Los
resultados de las elecciones de ayer 10 de noviembre han sido ya publicitados,
comentados y resumidos por los principales diarios, los grandes medios de
comunicación, las redes sociales. No arrojan buenas noticias para la
ciudadanía, y han constituido un ejemplo de cómo el tacticismo del gobierno
puede conducir a salidas políticas extremadamente complicadas que ponen en
riesgo el propio desarrollo de nuestro estado democrático. Dejando de lado el
número de escaños obtenidos por cada fuerza política, que como de costumbre
supone una desviación sobre el peso de los votos y que ha castigado
especialmente a las fuerzas de ámbito nacional a la izquierda del PSOE, es
decir a Unidas Podemos y a Mas País, interesa en esta entrada poner de relieve
la evolución de los sufragios en esta nueva convocatoria electoral que nunca
debió haberse producido.
El bloque que suma más diputados
(158) es el que convencionalmente se denomina la izquierda, El partido que ha
obtenido mayor número de votos es el PSOE, que ha logrado 6.750.000 papeletas,
un 28% del total, pero que en el camino desde las elecciones de abril se ha
dejado casi tres cuartos de millón de sufragios y tres diputados. La opción de
convocar las elecciones – una convocatoria que ahora se denomina “automática”
para resaltar puerilmente que no tuvo origen en la decisión gubernamental – ha
resultado un fracaso de las expectativas planteadas. El PSOE pensaba de esta
forma asestar un buen golpe a izquierda y derecha (UP y Ciudadanos) y
fortalecer su presencia electoral para acordar libremente sus políticas desde
un gobierno monocolor, prescindiendo de los condicionantes de la izquierda y de
una parte de los independentistas. Su situación ahora es más endeble y se le
complica más el panorama de la formación del nuevo gobierno, ante el giro a la
derecha que en su discurso de campaña ha desplegado como forma de “ganar el
centro”, en el que aparecía no solo una actitud de rechazo a cualquier intento
de negociación política sobre el tema catalán, sino la indicación neoliberal de
su política económica simbolizada en la designación ante tempus como
vicepresidenta económica de Nadia Calviño, defensora de la
irreversibilidad de la reforma laboral del 2012 y promotora de nuevas medidas
lesivas de los intereses de los trabajadores como la ya famosa “mochila
austriaca”.
Unidas Podemos (UP) ha resistido
las presiones de un relato aceptado por la gran mayoría de los medios que
hacían recaer en esta formación el fracaso de la investidura de gobierno, y que
hacían prever que su presencia electoral iba a ser muy limitada en esta nueva
convocatoria. Además la comparecencia de un concurrente directo, Mas País, que
se presentaba en 18 provincias, hacía presagiar una derrota épica de esta
coalición. Sin embargo UP ha resistido, y sigue siendo la referencia más
potente de la izquierda del PSOE. Ha obtenido un poco más de 3 millones de
votos (un 12,8 %) pero en el camino se ha dejado 640.000 papeletas y siete
diputados, descendiendo de los 42 que había obtenido en abril a los 35 que
posee actualmente. Por su parte Más País (MP), que aparecía como una opción
vencedora tras su decisión de acudir a las elecciones nacionales, y como tal
fue saludada por la gran mayoría de los medios de comunicación, ha obtenido un
sonoro fracaso en cuanto a los resultados electorales, pese a los intentos de
ultima hora por asociar a una figura emblemática como Manuela Carmena a
su campaña. Ha sumado más de 600.000 votos, pero tan solo ha ganado dos
diputados por Madrid y uno por Valencia, en coalición con Compromís.
La izquierda por tanto ha sufrido
un desgaste respecto de los resultados de abril. Continua mostrando que es
mayoría frente a las fuerzas de la derecha - más en votos que en escaños, como es costumbre ante el sistema electoral deficiente que tenemos -, pero no ha podido impedir el
ascenso increíble del franquismo ni cambiar, como era la intención del PSOE, la
correlación de fuerzas en su conjunto. Una comparación entre este resultado y
las primeras impresiones que este blog dedicó a las elecciones de abril, es muy
significativa. (https://baylos.blogspot.com/2019/04/primeras-impresiones-tras-las.html)
El mayor cambio se ha dado en las
filas de la derecha. El Partido Popular ha subido más de tres puntos
porcentuales respecto de su pésimo resultado en abril, y se afianza como la
formación política que lidera la derecha. Ha obtenido un poco más de cinco
millones de votos, es decir ha ganado 660.000 votos, pero su victoria se ha
construido sobre un programa muy autoritario en lo político, negándose a
cualquier apertura política en Catalunya, y extremadamente liberal en lo
económico, con bajadas de impuestos y cotizaciones y defensa a ultranza de la
reforma laboral. Ha asistido con evidente satisfacción al práctico
aniquilamiento de Ciudadanos, que pretendía competir en el liderazgo de las
posiciones más reaccionarias y que había sido el socio preferente para obtener,
junto con la ultraderecha, el gobierno de regiones tan importantes como
Andalucía o Madrid, o el ayuntamiento de Madrid, como la “joya de la corona”.
Pero se encuentra acosado a su derecha
por el precipitado político del franquismo con el que desde su comparecencia en
el mercado electoral no ha tenido ningún escrúpulo en pactar, el franquismo agresivo
de Vox, lo que posiblemente extreme la pulsión autoritaria y neoliberal del PP
de Casado como forma de competir con la ultraderecha.
Ciudadanos se ha derrumbado. Ha
perdido 47 diputados de una tacada y ha pasado de tener casi el 16% de los
votos a un 6,8% de los mismos, perdiendo en seis meses más de dos millones y
medio de votos. La radicalización reaccionaria de su mensaje sobre la identidad
española ha encontrado en los electores respaldo a través de su migración a
partidos abiertamente anticonstitucionales y a la derecha clásica, mientras que
su negativa obstinada a pactar con Sánchez permitiendo un gobierno del
PSOE , que era el diseño que los grandes poderes económicos habían amparado y
repetidamente indicado como la solución frente a la posibilidad de un programa
de cambio social, ha sido castigado por otra buena parte de su nicho de
mercado. Su posición ahora en los gobiernos regionales y municipales en los que
participa junto con el PP y el partido franquista, es más delicada, y no se
debería descartar nuevas turbulencias en el interior de este partido que fue creado
como oferta electoral conservadora de la ”nueva política”.
Lo más preocupante es el ascenso
del franquismo y la extrema derecha que ha pasado de un 10 por ciento de los
sufragios y 28 diputados a constituirse en un referente europeo para los grupos
xenófobos y autoritarios, con un 15,1 % y más de tres millones y medio de
votos, con casi un millón de adhesiones sumadas a los resultados de las
elecciones de abril. Es evidente que este partido, que ha sido incorporado sin
ningún problema a la gobernanza regional y municipal por parte de las otras dos
formaciones de la derecha, se sitúa en un claro plano anticonstitucional y
reivindica con orgullo – y apoyo masivo entre una parte significativa de la
ciudadanía, lo que es más grave – un Estado unitario y autoritario, que tiene
al franquismo como referente histórico plenamente compatible con el sistema
democrático, una contradicción que busca destituir el esquema fundamental de la
democracia consensuada en 1978: la forma territorial compleja del Estado de las
autonomías y el estado Social con el que se compromete el art. 1.1 de la Constitución.
En su discurso la mentira y la ignorancia forman parte central de su
argumentación, especialmente activa contra los inmigrantes, segregando un odio
racial, y contra el feminismo, justificando la violencia de género. Su peso
específico después de las elecciones en los gobiernos en los que participa,
influirá directamente en la adopción de políticas y decisiones cada vez más orientadas
a valores antidemocráticos. Que la convocatoria de estas nuevas elecciones haya
permitido el fortalecimiento de la derecha franquista aprovechando el
tratamiento emocional e identitario de la cuestión catalana, es seguramente el
elemento más negativo de este proceso del que hay que sacar conclusiones
relevantes de futuro.
No se trata de un partido
democrático, ni mucho menos constitucionalista, calificativo que se empeñan en
autoatribuirse sus dirigentes, con la complicidad de las otras derechas. Sus intervenciones
racistas y violentas deben ser contrastadas con lo que (al menos hasta el
momento) ha dicho el Tribunal constitucional, y que recientemente recordaba en
su blog Joaquin Aparicio. “Así pues, de la conjunción de ambos valores
constitucionales, dignidad e igualdad de todas las personas, se hace obligado
afirmar que ni el ejercicio de la libertad ideológica ni la de expresión pueden
amparar manifestaciones o expresiones destinadas a menospreciar o a generar
sentimientos de hostilidad contra determinados grupos étnicos, de extranjeros o
inmigrantes, religiosos o sociales, pues en un Estado como el español, social,
democrático y de Derecho, los integrantes de aquellas colectividades tienen el
derecho a convivir pacíficamente y a ser plenamente respetados por los demás
miembros de la comunidad.” Algo que no está en el proyecto de Vox ni en sus
sostenedores que anoche gritaban un “a por ellos” anticipatorio de enfrentamientos
ciudadanos muy graves.
En la cartografía electoral, los
partidos nacionalistas – que Vox pretende ilegalizar en su conjunto, como
Ciudadanos pretendía anular políticamente impidiendo su acceso al Parlamento
español con un suelo mínimo de votos del
3% a nivel estatal – se han fortalecido. El nacionalismo vasco ha alcanzado un
resultado histórico con siete diputados, y en Catalunya el independentismo
republicano que tiene a su presidente en prisión ha perdido dos diputados, pero
la CUP y su reivindicación de ingobernabilidad del país ha obtenido esos dos
que faltan a ERC, y el independentismo más afincado al presidente exilado vicariamente
representado por el actual President de la Generalitat ha mejorado también sus
resultados con 8 diputados. La necesidad de iniciar un espacio de negociación
entre estos partidos y el resto de los partidos democráticos españoles para
solventar la cuestión catalana es, desde el punto de vista de la gobernabilidad
del Estado español, un necesidad ineludible.
La situación a la que nos ha
llevado la convocatoria de estas nuevas elecciones es extremadamente negativa.
Pero hay que sacar de estos resultados una lección y es la de que se requiere
un acuerdo o frente amplio democrático entre los partidos que se sitúan en la
necesidad de un cambio social. Un amplio acuerdo sobre elementos centrales hoy
en la regulación de las condiciones de existencia de la mayoría de la población
que impliquen un impulso decidido hacia la profundización de la democracia
social. Sin este acuerdo, del que habrá que explorar todas sus posibilidades y
modalidades, desde el gobierno de coalición hasta la pactación de los
presupuestos, elaboración de un programa común con instrumentos e instituciones
de garantía y apertura de una mesa de partidos en el caso catalán, no cabe
concebir un marco institucional que pueda resolver los enormes problemas que se
ciernen sobre la población de este país. La responsabilidad mayor en conseguir
un acuerdo de este tipo recae sobre el PSOE como partido que goza de una mayor
representación parlamentaria. Es conveniente que se aleje de tentaciones
cesaristas y se abra a un amplio acuerdo de gobernabilidad sobre bases de
progreso. Ese es el objetivo en el que convergen también sindicatos y movimientos
sociales. No se les puede defraudar otra vez.
Juan López Gandía Totalmente de acuerdo. Solo algunas precisiones; Más País en realidad solo ha sacado dos diputados pues el de Compromis, o sea Baldoví, es el único que ha sido elegido por Valencia y ya lo tenían..la presencia de Errejón en la Comunidad Valenciana solo ha aumentado en 3.000 los votos de Compromis, .Donde se ha notado es en Madrid, al sacar los dos diputados, uno que ha arrebatado al PSOE y otro a Podemos, con unos 200.000 votos en Madrid (Teruel existe solo ha necesitado 39.000 votos para obtener un diputado). De los 577.000 votos de Más País, hay que descontar 175.000 de Compromis...Es en Madrid con 200.000 y en el resto del Estado con otros 200.000 lo que ha restado escaños al PSOE y a UP. A ello hay que añadir el 6% de la abstención que ha perjudicado más al bloque de la "izquierda". El bloque de la derecha ha perdido 766.000 votos en relación con abril y el de la "izquierda" 900.000 mil. La diferencia entre ambos se ha acortado, quedando reducida a 45.000 votos, cuando en abril era de 220.000 votos. Una nuevas elecciones llevarían a más abstención y a un triunfo de una derecha bicéfala; una con franquismo latente, oculto, y otra con franquismo explícito y obsceno, que se quita la máscara....Dejo a un lado lo que suponen los partidos con implantación no estatal.
ResponderEliminarLaura Morada : Sánchez y Errejón ya han recibido la respuesta a su irresponsabilidad. Solo que la vamos a tener que sufrir toditos todas. De los cavernícolas, con perdón al origen de nuestra especie, ni hablamos. Me reconforta saber que una parte de la gente de izquierdas del PSOE no se ha creído la jugada de su élite.
ResponderEliminarYo veo que es una estrategia de salvaguardia del bipartidismo neoliberal.
Caro Antonio,
ResponderEliminarho letto la tua interessante analisi e ti ringrazio di avermela inviata. Vedo che la situazione spagnola evolve rapidamente. Speriamo in un governo che almeno duri qualche anno facendo sgonfiare il successo della destra. In tutta Europa abbiamo gran bisogno di una politica che recuperi razionalità e serietà, affrontando i tanti gravi problemi con un po’ di lungimiranza . Più che di rivoluzioni oggi abbiamo un gran bisogno di non perdere o addirittura ricostruire legami socio/culturali non effimeri.
Un grande abbraccio
Lorenzo