(En la foto, el Secretario de Estado de Empleo, Joaquín Pérez Rey, en el laberinto del Ministerio de Trabajo y Economía Social, antes de la reunión de ayer sobre el SMI)
“El papel del salario mínimo es aún más importante
durante las recesiones económicas. La crisis de la COVID-19 ha afectado
especialmente a sectores con una mayor proporción de trabajadores con salarios
bajos, como el comercio minorista y el turismo, y ha tenido un mayor impacto en
los grupos de población desfavorecidos. Es esencial garantizar que los
trabajadores de la Unión tengan acceso a oportunidades laborales y a salarios
mínimos adecuados para respaldar una recuperación económica sostenible e integradora”.
No son los sindicatos quienes han pronunciado esta frase sino
la propia Comisión Europea, en la propuesta de Directiva del Parlamento y del
Consejo sobre unos salarios mínimos adecuados en la Unión Europea de 28 de
octubre de 2010 (COM(2020) 682 final) y con ello se resume el punto de vista
con el que se debería abordar esta cuestión también en nuestro país. Añade esta
propuesta: “Si los salarios mínimos se fijan en cuantías adecuadas, su
protección garantiza una vida digna a los trabajadores, contribuye a sostener
la demanda interna, refuerza los incentivos al trabajo y reduce tanto la
pobreza de los ocupados como la desigualdad en el tramo inferior de la
distribución salarial. La protección del salario mínimo también contribuye a la
igualdad de género, ya que más mujeres que hombres perciben sueldos que se
encuentran en torno al salario mínimo”. Argumentos poderosos que refuerzan la
necesidad de utilizar en modo virtuoso esta institución con efectos económicos
y sociales positivos.
Por un lado – sigue diciendo la Unión Europea – los salarios mínimos
legales de los diferentes ordenamientos
nacionales no pueden ser “demasiado bajos” para proporcionar una vida digna o
en comparación con otros salarios, “por mucho que hayan aumentado en los
últimos años”, lo que se cifra en el objetivo, marcado por el Consejo de Europa,
la Carta Social Europea y el CEDS, del 60 % de la mediana del salario bruto o
al 50 % del salario medio bruto, al que no llegan la mayoría de los Estados
miembros. Además, el salario mínimo debe ponerse en relación con la tasa de
cobertura de la negociación colectiva y con la evolución de ésta, puesto que hay
una correlación entre los salarios de convenio y los porcentajes de la
población asalariada con baja remuneración, puesto que la negociación colectiva
también tiene un fuerte efecto sobre la adecuación del salario mínimo. “Al
afectar a la evolución general de los salarios, la negociación colectiva
garantiza que estos sean superiores al nivel mínimo establecido por ley y
también induce mejoras en este nivel mínimo, además de impulsar el aumento de
la productividad”. La correlación existente entre el compromiso del IV AENC de
obtener a finales del 2020 un salario mínimo
de convenio de 14.000 euros anuales está relacionado con el ascenso
progresivo del SMI primero a 900 y luego a 950 € en enero de este año.
Este enfoque se corresponde asimismo con la declaración de
derechos fundamentales de la Unión, el art. 31.1 CDFUE sobre unas condiciones
de trabajo justas y equitativas, que estipula que «todo trabajador tiene
derecho a trabajar en condiciones que respeten su salud, seguridad y dignidad»,
y el art. 23 de dicho texto, sobre la igualdad entre hombres y mujeres, puesto
que esta medida contribuye a reducir la brecha salarial por razón de género.
Esta es la posición de la Comisión Europea, y por
consiguiente no cabe en este aspecto, como se viene alegando en otras
situaciones, entender que una medida social en España puede colisionar con la
política económica europea, o que condiciona la entrega de los Fondos europeos
de ayuda ante la crisis del Covid. De hecho, son muchos los países de la Unión
Europea que suben el salario mínimo en plena pandemia. Según los datos del
diario Expansión, en Alemania, un 11,8% acumulado para 2022, en Luxemburgo, pese
a la oposición de la patronal, el salario mínimo alcanzará a partir del 1 de
enero de 2021 los 2.201 euros brutos y será de unos 2.642 euros para los
empleados cualificados. En Holanda, el salario mínimo bruto legal para
empleados de 21 años o más será de 1.684,80 euros al mes desde enero, mientras
que en Portugal, el Gobierno y los agentes sociales se encuentran negociando
una subida del 4,7% de su salario mínimo, por la que su SMI pasaría de los 635
euros mensuales actuales a los 665 euros. Por otro lado, en Francia se prevé un
aumento cercano al 1%, y en Reino Unido, el Gobierno ha aprobado un aumento del
2% salario mínimo nacional en abril de 2021 y para los jóvenes de entre 21 y 22
años, un 1,7% para los jóvenes de entre 18 y 20 años y un 1,5% para los menores
de 18 años. Desde el 1 de enero de 2021, el SMI subirá un 1% en Irlanda, un
6,6% en Bulgaria, se incrementará un 4,61% el salario mínimo neto promedio en
Croacia y un 4,1% en República Checa. Eslovaquia ha propuesto un aumento del
7,4%, hasta los 623 euros, y en Letonia se plantea una subida del 16,3%, hasta
los 500 euros. Igualmente, en Lituania, la subida será del 5,8%, hasta los 642
euros; en Polonia, del 7,7%, hasta los 630 euros desde los 585 euros actuales,
y en Malta, se ha aprobado una subida del 1% en el SMI de mayores de 18 años. (SMI 201 en Europa)
En esa misma línea se han situado no sólo los sindicatos CCOO
y UGT, con argumentos importantes derivados de datos incuestionables, señalados
por el responsable del Gabinete Económico de CCOO, Carlos Martín Urriza, como
que los precios de los alimentos están disparados, han crecido un 2,6% de media
durante la pandemia, agravando la
situación de los más vulnerables, los hogares pobres han aumentado en 34.000, a
pesar de que ya se partía de niveles que superaban en 174.000 hogares a los que
había antes del estallido de la burbuja inmobiliaria; y que el ingreso mínimo
vital sólo ha llegado a 136.000 hogares de los 850.000 estimados debido a
trabas burocráticas, las mismas que el gobierno quiere eliminar para empresas. Además el incremento de los salarios de los convenios y de las pensiones hacen que sea dificilmente sostenible no aumentar la cantidad de aquellos que menos tienen. Pero también el responsable de Empleo en la ejecutiva confederal del PSOE y
senador por el partido socialista, Toni Ferrer, entendía que el aumento
del suelo legal de los salarios es fundamental para “la recuperación económica
del país” porque es necesario impulsar la demanda y para ello es fundamental
que suban los salarios. (El senador Toni Ferrer defiende la subida del SMI )
Sin embargo, entre nosotros la fijación del salario mínimo
para el 2021 ha sido objeto de debate, según lo que dicen las noticias, en el
seno del Gobierno, donde había opiniones encontradas al respecto, partidarias
de congelar el SMI (Sanchez-se-inclina-por-congelar-el-smi-como-defiende-Calviño).
Un debate que no se trasladaba a la esfera de la política, más preocupada por
otros temas institucionales que por la determinación de las políticas laborales
y sociales, lo que por otra parte parece constituir ya un hábito de los actores
y partidos que la pueblan, junto con el estilo bronco y descalificatorio del
que vienen haciendo gala los grupos de la derecha como forma de expresar no
tanto sus propuestas como de afirmar su descalificación ante la acción del
Gobierno.
Frente a esta desconexión de las derechas políticas con la
problemática laboral y social, contrasta la inteligente posición de la CEOE y
de su presidente, Garamendi, que está manteniendo una estrategia
inteligente y exitosa en este ámbito. Aceptando la realidad del cambio de
mayorías políticas que ahora conforman el gobierno de coalición, se ha
incorporado al proceso de producción de normas a través del diálogo social, interviniendo
en la determinación de los mecanismos de amortiguación social de los ERTEs, en
la conformación de la norma del trabajo a distancia, y sólo de forma esporádica
no prestó su firma a los decretos que desarrollaban los principios de igualdad
retributiva y de fortalecimiento de los planes de igualdad porque éstos incorporaban
una reforma del mecanismo de consulta y negociación en los centros de trabajo
donde no existiera representación legal de los trabajadores que podía
prefigurar una reforma general del mismo en el Estatuto de los Trabajadores que
no quería avalar anticipadamente. Aunque se muestra dividida en el tema de la
regulación del trabajo en plataformas digitales, donde una parte de su organización
no ve con malos ojos la regulación laboral de estos trabajadores, donde centra
actualmente su posición de oposición es en la reforma de la negociación
colectiva y de la subcontratación que los sindicatos han exigido con urgencia
y, últimamente, en su oposición al incremento del salario mínimo.
La CEOE es consciente de que el proceso de reformas es
inevitable, pero su estrategia es la de alterar el ritmo y el orden del mismo
y, en la medida de lo posible, mantener el grueso de las posiciones de poder
que consolidó la reforma del 2012 en la gestión de la organización del trabajo y en la negociación colectiva. Para ello la alegación de la crisis profunda
en la que está sumida la economía española tras la crisis sanitaria del Covid
19 sirve para justificar que no es el momento de emprender los cambios prometidos
en el programa del gobierno progresista que los sindicatos reivindican, ni incrementar
el salario mínimo en tiempos de crisis. La asociación empresarial juega para
ello en dos mesas de negociación simultáneas. En una, la que visibiliza el diálogo
social, con los sindicatos y los Ministerios de Trabajo y de Seguridad Social,
en otra, oculta a la opinión pública, en una relación directa con el área
económica del gobierno, de la que arranca concesiones importantes a un discurso
mucho más exigente que culmina con la reivindicación de un derecho de veto que
imposibilite cualquier reforma sin su consentimiento. Es una estrategia
inteligente, porque hace entrar en el campo a esta área de gobierno, en
especial a la Ministra de Economía que asume este papel a través de
declaraciones un tanto imprudentes, y traslada por consiguiente al espacio del
gobierno la defensa de sus posiciones que luego reduplica en el ámbito del
diálogo social ya directamente como CEOE.
Frente a ello, los sindicatos no pueden acceder a este doble nivel
de interlocución, y desarrollan sus propuestas en el marco del diálogo social
tripartito. Para el Ministerio de Trabajo, por su parte, el retraso lleva a que
mantenga abiertos una serie de temas que, si no son capaces de cerrar mediante
acuerdo, se amontonaran sin salida, ante la inminente renegociación a finales
de enero de los ERTES prometida en el RDL 30/2020.
Por eso en la reunión de ayer con los actores sociales, el
secretario de estado Joaquin Pérez Rey
anunció que en ningún caso va a congelar el SMI en 2021. Los
porcentajes entre los que se puede mover la subida van desde el 0,9% de
incremento de las pensiones y de los salarios de los empleados públicos (en
donde también hubo un gran debate, en el que se llegó a calificar de “injustificable”
el aumento de sus retribuciones Una medida injustificalbe aumentar las retribuciones de los empleados públicos)
al incremento medio de los convenios colectivos, en torno al 1,85% o, al 5% que
solicita la UGT. En cualquier supuesto, se trata de incrementos moderados, en
línea con lo que ha defendido la ministra de Hacienda y portavoz del ejecutivo,
Maria Jesus Montero, lo que sin embargo se ha presentado por los medios
de opinión como un pulso entre los ministerios de Trabajo y Economía, lo que a
fin de cuentas demuestra la torpeza de este último al presentarse de manera
imprudente como radical defensor de la congelación salarial, asumiendo como
propias las indicaciones del asociaciónismo empresarial y volviendo la espalda
a las indicaciones que provienen de la Unión Europea sobre el particular. Algo
que se debería corregir en las siguientes rondas de negociaciones pendientes.
Esta entrada muestra que no puede ni la patronal ni el Ministerio de Economía del Gobierno de España argumentar que la Comisión Europea pone obstaculos a una subida del salario mínimo. Si no se hace es por una opción política continuista con hacer pagar las consecuencias de la crisis sobre los más débiles, cosa que hasta ahora no habia sido la línea seguida. Excelente entrada.
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