El conjunto de lectores de este blog excusará lo obvio
del titular de esta entrada, porque ya llevamos siete días del mes que está
marcado en la mayoría de nuestros calendarios como propio del descanso anual de
verano. Agosto es sinónimo de reposo y de recomposición de la fuerza de trabajo
que habrá de ir entregando, en los tiempos marcados, a quienes producen bienes
y servicios para otros en el mercado o en los espacios de intercambio
relativamente desmercantilizados marcados por la utilidad pública. En agosto se
habla ante todo del calor, de los itinerarios de viaje, de la playa y del
monte, de las fotos que recordarán el destino de las vacaciones, de manera también
las informaciones y las noticias quedan amortiguadas ante el campo magnético de
las vacaciones que funciona como un protector personal que desconecta en líneas
generales de las ansiedades y las preocupaciones del tiempo ordinario de vida y
de trabajo.
Este blog se hace cargo también del tiempo estival y no sólo ralentiza sus
entradas, sino que se preocupa de temas que normalmente no tienen cabida en el
mismo. Lo que quiere decir que por regla general en agosto se incluirán en este
espacio referencias a las lecturas emprendidas durante las vacaciones, o a
comentarios capciosos y previsiblemente desenfadados de los hechos cotidianos
que puedan producirse durante este mes. Es posible sin embargo que muchos de
sus lectores y lectoras piensen que este adelgazamiento de los contenidos es
algo que le viene muy bien al desarrollo del blog y otros y otras por el
contrario entiendan que la levedad de las reflexiones era la constante de estas
páginas. Ambos juicios son seguramente ciertos. Por lo demás, es una constante
de este mes que descienda el número de visitas, porque también sus visitantes frecuentes
descansan sus rutinas o desconectan sus dispositivos.
El caso es que es tiempo de lecturas aplazadas. En mi caso, una costumbre
lejana me lleva a seleccionar como libros para el verano aquellos que no están
de moda ni recomendados vivamente por los suplementos literarios o por los
amigos más cercanos. No del todo, ciertamente, porque este año acabo de
terminar la espléndida novela de Almudena
Grandes, Los pacientes del Doctor
García, en donde se contiene una denuncia brillante de la complicidad
activa del franquismo con los criminales de guerra nazis al terminar la Segunda
Guerra Mundial, enmarcada en una historia de dobles identidades que atrae y
cautiva desde el primer momento. Pero en lista de espera se encuentran una
biografía de Neruda obra de Mario Amorós, el teatro completo de Brecht, El hueco que deja el diablo, de Alexander Kluge, y, para festejar el bicentenario del nacimiento de
Marx, una recopilación de sus
artículos periodísticos. No debería citarlo, porque posiblemente no es de buen
tono, pero también tengo que acabar el libro de Losurdo sobre Stalin, en homenaje tardío a la reciente muerte, a finales
de junio de este año, de uno de los pensadores más poderosos del ámbito
cultural italiano. Un festín en el que espero deleitarme y del que posiblemente
trasladaré alguna de sus consecuencias a las páginas de este blog veraniego.
Otras lecturas, más relacionadas con la reflexión sobre la regulación del
trabajo y el sindicalismo, las iremos desvelando en la medida en que las notas
sobre las mismas puedan dar lugar a una reflexión interesante en esta bitácora.
La blogosfera de Parapanda no descansa en el verano, aunque adelgace sus
contenidos. Ahí tienen por ejemplo la última entrada del blog hermano de Joaquín Aparicio, Desde mi cátedra, en la que comenta lúcida y críticamente la reciente
huelga del taxi, en la que además introduce un descubrimiento científico extraordinario,
el componente gaseoso denominado copeína, que define como “la sustancia
ideológica suministrada por la cadena de radio episcopal COPE y otras
similares, de graves efectos sobre la salud mental”. Esta entrada pueden
encontrarla y disfrutarla en este enlace La huelga tan amada, tan odiada. Y, naturalmente, pueden seguir dia a día las magistrales aportaciones que el
blog decano y fundador Metiendo Bulla efectúa
no sólo sobre el seguimiento de la “cuestión catalana” sino sobre otros tantos
y variados asuntos que comprometen la acción colectiva y ciudadana.
Descansen, descansemos. Y disfrutemos agosto que pasa rápido y escapa como
el tiempo acostumbra, más rápido cuanto más feliz es uno.
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