Las
elecciones regionales de ayer domingo 26 de enero en Emilia Romagna resultaban
decisivas porque de haber vencido en ellas el candidato de la Liga, Borgonzoni,
no sólo este partido y la coalición de derechas se habría apoderado de una
región que desde la Liberación ha sido estado siempre gobernada por los
comunistas y sus aliados, sino que habría hecho caer al gobierno nacional y se
habrían tenido que convocar elecciones con un alto riesgo de que Matteo
Salvini se convirtiera en el nuevo presidente del Consejo de Ministros italiano.
La confrontación electoral ha
sido muy dura, y la derecha partió con gran fuerza en el Palasport de Bolonia
acuñando un slogan muy explícito: “Liberemos la Emilia Romagna del Partido
Democrático”, y la actividad de su candidata desarrollada fundamentalmente en
las áreas rurales y en las pequeñas ciudades de la región parecía ir agregando
consensos suficientes para el vuelco electoral que la Liga y el bloque de la derecha italiana consideraba
estratégico. Por su parte, la política llevada a cabo por la administración
regional del PD no entusiasmaba a nadie, y en las últimas elecciones regionales
la abstención había sido altísima, superior al 60 % de la población censada, lo
que indicaba un evidente desapego mayoritario a la gestión del PD, por otra
parte envuelto en sus crisis y muy tocado negativamente entre la izquierda
social por su etapa renziana en el gobierno nacional. Todo ello por tanto
conspiraba para que entre la abstención ciudadana de izquierda y la ilusión de
poder vencer al PD en el territorio en el que siempre había demostrado su
arraigo, el 26 de enero supusiera un giro importante en la política italiana
que consolidara el giro de la mayoría de los votantes hacia una orientación
neosoberanista, hostil a la inmigración etnicista, y profundamente neoliberal
en el diseño económico, que podía representar además un apoyo fuerte a las
posiciones de ultraderecha vencedoras en los países del este y en abierta
competencia con el centro derecha en Francia.
Sin embargo, el panorama cambió a
partir de a movilización, esencialmente popular, que partió de una serie de
jóvenes que se organizó desde una página de Facebook primero en Bolonia,
luego en Modena y que se extendió rápidamente no solo por la región Emiliana,
sino por toda Italia: el movimiento de las sardinas contra Salvini. Sardinas en
lata, diríamos en castellano, es decir cuerpos apretados y juntos en las
plazas, en las manifestaciones contra Salvini y su retórica xenófoba, beatona,
machista y antiprogresista. Un movimiento que pedía a los manifestantes que no
llevaran ninguna bandera, que no mostraran las enseñas de ningún partido y que
no insultaran. Solo una sardina, un pez que, como en la canción de Lucio
Dalla, Come è profundo il mare que tomaron como himno, pese a ser
mudos, “comenzaron a pensar”, un pensamiento que no cabía detener “porque lo
protege el mar”, y en esa condición abarrotaron las plazas en un grito
colectivo cada vez más impresionante contra Salvini. Una movilización de
base sobre la que el centro izquierda en torno a su candidato Bonaccini impulsó
a su vez un acto de masas una semana antes del cierre de campaña.
La campaña electoral se resolvió realmente
en este duelo entre Salvini y el movimiento de las sardinas, que
acuñaron a su vez el slogan “Emilia Romagna no se Liga”. El dirigente de
la Liga reduplicó su presencia en esta región, incluso llevando a cabo actos muy
sensacionalistas como el de llamar al portero electrónico de algunos emigrantes
para denunciar que eran “camellos” en la venta de droga en el barrio, actitud
claramente racista y xenófoba que fue respondida por una amplia manifestación
en el barrio boloñés de repudio a estas performances electorales. La demagogia de la ultraderecha y su capacidad de mentir sin ambages no le sirvió en esta ocasión.
Las elecciones de ayer domingo se
caracterizaron por un incremento fortísimo de la participación electoral, justo
el doble de la contabilizada en las elecciones regionales anteriores. Esa
movilización de base generó la recompactación del “pueblo de la izquierda” y
concentró el voto en el presidente de la región del PD, de forma que una parte
importante de los votantes del M5S se decantaron por su candidatura para
detener la victoria de la Liga. 51,4% para el centro izquierda frente a 43,6%
para la candidata de la derecha es el resultado final del recuento electoral
que ha impedido por tanto no solo la “conquista” de la región por el
conglomerado de la derecha, sino que ha fortalecido la posición política del
gobierno nacional compuesto por una coalición entre el Movimiento 5 Estrellas y
el Partido Democrático. También para el flanco sur de Europa, en especial para
España y Portugal, cuyos gobiernos presentan una formación de centro izquierda,
el mantenimiento del gobierno italiano resulta especialmente interesante ante
la posibilidad de incentivar un bloque reformista de progreso presionando a la
Comisión tanto en lo que respecta a la revisión de la gobernanza económica
europea como al desarrollo del Pilar Social y en general en una línea de
progreso que debe necesariamente encontrar mayor peso en el campo de juego de las
distintas alianzas entre los bloques nacionales que presionen a Francia y a Alemania
en la determinación general de las decisiones de la Unión. Una perspectiva de acción coordinada en la UE que debería ser llevada a cabo en el inmediato futuro.
En Italia de manera menos
virulenta que en España, la política se mueve en estos momentos en el campo de
batalla de las emociones que simplifican y anulan las razones, en una explosión
de furor calculado en el que cuenta menos lo que se hace que lo que se comunica,
o mejor aun, lo que se llega a imponer como discurso que prevalece sobre
cualquier otro tema que no favorezca la posición política defendida. En España
se ha visto esta tendencia con respecto a los debates que se han visibilizado
como prioritarios a la vez de / en
lugar de la consecución de un acuerdo entre el empresariado, los
sindicatos y el gobierno sobre el aumento del salario mínimo. Una operación de
encubrimiento que ha ido desde el grotesco encumbramiento de un personaje
siniestro como Guaidó a la reutilización del siempre eficaz asunto del
acuerdo de diálogo político en Cataluña y el nuevo movimiento del Tribunal
Supremo respaldando la decisión de la Junta Electoral central sobre el escaño
del presidente Torra.
Lo que enseña a nuestra
particular vicisitud nacional las elecciones italianas es que la movilización
de base es más potente que la fuerte manipulación y el dominio del discurso
mediático que poseen la derecha y la ultraderecha, y que por tanto el gobierno
progresista debe priorizar su vinculación con los movimientos sociales, los
sindicatos y las experiencias de coalición de intereses que se despliegan en diversos
ámbitos de la vida social, como garantía de su propia supervivencia. Una
vinculación que desmorona la machacona insistencia de las tres formaciones
políticas en la oposición en la deslegitimación de una acción de gobierno que necesariamente
tiene que llevar adelante un programa de cambio social requerido por una mayoría
social que se ha expresado de manera plural en las urnas. Es ella la que debe sentirse por consiguiente implicada en la consecución de
estos objetivos, y ser consciente que sólo mediante su presión y su presencia el gobierno progresista puede hacer realidad las medidas anunciadas. En ello
estamos y nos mantendremos alertas.
Una perfetta descrizione da parte dell'amico Antonio.
ResponderEliminarPatricia Espejo Megías “El dirigente de la Liga reduplicó su presencia en esta región, incluso llevando a cabo actos muy sensacionalistas como el de llamar al portero electrónico de algunos emigrantes para denunciar que eran “camellos” en la venta de droga en el barrio, actitud claramente racista y xenófoba que fue respondida por una amplia manifestación en el barrio boloñés de repudio a estas performances electorales”.
ResponderEliminarLa crónica es magnífica, como siempre, pero destaco este párrafo porque la indecencia, los chantajes y el neocaciquismo de la derecha campa a sus anchas también en nuestro país sin llegar a desautorizarles. Y es algo que se ha hecho invisible a base de hacer normal. Qué espanto