Excusarán los lectores y lectoras de este blog que en
esta entrada se recuerden los desmanes del franquismo y su constante represión
de la disidencia que era ante todo obrera pero también estudiantil y ciudadana
y que mantuvo por el terror, la tortura y la muerte la imposición de la
violencia de la rebelión militar contra el régimen democrático hasta el final
de sus días, inmunizando además a los autores materiales de aquellos crímenes
de cualquier responsabilidad por su comisión. Cuando cada vez de manera más
abundante con ocasión de las manifestaciones
de exaltación de la nación española un grupo de gente saluda brazo en alto y
grita “arriba España”, la memoria de lo que significó el franquismo, siempre
envuelto en la bandera rojigualda como enseña de los vencedores de la rebelión
armada, ha parecido oportuna y actual.
Viene esto a cuento de que, como es de público conocimiento, el
enaltecimiento del franquismo no se considera un acto delictivo, sino
posiblemente en los ambientes más conspicuos de la derecha democrática, una
conducta que no es de “buen tono”, fuera de moda. La cada vez más frecuente
actuación de grupos de ideología nazi-fascista que insultan y golpean a
manifestantes de signo democrático se considera una anécdota, algo irrelevante.
Mientras tanto se expande la idea de la necesaria ilegalización de aquellas
ideologías políticas que discrepen de la unidad de la nación española,
reclamando – a título personal, se dice - la disolución de los partidos políticos que
sostengan esa visión y la aplicación de penas de cárcel para sus dirigentes y
afiliados. En los grandes discursos cuya transcripción ha sido publicada por la
prensa, la acusación que se hace al grupo político de la izquierda que apoya el
diálogo en Catalunya y es partidario de un referéndum pactado es que se sitúa
objetivamente en el lado del independentismo catalán - su “coartada” ha dicho la vicepresidenta del
gobierno - y que por tanto pretende la destrucción de la nación española y la desestabilización
de España. Falta poco para recuperar la noción franquista de “anti-España” en
una versión edulcorada, que conduce a la estigmatización de las posturas que defienden
identidades culturales y políticas múltiples en un Estado plurinacional y la
exclusión de las mismas de cualquier debate sobre la “cuestión catalana” y sus
vías de solución. No es necesario comentar que esta expulsión del cuadro
político concebido como “frente” nacional está calcado de la práctica efectuada
contra el terrorismo vasco y por tanto desplaza al independentismo los rasgos
del enemigo frente al que no cabe negociar, sino eliminar. Tampoco precisa
explicación que cuanto más se defina al independentismo desde el Estado Español
como el enemigo a eliminar, sus actuaciones se interpretarán como elementos de
humillación a las instituciones de autogobierno de Catalunya y por tanto darán
alas y fuerza a los planteamientos secesionistas.
Hay por tanto en la defensa del gobierno del PP de la unidad de España un
aire de familia con los discursos del franquismo que de alguna manera
dignifican – cuando no reivindican – el Estado unitario sobre el que se edificó
la dictadura. Por tanto es siempre conveniente recordar que el franquismo fue
también para la jurisprudencia del tribunal Supremo que ha negado una y otra
vez la revisión de las sentencias inicuas de condena a muerte de personas por
el hecho de defender el pluralismo político y la defensa de las libertades, un
estado de derecho, y que la defensa del mismo sólo puede efectuarse si se tiene
en cuenta que para la constitución de 1978, son más importantes los adjetivos
de social y democrático, que llevan aparejado el respeto a toda forma de
expresión política, incluso la disidente y la apertura de cauces democráticos
para la solución de los conflictos políticos planteados.
Recordar el franquismo y lo que significó en la historia de España nunca
está de más. Son muchos los esfuerzos que se han hecho desde la historiografía,
la sociedad civil y la propia reivindicación política desde una parte de las
fuerzas democráticas. Una buena parte del independentismo catalán, sin embargo,
extiende interesadamente la noción de franquismo a cualquier perspectiva que se
oponga a la secesión del territorio de Catalunya, con independencia de los
matices que esta visión unitaria pueda adoptar, incluida la de un Estado
federal. Se trata de un discurso simétrico al que establece el gobierno del PP
pero invertido, de manera que la reinvindicación de la identidad múltiple y
compleja de pertenencia a una nación no es aceptada en el texto del discurso, y que olvida además la complicidad de sectores del nacionalismo catalán con la represión antiobrera llevada a cabo por el franquismo.
El componente fundamental del franquismo es el represivo, y su objetivo
central, la eliminación de la subjetividad política de la clase obrera y su
capacidad para establecer aliados en la lucha por la democracia. Entre estos,
la clase media ilustrada que veía su identidad cultural y nacional aplastada
por la imposición bárbara del complejo nacional – católico en el que se basaba
el autoritarismo social del régimen. Hay ya muchos estudios sobre este
componente represivo, pero quizá uno de los sitios de los que se pueden recabar
informaciones más relevantes es el blog que el Magistrado de lo social – y antiguo
abogado laboralista – ya jubilado, Juanjo
del Águila lleva publicando como forma de hacer conocer al público documentos
y hechos rigurosamente detallados sobre episodios importantes de la represión.
Autor de un libro de culto sobre la actuación del Tribunal de Orden Público
– El TOP. La represión de la libertad
(1963-1977) – que publicó la editorial Planeta (y que retiró de la circulación
apenas tres meses después de su salida, cuando la obra llevaba vendidos más de
2.300 ejemplares) – Juanjo del Águila ha
creado un blog que se llama Justicia y Dictadura y que pretende
suministrar “información relacionada con la justicia durante la dictadura
franquista”. En esta página justiciaydictadura.wordperss.com , hay una amplia y trabajada noticia de los
casos habituales de violencia, torturas y condenas a muerte que jalonaron la
acción judicial del franquismo. Este sesgo principalmente judicial, que llama
extraordinariamente la atención al lector, dando cuenta de la fidelidad
inquebrantable del aparato judicial a la violencia política del Régimen hasta
el final de sus días, se ha incrementado en esta página con la atención añadida
a la actuación policial de la Brigada Política y Social, bajo la forma de
publicación paulatina de los “boletines de información” de la Brigada Política
y Social (BPS), de imprescindible lectura para conocer de primera mano la idea
que del mundo del pluralismo democrático y social tenían los esbirros de la
dictadura.
Leer sobre el franquismo para conocer mejor nuestro pasado y para por consiguiente
estar preparados para dar cuenta de su continuidad en tantas actitudes y
prácticas sociales de hoy, siendo conscientes de que no puede permitirse de ningún
modo la recuperación del marco de referencia autoritario y violento que éste
dispuso durante cuarenta años tras la rebelión militar, el aplastamiento del
régimen legal ente constituido y la conversión de los demócratas en
delincuentes y en prisioneros. Una recomendación de lectura para el día después
del 12 de octubre, día de la raza,
luego traducida en día de la Hispanidad,
con su desfile militar y el tremolar de las banderas patrias que tan poco le
gustaban al protagonista de La mala
reputación.
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