El viernes
pasado, 19 de marzo, una llamada desolada de Elena Desdentado me informó
del fallecimiento de su padre. Llevaba ingresado una semana en el hospital
víctima del Covid-19 y no lo había podido superar. Pensé cómo la pandemia nos
iba arrebatando amigos a los que nunca creímos poder perder tan pronto. En
enero Gigi Mariucci y ahora Aurelio Desdentado. Una pérdida más
dolorosa cuanto que no es posible reunirse con la familia y las amistades para
expresar el pesar profundo que produce su muerte.
Aurelio Desdentado ha sido
un jurista que ha contribuido de manera muy importante al diseño de las líneas
centrales del Derecho del Trabajo post-constitucional en su actuación como
Magistrado de la Sala de lo Social del Tribunal Supremo durante más de un
cuarto de siglo. La asociación Juezas y Jueces para la Democracia lo ha
definido como una figura clave del iuslaboralismo español del siglo XX, y
aunque Aurelio no estaría de acuerdo, es evidente la relevancia de su figura en
la construcción de la cultura jurídica laboral entre 1986 y la crisis del
2010-2013. Todos los comentarios en las redes sociales de quienes le conocieron
y trataron resaltan otro aspecto de su personalidad, su carácter afable y la
sencillez con la que actuaba, su inmensa cultura, su excepcional capacidad
didáctica y expositiva.
Pero para mí Aurelio
Desdentado ha sido un amigo que me ha acompañado durante una buena parte de
mi trayectoria personal y profesional, a través de las fases más importantes de
la misma. Le conocí en un acto celebrado en el colegio de doctores y
licenciados en Ciencias Políticas, en el que se debatió sobre el Decreto Ley de
Relaciones de Trabajo y enseguida colaboramos juntos en la crítica de las
medidas laborales que en la transición y en los primeros gobiernos de UCD se
fueron realizando, a través de la participación en Gaceta Sindical, el
órgano confederal de CC.OO., en donde se estableció una relación de gran
cordialidad entre su director, Manolo Morales y Aurelio, a los que unía también
su pasión por la lectura y la montaña. Eran desternillantes los relatos sobre las
conversaciones entre el grupo de técnicos de la Administración del Estado recluidos
– exilados – en la Secretaría General Técnica del Ministerio de Industria, y
por las tardes muchas veces le recogía en el despacho de Luis Enrique de la
Villa en la calle Fuencarral, donde también encontraba a Maria José
Fernández Olalde – hoy compañera mía en la UCLM – y a Carlos Gómez
Iglesias. En ese despacho fue donde surgió, a iniciativa de Aurelio, el muy
trabajado artículo “Huelga y constitución” que provocó que el PSOE impugnara
ante el Tribunal constitucional el DLRT de marzo de 1977 y que daría lugar a la
STC 11/1981 objeto también de un comentario triunfalista que publicamos en GS
ambos. Es una época que en mi recuerdo está asociada a la alegría y la esperanza
del cambio político y social en profundidad.
El triunfo del PSOE y su efímero
paso por la fontanería de La Moncloa no le sentó bien, pero la propuesta de su
amiga Maria Teresa Fernández de la Vega para que se presentara al quinto
turno de juristas de reconocida importancia para ingresar en la Sala de lo
social del Tribunal Supremo, fue providencial. A partir de su ingreso, con la
seriedad y exhaustividad que le caracterizaba, fue generando lo que en los
libros se denomina doctrina judicial, marcando con su fuerte personalidad un
proceso de interpretación de la normativa en proceso que se habría de ir
desarrollando a partir de la reforma de 1984 sucesivamente, con los avatares
políticos correspondientes tras la gran huelga del 14-D y, tras la corta
estación de la interlocución política entre los sindicatos y el gobierno, la
muy profunda modificación legislativa de 1994. Durante toda esta época, mantuve
una colaboración muy estrecha con él, y mi acceso a la cátedra de la UCLM, en
Albacete, le alegró personalmente mucho. Su participación continuada en las
Jornadas de Estudio de Albacete organizadas por Luis Collado a través del
Gabinete de Estudios de CCOO y el área de Derecho del Trabajo de la UCLM, colaboró
al éxito de las mismas a lo largo de los años, y la aparición, en 1998 de la Revista
de Derecho Social se benefició de sus aportaciones desde el primer
momento (ya en el número 2 de la Revista), con algunos artículos cuya consulta
resulta aún hoy imprescindible. Personalmente, creo que "El traje nuevo
del emperador": sobre la legislación simbólica en el estatuto del trabajo
autónomo (RDS Nº 44, 2008, págs. 13-35) es un texto que va
más allá del examen de la LETA y permite comprender muy bien el positivismo
jurídico que alimentaba el razonamiento de Aurelio, y, claro está, el comentario
que hizo al libro de Joaquín Pérez Rey y mío sobre el despido, Sobre
el despido y su violencia. Una lectura de "El despido o la violencia del
poder privado" de Antonio Baylos Grau y Joaquín Pérez Rey, (RDS
Nº 51, 2010, págs. 11-30) fue una
muestra especial del reconocimiento del valor teórico de la obra, desde un
planteamiento crítico con la misma. Sus reflexiones sobre el facto de sostenibilidad
en la reforma de las pensiones (RDS nº 64 (2013) fueron su última
colaboración con la revista, un año antes de su jubilación. Participó en muchos
de los seminarios de formación que organizamos para los docentes del área, y
recuerdo especialmente una larga sesión en la que comentamos, en presencia de
su autor, Antonio Martín Valverde, un artículo sobre los Principios y
reglas del Derecho del Trabajo, publicado en la REDT 114 (2002) y el diálogo
con el mismo por parte de Aurelio ante la totalidad de los miembros del área manchega.
Esa amistad tan larga me permitió también atraer el talento de su hija Elena
Desdentado al área de Derecho del Trabajo de la UCLM, dirigir su tesis
doctoral y acompañar su itinerario de formación hasta su traslado a la UNED,
creando una relación de confianza y de complicidad con ella que aún perdura.
Porque Aurelio, aunque nunca practicó
la carrera académica, fue un verdadero profesor universitario, mucho más allá
de la condición de profesor asociado que ostentó en varias universidades. No
solo por su capacidad teórica y su ingente producción científica – basta
consultar la página de Dialnet para comprobarlo – sino por su impulso y
generosidad al proponer a otras personas más jóvenes la realización de trabajos
conjuntos, compartiendo su proyecto y diseñando el esquema de los mismos, desde
la sencillez y el debate conjunto. En su impresionante productividad científica,
le gustaba trabajar en comandita, debatir con otros, hacerles partícipes de sus
inmensos conocimientos, pero también y posiblemente sobre todo debatir,
comentar lecturas, contrastar puntos de vista. Lo saben bien Berta Valdés,
Carolina Martínez y especialmente Ana de la Puebla, pero también Ana
Belén Muñoz e Ignacio González del Rey, entre otros, además de su
larga relación de amistad y paseos con Jesús Mercader. Era un lector compulsivo y devoraba todo
tipo de ensayos y relatos que luego le permitían una amenísima conversación en
la que su erudición no se exhibía, sino que se empleaba como forma de ilustrar
y reforzar su argumentación sobre los temas que abordaba.
Siempre he creído que el
asesinato por ETA de Rafael Martínez Emperador en febrero de 1997 tuvo
una profunda huella en la psique de Aurelio, al conocer por los servicios de
información de la seguridad del estado que la banda terrorista preparaba
atentar contra su persona, por el simple hecho de que su domicilio en el Barrio
de la Estrella permitía una huida rápida por la M-30 al comando que efectuara la
acción. Se tuvo que mudar a El Escorial, y aunque la seguridad de su familia y
de su persona nunca llego a obsesionarle, me parece que no es desdeñable que
este hecho tuviera una influencia evidente sobre los infartos que padeció y de
los que felizmente se recuperó gracias a la excelente atención médica del
Gregorio Marañón, una unidad especializada en cirugía del corazón que luego fue
disuelta por los recortes en la sanidad madrileña. En la sala de lo social del
Tribunal Supremo fue construyendo una hegemonía ideológica y cultural muy
potente, que se confrontaría en fallos muy decisivos, ya en la última época,
con la que ostentaba Manuel Ramón Alarcón, provocando un apasionante
diálogo crítico que se manifestaba en sentencias con interesantísimos votos
particulares.
A Aurelio Desdentado por
tanto, se le recordará por su legado impresionante como Magistrado, unido a su
producción teórica brillante e ingente. La gente que lo conoció recuerda su
afabilidad y sencillez, su accesibilidad y su enorme cultura. Sus amigos y
amigas saben que su pérdida es irreparable y la pena por su fallecimiento
profunda. Aunque se me agolpan los recuerdos, los lugares de nuestros
encuentros y los espacios de nuestro afecto, como resumen guardo la imagen de
la última vez que le encontré, paseando por Malasaña con Loli, disfrutando del
tiempo libre que la jubilación le permitía, hablando de sus nietas y nietos de
los que tan orgulloso estaba. Así quiero conservar su memoria, enviando a su
mujer, Maria Dolores Daroca, también contagiada, mis deseos de mejoría,
junto con mis sentimientos de cariño que extiendo a Eva y a Elena
y a sus hijas e hijos, los nietos tan amados por su abuelo.
La muerte de Aurelio nos ha conmocionado a muchas personas y nos deja un vacío difícil de colmar. A todas las virtudes que Antonio acaba de enumerar yo añadiría su carácter cálido, su profundo sentido democrático y su afectividad. Recuerdo una visita que con Loli nos hizo a Margarita Barañano, Antonio y a mi en Cambridge en donde sostuvimos una apasionada discusión en un jardin-cafetería, al que decían acudía Viginia Woolf, tan apasionada que algunos británicos pensaban que nos íbamos a pelear, y se quedaban sorprendidos cuando al poco estábamos riendo y haciendo gracias. Discutir con pasión no mermaba un ápice el cariño y el respeto. Desde aquí un abrazo a toda su familia ya que las circunstancias no permiten que sea físico.
ResponderEliminarEstá muy bien querido Antonio. Es una semblanza personal muy justa y equilibrada con esta excelente persona y magnífico jurista. Yo lo he invitado muchas veces a los Foros Aranzadi social de Almería y de Granada. Recuerdo charlas en las comidas juntos sencillamente memorables. Es una gran pérdida irreparable.
ResponderEliminarCon el tiempo van desapareciendo brillantes personas y amigos, como Aurelio....
Un abrazo fuerte, José Luis
Totalmente de acuerdo, en el aspecto judicial la jurisprudencia de la Sala de lo Social TS no puede entenderse sin la impronta de Aurelio. Un muy fuerte abrazo
ResponderEliminarLo siento muy sinceramente. Se ha ido un gran jurista cuya obra quedará como brillante legado. Desde Santiago de Chile, llegue a su familia mi abrazo de solidaridad y de compañía en esta hora triste.
ResponderEliminarEduardo Sergio de Almeida
ResponderEliminarTive classe con ele ilustre falecido em um curso que hubo em lá escuela judicial. Mas classes furan impartidas em Ele Passo Marinan em Coruna. Me Gusto mucho su didática. És una gran perdida su muerte.
Carolina Martinez
ResponderEliminarMaestro incuestionable, mentor, amigo... Nuestro para siempre!
Max ARIAS
ResponderEliminar@max_arias
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2h
Don Aurelio DESDENTADO BONETE aunaba sabiduría y amenidad, rigor científico y discrección. Será siempre ejemplo y guía para los iuslaboralistas españoles. Mi pésame a su familia.
Rafa
ResponderEliminar@agorafobo
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4h
Un gran académico, poco o nada conocido en Chile, pero que tuve la suerte de estudiar preparando mi tesis de magíster.
Mª Victoria Rosell Aguilar
ResponderEliminar@VickyRosell
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5h
“Se le recordará por su legado impresionante como Magistrado, unido a su producción teórica brillante e ingente. La gente recuerda su afabilidad y sencillez, su accesibilidad y su enorme cultura. Sus amigos y amigas saben que su pérdida es irreparable y la pena profunda”.
Nos unimos al dolor por la perdida irreparable de Aurelio Desdentado Bonete, gran maestro y habitual conferenciante #UCLM en nuestra antigua #EscuelaUniversitaria #RelacionesLaborales
ResponderEliminarSin duda, un referente para todos los laboralistas académicos y juristas. D.E.P.
Muchísimas gracias, Prof. Baylos por tus palabras y homenaje. Aurelio Desdentado Bonete me hizo el regalo de poder publicar con él y aprender de un grandísimo maestro. Mi recuerdo para siempre y mi cariño para toda su familia. Un fuerte abrazo. Ana
ResponderEliminarQuerido Baylos, lo acababa de leer en tu blog cuando he recibido tu mensaje.
ResponderEliminarYo también he tenido el impulso, y la necesidad, de escribir sobre Aurelio, nuestros recuerdos son distintos pero, a la vez, tan parecidos... Pero me cuesta mucho poner en palabras lo que siento. Creo que, por encima de todo, me siento afortunada de conocerle y profundamente agradecida porque, sin haber hecho nada para merecerlo, compartió conmigo mucho de lo que sabía y me dejó disfrutar de su compañía.
Un fuerte abrazo Baylos, y gracias por tus palabras sobre Aurelio, le reconozco en cada línea
Gracias Antonio por tu relato que refleja muy bien la figura de Aurelio, excelente jurista y mejor persona. Tengo muchos recuerdos del tiempo del despacho y todos buenos. Siempre le recordaré con el cariño y respeto que se merece. Un abrazo muy fuerte.
ResponderEliminarMaría José
Un jurista excepcional: solvente, riguroso, brillante e insustituible, y en lo personal, cercano, generoso y sencillo. Mi admiración y mi recuerdo para siempre por su amistad y su magisterio. DEP.
ResponderEliminarQuerido Antonio, muchísimas gracias. Representas muy bien nuestro sentir en estos días tan tristes.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo
Jesús
Nos ha dejado un hombre extraordinario. Querido maestro y amigo.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo para los que también lo habéis sido, y especialmente para Lola, Eva y Elena.
Ignacio González del Rey
Querido Antonio, se nos ha ido Aurelio Desdentado, que a todas las loas que le dedicas y que suscribo, sólo puedo añadir la del orgullo de haberme iniciado, con su sabiduría ingente y su amistad entrañable, en la profesión en la que estoy ya pronto a jubilarme, y haber compartido con él desde 1982 hasta que la pandemia nos aisló, los principales momentos que tan bien sintetizas en tu bolg, si bien quisiera añadir otra área de debate jurídico, político y filosófico, poco académico pero tan sesudo como divertido, que le era tan querida a Aurelio, y que no es otra que la cervecería Santa Bárbara, donde compartimos mesa y patatas fritas, muy especialmente con Enrique Juanes y con Jesús Mercader, hablando de lo humano y de lo divino, y disfrutando siempre de la atinada reflexión sobre cualquier tema, fundamentada, sarcástica a veces, generosa e inolvidable, del más grande de los maestros para quienes tuvimos la fortuna y el honor de conocerle, no sólo por sus geniales libros, artículos o sentencias, sino en la distancia corta, donde su sencillez y proximidad, multiplicaban su valía. Un gran abrazo para Lola, Eva y Elena, que tanto le van a echar de menos, y para todos los que lo compartimos.
ResponderEliminar(Aunque no lo diga, creo que el autor de la anterior entrada era Félix Herrero, pero no puedo asegurarlo)
ResponderEliminarUna recopilación de escritos en memoria de Aurelio Desdentado, en el blog "Desafíos Sociales" del proyecto de investigación de la UAM dirigido por Ana de la Puebla que puede consultarse en este enlace
ResponderEliminarAurelio Desdentado: In Memoriam – Desafios Sociales
https://www.desafiossociales.es/2021/03/22/querido-aurelio/
Ya fue difícil superar su ausencia en el Tribunal Supremo cuando prematuramente se jubiló. Pero ahora su desaparición definitiva nos deja sin la esperanza de sus visitas sorpresa, siempre bienvenidas, sus cafés y sus conversaciones de derecho ... y de “revés”, con ese espíritu crítico y ese sentido del humor que le caracterizaban. Era un auténtico placer hablar con él porque, como ocurre con los grandes maestros, siempre se aprendía algo. Con su puerta del despacho permanente abierta, como él, al diálogo, era un hombre cercano, y dispuesto siempre a dedicarte el tiempo que fuera necesario. Pero además de gran persona , fue un gran magistrado: porque Aurelio Desdentado era intelectualme libre, y defendía - no imponía - sus ideas siempre creativas con argumentos difíciles de rebatir, y eso le convirtió durante mucho tiempo en una de las mentes más privilegiadas de la Sala.
ResponderEliminarSu doctrina sobre los trabajadores indefinidos no fijos en las administraciones públicas (ahora extendida por la Sala a las sociedades públicas); la validez de los contratos de obra servicio para el cumplimiento de las contratas; el esquirolaje tecnológico; la irrecurribilidad de las sentencias de sanciones por faltas que no sean muy graves; la idoneidad de las sentencias sustituidas por acuerdo transaccional para recurrir en casación para la unificación de doctrina; la crítica a la doctrina del TJUE sobre la sucesión de plantilla; o la no exigibilidad del mantenimiento de la vigencia de la relación laboral para la extinción del contrato a instancia del trabajador, son solo algunos ejemplos de su trabajo en la Sala IV. Su legado es inmenso ... tan solo comparable con el enorme respeto y cariño de todos los que tuvimos el privilegio de conocerle y trabajar con él. Hasta siempre, Aurelio.
Ana de Miguel
Le conocí una tarde de otoño de 1980 en el Despacho de la calle Fuencarral ("Bufete Laboral"), adonde me había mandado Enrique Veloso -otro maestro jurista, éste en Derecho del Medio Ambiente- para entrevistarme con él. Toda mi trayectoria profesional se la debo a Aurelio.
ResponderEliminarAunque le dije que nunca se me había pasado por la imaginación ejercer como abogado, me dijo, entre pitillo y pitillo de la marca "Aguila", que yo sería un buen abogado y allí me quedé.
Cuando dejó el Despacho ya nada fue igual, se notó su ausencia demasiado.
Años después le fui a ver al Tribunal Supremo para comentarle mi intención de acceder a la Carrera Judicial por el 4º Turno y, de nuevo, me animó a presentarme: "serás un magnífico magistrado" (ese adjetivo lo utilizaba mucho)
Gracias Aurelio de todo corazón y gracias a ti Antonio por tu reseña cargada de sentimientos, un fuerte abrazo para los dos