jueves, 18 de junio de 2020

OIT Y EL MUNDO DEL TRABAJO TRAS LA PANDEMIA



La OIT ha desplegado una importante actividad en relación con el marco económico y social resultante de la crisis originad por la pandemia del Covid-19. Son muchos los informes, tanto generales como sectoriales en los que se analizan las consecuencias que esta enorme crisis global está produciendo en todo el planeta. En esta misma línea, la OIT ha convocado para comienzo de julio una Cumbre Mundial sobre la Covid-19 y el Mundo de trabajo. Una cumbre virtual, que se realizará en línea, y en donde se prevén dos encuentros regionales previos y una sesión conjunta para los días 7 a 9 de julio.

La organización prevista es la siguiente:

7 de julio: Día regional, en el que se presentarán los aspectos más destacados de los cinco eventos regionales mediante emisiones en directo y en diferido, así como entrevistas y vídeos sobre las medidas de respuesta de la OIT frente a la COVID-19.

8 de julio: Día de los líderes mundiales, que incluirá alocuciones de Jefes de Estado y de Gobierno de los Estados Miembros de la OIT, destacados dirigentes internacionales de empleadores y sindicatos, y directores de varias organizaciones internacionales sobre los retos y las oportunidades que plantea la pandemia en el mundo del trabajo.

9 de julio: Día de los mandantes de la OIT, en el que intervendrán ministros y representantes de trabajadores y empleadores de los Estados Miembros para debatir en directo los eventos de los días anteriores y abordar la aplicación de la Declaración del Centenario de la OIT para el Futuro del Trabajo con respecto a la pandemia.

El enfoque con el que la OIT aborda este encuentro aparece muy bien expresado en una “nota conceptual” que enmarca el debate sobre el que se quiere incidir, la disputa sobre lo que nosotros en España conocemos como “nueva normalidad” y la necesidad de cambios en la forma de organizar el trabajo y del marco regulador que disciplina éste, además de la consideración de una dimensión de ciudadanía social que obliga al reforzamiento de la acción pública de prestación de servicios esenciales para la tutela de la salud y de la seguridad en la existencia  de la mayoría de la población.

La “nota conceptual”  de la cumbre se puede consultar en este enlace,  https://www.ilo.org/wcmsp5/groups/public/@dgreports/@dcomm/documents/meetingdocument/wcms_747938.pdf, y de ese documento entresacamos aquí la parte programática que señala los términos del debate:

“ 6. ¿Qué pasará ahora?

Los países de todo el mundo y la comunidad internacional en su conjunto siguen enfrentando los desafíos sanitarios, humanitarios y socioeconómicos asociados a la crisis causada por la COVID-19. Mientras siga la pandemia, las respuestas adoptadas en materia de políticas deberán aplicarse de forma eficaz como preludio necesario al retorno gradual y seguro al trabajo. No obstante, ello no significa que se vuelva a trabajar como antes, al menos durante el período en que debamos seguir viviendo y trabajando con el virus y mientras no se disponga de una vacuna o terapia de acceso universal. Se está debatiendo mucho sobre cómo será el mundo del trabajo cuando superemos la pandemia, y la idea de una «nueva normalidad» en el trabajo está ganando terreno. Con demasiada frecuencia, se pasa por alto la distinción entre las nuevas prácticas que deberán adoptarse durante el período en que el virus siga planteando la amenaza que hoy supone y las perspectivas de futuro a más largo plazo que puedan imaginarse cuando ya no existan esas limitaciones. El riesgo de ello es que podemos perder de vista que, a pesar de las limitaciones que hoy enfrentamos, el futuro del trabajo puede y debe ser lo que nosotros queramos que sea.

En efecto, los planes de recuperación deben establecer, desde el principio, las bases de la «mejor normalidad» que queremos. Precisamente por esa razón es tan importante basarnos en la Declaración del Centenario de la OIT para el Futuro del Trabajo, con su enfoque centrado en las personas, al emprender la tarea de una reconstrucción mejor. Hay que reconocer que el punto de partida no será alentador. Independientemente de su evolución futura, la pandemia dejará un mundo del trabajo con más desempleo, más desigualdad, más pobreza, más deuda y, con toda probabilidad, más frustración e incluso rabia popular. Sin embargo, la pandemia también ha puesto de relieve, con extrema crudeza, la absoluta necesidad de actuar sin demora para cumplir los principios y objetivos de la Declaración del Centenario, y el precio humano de no hacerlo.

Por consiguiente, el proceso de una reconstrucción mejor deberá responder a ciertas cuestiones y desafíos acuciantes.

i)                 ¿Cómo promoverá un crecimiento sostenido, inclusivo y sostenible, un empleo pleno y productivo y el trabajo decente para todos? ¿Cómo pueden diseñarse respuestas a la crisis provocada por la COVID-19 que saquen rápidamente la economía mundial de la recesión y la pongan en condiciones de superar los desafíos para una transición digital, demográfica y ambiental justa?
ii)                ¿Qué hay que hacer para resolver las enormes vulnerabilidades en el mundo del trabajo que la pandemia ha evidenciado? ¿Cómo intensificar los esfuerzos de formalización de la economía informal y avanzar decididamente hacia la cobertura universal de la protección social?
iii)               ¿Queremos acelerar el uso de las tecnologías para permitir nuevas formas de trabajo a la vista de la experiencia de la pandemia? En caso afirmativo, ¿cómo debería regularse ese trabajo?
iv)               ¿Qué sectores de actividad económica y categorías de trabajadores requieren apoyo y atención particulares? ¿Puede incorporar el proceso de recuperación un programa transformador para lograr la igualdad de género y una plataforma para el avance de los jóvenes en el mundo del trabajo?
v)                ¿Cómo lograr que la reducción y eliminación de la pobreza y los imperativos de los derechos y la justicia social se conviertan en objetivos centrales del proceso de recuperación? vi) En un momento en que la cooperación multilateral es más indispensable que nunca, pero enfrenta desafíos sin precedentes, ¿cómo puede unirse la comunidad internacional en torno a un verdadero propósito común y dedicarse nuevamente a la aplicación de la Agenda 2030 de las Naciones Unidas para el Desarrollo Sostenible?”

Es decir, la OIT, más allá de las respuestas nacionales – todavía no hay una respuesta supranacional digna de ese nombre, ante las vacilaciones y retrasos que el tema encuentra en la Unión Europea – quiere que se discuta sobre el futuro del trabajo que necesariamente debe ser diferente de cómo hasta el momento aparecía programado en los esquemas de la normalidad capitalista de la globalización. 

Una posible salida a la crisis que ha generado la pandemia insiste en reiterar las mismas líneas de tendencia, que no pueden sino favorecer el incremento de la desigualdad y la extensión de la desprotección social a millones de personas. Por el contrario, otra fuerte contratendencia pretende establecer las bases de un modelo de sociedad que reconozca la centralidad del trabajo e impugne las consecuencias muy negativas que genera la consolidación de políticas del derecho que acentúan la devaluación salarial y la precarización de la existencia social de la mayoría de los ciudadanos. La OIT pretende ofrecer un espacio de confrontación de modelos en los que los principios y derechos fundamentales del trabajo se extiendan y se hagan efectivos en las nuevas condiciones en las que se desarrolle el trabajo en el mundo post-pandemia.

Pero este es un debate global. Que se debe replicar con el que se está desarrollando en cada uno de nuestros países. Nos estamos jugando el futuro que queremos, porque a través del tipo de regulación del trabajo que consigamos establecer como marco de referencia, se deducirán la gran parte de las condiciones materiales de nuestra existencia social y personal. Estaremos atentos en sucesivas entradas a este tipo de confrontación de proyectos y medidas.

1 comentario:

  1. Juan Blanco Blanco En ese debate que, me parece, tan bien contextualiza tu escrito, el sindicalismo trabaja para concretar posiciones en el seno de las organizaciones internacionales, quizás más allá y acá de las retóricas más convencionalmente incorporadas en estos pandémicos tiempos. Como modesto ejemplo me permito ocupar parte de tu espacio con esta resolución que adoptamos poner en marcha en la reunión del Comité Ejecutivo de Industrialll Global Union de ayer: http://www.industriall-union.org/.../es_covid-19...

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