hoy sustituido por el eufemismo “los acreedores” ha conducido una intensa batalla para lograr imponer en los países sobre endeudados  reformas y modificaciones de sus sistemas laborales y de protección social que devalúen sus salarios y sus condiciones de vida.

Para estas instituciones financieras, los derechos sociales son obstáculos al desarrollo y al crecimiento económico, y entienden además que el pago de la deuda debe ser llevado a cabo con independencia de cuales sean los resultados de ello, mediante la depauperación de la población, la destrucción de sus sistemas de salud y de seguridad social, empujando a miles de personas a la pobreza. Se comportan como el matón de las películas, chantajeando y amenazando a los países que se atreven a pedir aplazamientos o una quita de la deuda, aun siendo conscientes que la deuda no podrá jamás ser pagada en su totalidad. Cuando como en el caso de Grecia, la mayoría del pueblo decide rechazar las medidas que proponen para desarbolar la estructura pública de protección y los derechos laborales, desprecian la voluntad popular y castigan con mayor rudeza al gobierno que ha querido someterse a lo que pretenden sus ciudadanos a los que se debe. El caso de Grecia, que se reitera cada cierto tiempo como castigo ejemplar a un pueblo que ha elegido a un gobierno alternativo, enseña cual es la doctrina de las instituciones financieras respecto de la democracia.

Ahora la Confederación Sindical Internacional alerta del caso de Túnez. No veremos estas advertencias en la prensa "orientada" cuya homogeneidad sumisa conocemos (y padecemos). Túnez es un país – el único por el momento – en el que las primaveras árabes han conseguido abrir espacios de libertad democrática y de una cierta laicidad, dejando atrás los planteamientos de rechazo de la globalización imperialista y financiera que personifica en todo el mundo árabe lo que conocemos como integrismo islámico y su lucha armada contra ella, que alienta el terrorismo internacional. El FMI ahora debería conceder a Túnez un préstamo imprescindible para la subsistencia presupuestaria del país, pero esta institución financiera lo condiciona a la realización de una ola masiva de despidos en los servicios públicos y a la desaparición de las prestaciones que éstos daban, la privatización y el recorte de las pensiones. El FMI es plenamente consciente que con ello dinamita la libertad y la democracia en Túnez y posiblemente abre la espita a que el islamismo radical obtenga también allí el control político de la situación, con el sufrimiento, la crueldad y el desasosiego para Europa que eso lleva consigo. Lo dice muy claramente la nota de la CSI:

“El Fondo Monetario Internacional está empujando a Túnez al borde del desastre económico y político con su negativa de liberar los fondos que requiere con toda urgencia en un momento en que el país más necesita el apoyo internacional. El Gobierno tunecino ha dicho que el FMI ha suspendido los pagos de su préstamo de cuatro años de 2.800 millones de dólares a Túnez, los cuales estaban previstos hasta mayo de 2020. La medida del FMI tiene como fin presionar al Gobierno para que efectúe despidos masivos en el sector público, así como para que proceda a la venta de activos públicos y posibles recortes a las pensiones.

A este respecto, Sharan Burrow, Secretaria General de la CSI, ha comentado: "El FMI está empujando a Túnez al borde del precipicio, con efectos que pueden ser devastadores para la economía y el sistema democrático, un sistema casi único en la región, que la población ha puesto en pie después de acabar con la dictadura en 2011. Las consecuencias de esta medida para Túnez y sus países vecinos serían catastróficas. Túnez se encuentra en medio de una reforma constitucional e institucional, con cambios sin precedentes en su sistema tributario, aplicando una mucha mayor transparencia y medidas para proteger el medio ambiente. Estas reformas, a la par de los cambios planificados y positivos en el sector público, necesitan tiempo suficiente para desarrollarse y consolidarse. Las imposiciones ideológicas como ésta del FMI arrojarán a miles de personas a la pobreza y destruirán los progresos realizados hasta ahora y que los tunecinos están decididos a continuar. Una crisis económica cada vez más profunda conduciría al resurgimiento del fundamentalismo y a aumentar el riesgo de ataques terroristas tanto en Túnez como en los países vecinos".


El FMI actua como un enemigo de la democracia. Hay que redoblar nuestros esfuerzos en denunciar esta tendencia que va progresivamente mostrando como el capital financiero globalizado se dispone, paulatinamente, a ir desmontando los elementos básicos de los sistemas democráticos en el mundo, ante la pasividad de los gobiernos y de las instituciones internacionales. La orientación más social de los Estados del Sur de Europa ha sido considerada una pieza desechable y como tal han sido atacados sus sistemas de derechos. En el otro lado del Mediterráneo, la democracia se instalaba en Túnez, y ese es ahora el objetivo del FMI, acabar con ella. Quizá para que también allí se reproduzca la situación de Libia, donde el pillaje y el saqueo de la riqueza del país es compartido por banderías locales y grandes grupos y empresas internacionales. No es un destino que se pueda aceptar ni por los ciudadanos tunecinos ni por el resto de las personas que todavía entendemos que la soberanía de los pueblos y la democracia son valores  que se deben preservar en todo caso, también bajo la globalización.

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