sábado, 9 de marzo de 2019

TODAS LAS CALLES COLOR VIOLETA



La jornada del 8 de marzo concluyó con una inmensa movilización popular expresada en las manifestaciones numerosísimas que se han celebrado en pueblos y capitales de provincia. La cifra es impresionante. Más de 500 manifestaciones en toda España. Y en todas ellas una enorme participación de mujeres de todas las edades, desde las jóvenes estudiantes de bachillerato hasta las pensionistas y jubiladas, pero también un porcentaje significativo de hombres en la misma abigarrada mezcla de edades y de presencias. Manifestaciones en los grandes núcleos urbanos, pero también en los pueblos, donde el feminismo aparece en las calles por primera vez.

Las manifestaciones de Madrid y de Barcelona fueron colosales. La policía municipal calculó en 375.000 personas la asistencia a la de Madrid y 200.000 la de Barcelona. Era imponente en efecto la cantidad de gente que ayer nos lanzamos a la calle, a ocupar ese espacio público para reivindicar el feminismo frente a los ataques y cuestionamientos que la derecha había fijado como objetivo electoral y como definición de un concepto de ciudadanía excluyente. Calles rebosantes de personas de toda edad y condición, la denominada transversalidad, en un espectáculo de movilización espontánea e informal en el que predominaban los carteles personales con mensajes directos sobre todos los temas más preocupantes: la violencia de género, la insensibilidad judicial frente a la violación, el miedo a salir sola de noche, los feminicidios, el aborto y el dominio sobre el propio cuerpo, todo ello enlazado con consignas contra el patriarcado y su recuperación y fortalecimiento en el discurso político de las derechas. En Madrid, la estatua de la Cibeles y el Ayuntamiento se colorearon de violeta, pero todas las calles desde Atocha hasta la Plaza de España, descendiendo por la Gran Via, eran de color violeta.

Sin embargo, frente a esta impresionante capacidad de demostración de participación ciudadana por el feminismo, la jornada del 8 de marzo tenía que ser asimismo una jornada de huelga entendida en un sentido amplio, que no solo afectara a los lugares del trabajo asalariado sino también a los espacios del trabajo no retribuido, de forma que junto a la huelga laboral también debía ser una huelga de cuidados, de consumo. En este aspecto es donde la desorganización es más amplia, puesto que se han superpuesto visiones diferentes cuya convergencia en una propuesta de acción resultaba imposible. Para el sindicalismo confederal, la huelga feminista comprende a hombres y mujeres, para una parte importante del movimiento feminista es una huelga solo y exclusivamente de mujeres que no convoca la adhesión masculina. Para algunos sectores, como enseñanza, la huelga debería tener un día entero de duración, UGT y CCOO han convocado a nivel confederal una franja de huelga de dos horas por turno de trabajo, mientras que otros sindicatos, como CGT o CNT han convocado la huelga de 24 horas en todas las actividades para garantizar una suerte de “percha” o cobertura frente a aquellos que decidirán ausentarse del trabajo con este motivo. Los poderes públicos, como sucedió el año pasado, se emplean a fondo para impedir la huelga en transportes y servicios públicos sobre la base de estas disensiones en la convocatoria.

La presencia sindical en la huelga feminista ha sido mayor este año que en el precedente. No es una huelga general al uso, pero el sindicato ha forzado la realización de asambleas y de adhesiones de comités de empresa y juntas de personal, además de impulsar la huelga en grandes empresas y sectores. En la concentración en Cibeles a las 12 de la mañana, los secretarios generales de CCOO y UGT adelantaban la realización de paros generalizados en el sector del automóvil, de la agroalimentaria, mientras que era muy débil la participación en el transporte, donde por otra parte se habían aplicado unos servicios mínimos copiosos. La cifra general de participación se elevaba a 5,6 millones de trabajadores, que manifestaba el compromiso sindical en la lucha contra la desigualdad de género y la concreción de un trabajo organizativo de debate y preparación de asambleas y reuniones de los órganos de representación en las empresas muy importante. La huelga fue muy seguida en la enseñanza, donde todos los sindicatos y las asociaciones estudiantiles habían convocado una huelga de 24 horas, y la huelga tuvo mucho impacto en la enseñanza universitaria y menos en la de bachillerato, interrumpiéndose las clases

La huelga sindical se presenta por tanto como un acto de ruptura de la normalidad productiva que pretende insertarse en un proceso de movilización social dirigido por el movimiento feminista, que es quien fija los objetivos de la misma. Esa posición claramente adhesiva a un proceso reivindicativo y de llamada general por el feminismo es un hallazgo estratégico del sindicato como organización social que deberá seguir manteniendo y desarrollando como impregnación concreta de su proyecto de sociedad, su diseño de las relaciones laborales y la elaboración de sus políticas del derecho.

Han sido muchos también los comentarios respecto de la contestación explícita que una movilización tan colosal ha efectuado de los planteamientos de la derecha y de la extrema derecha que en estos días han recrudecido su ataque contra el feminismo como ideología enemiga de la democracia, en ese proceso permanente de exclusión de posiciones ideológicas y políticas que llevan a cabo estas fuerzas políticas mediante un mecanismo de identificación de las instituciones democráticas con su ideario partidista. Este sesgo de la movilización de ayer es evidente, como podía simplemente deducirse de los cánticos, inscripciones y consignas coreadas durante la misma, en donde PP y Vox – en menor medida también Ciudadanos – eran vituperados enérgicamente por la multitud, acompañados eso si en muchos casos por la Conferencia Episcopal Española como objeto de la censura. Será por tanto un terreno que cobrará progresivamente mayor importancia en el tiempo electoral que se avecina, declaradamente alineado en posiciones contrarias a las de la derecha conservadora de la que el llamado “feminismo liberal” de Ciudadanos no parece poder separarse suficientemente.

Un día magnífico, una explosión de fiesta y de protesta, un gran momento de solidaridad y de afirmación de una civilización democrática basada en la reivindicación de la mujer y de su protagonismo colectivo. Un día espléndido, un gran día feminista.




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