Todos conocen ya el resultado, que
es lo importante. Un conocido laboralista comenta que la votación final le ha
recordado las victorias de la selección peruana de fútbol: agónicas, pero con
tres puntos al marcador. El debate en el Congreso ha sido brillante, la
Ministra de Trabajo ha realizado un verdadero tour de force en la
defensa del texto legal, su alcance y significado. La presencia en la tribuna
de invitados de los dos secretarios generales de CCO y UGT indicaban de manera
fehaciente la relevancia laboral que poseía el texto, cuestionado a derecha y a
izquierda del hemiciclo.
La votación final ha reunido
todos los ingredientes de una situación disparatada. Una serie de diputados que
votaban No lo hacían con la seguridad de que su voto reflejaba una posición de
principio y una seria divergencia con el método de negociación política y con
los contenidos a su juicio limitados que regulaba el RDL 32/2021, pero sin que
en ningún caso esa posición suya pudiera imponerse al final con la consecuencia
ya conocida de derogar la reforma laboral impulsada por el gobierno progresista
sobre la base del acuerdo social tripartito del 2021. Ello supondría reponer en su vigencia el
texto impulsado por el PP nueve años antes, lo que paradójicamente suponía el
parámetro para juzgar la insuficiencia de un texto legal que no procedía a su
derogacíón “íntegra”. El triunfo de esta posición, por lo demás bastante
incoherente y, a juzgar por algunas intervenciones, no muy seguras, sin duda
por el hecho contradictorio de aceptar que se trataba de un texto valioso cuyo
rechazo implicaría la vuelta a la legislación denostada del 2012, podía estar
asegurado en la medida que unía sus fuerzas con la corpulenta y vigorosa
posición del PP que agigantaba su rol de oposición radical a expensas de una
cierta subordinación en el esquema del discurso de la extrema derecha de Vox.
La defección de Ciudadanos del
bloque de la derecha alineándose como fuerza política que se remitía a la
defensa de las posiciones en el pacto de CEOE-CEPYME y la suma de multitud de
votos de pequeños partidos, con la incorporación feliz de otras izquierdas
minoritarias, hacía que incomprensiblemente una norma con un amplio consenso
social y que introducía evidentes mejoras de los derechos individuales y colectivos
derivados del trabajo no tuviera una clara mayoría de progreso en el resultado
final. Para que el relato fuera más truculento, el acuerdo alcanzado con UPN,
el grupo político navarro aliado del PP con dos representantes en el Congreso,
fue desobedecido en contra de sus propias declaraciones de “acatamiento” por los
diputados de esta formación, con lo que el resultado final podría haberse
inclinado hacia el NO de no ser porque, de forma extraordinaria, un diputado
del PP se equivocó en el voto electrónico y, a lo que parece, inclinó la balanza
en favor de la convalidación del texto legal cuestionado. Para que nada quedara
dentro de la normalidad, el Letrado Mayor del congreso pasó a la Presidenta de
la Cámara en el recuento final un resultado que no se correspondía con el que
había establecido el marcador electrónico, de forma que la presidenta declaró
derogado el RDL 32/2021 para, a continuación, y tras los vítores de la derecha
y extrema derecha – y la estupefacción de algunos de los diputados del star
system que se habían distinguido en la debelación de la reforma laboral como la obra de la derecha económica
y política – establecer que el recuento no era el proclamado sino su contrario,
y considerar convalidada la norma debatida.
Este accidentado recorrido del
trámite de convalidación de la reforma laboral es el que privilegiarán las
noticias del viernes 4 de febrero. El editorial de El Mundo resume el proceso
tal como lo percibe: “Fiasco inicial” – el del carácter limitado e insuficiente
de la reforma – “esperpento final”, es decir el espectáculo al que se ha
aludido en el Congreso. Sin excluir los
clásicos titulares de los medios de ultraderecha – “Éste es el vídeo que prueba
el pucherazo del PSOE: el PP reclamó a tiempo corregir el voto erróneo” (OK diario) – los periódicos insistirán en la “polémica”
del voto y el “error” del diputado: “La reforma laboral se aprueba con un
polémico voto de un diputado del PP” (ABC); “El Congreso convalida la reforma laboral por
un voto por error” (La Razón); “Aprobada
en el Congreso la reforma laboral por un error de un diputado del PP” (Antena
3). Más detallada, La Sexta: “Votación de infarto en el Congreso . La reforma
laboral sale adelante por el error de un diputado del PP después de que UPN
votara 'no' por sorpresa. Los diputados de UPN han votado en contra del mandato
de la directiva de su partido, pero un parlamentario del PP ha salvado la
reforma sin querer en el voto telemático. La formación sostiene que ha sido un
error informático”. (La Sexta)
En otros digitales ya se recoge
que el error será aprovechado por el PP para impugnar la votación y, de paso,
extender sobre la validez de la norma una fuerte sombra de duda. “El PP
recurrirá la votación de la reforma laboral a la Mesa del Congreso y al
Constitucional” (El País); “Un error del PP salva la reforma laboral de Yolanda
Díaz y la derecha intenta impugnar el resultado de la votación” (Publico); “El
Congreso aprueba la reforma laboral de rebote en una jornada de
"taquicardia", traiciones y errores fatales. El PP dice que Alberto
Casero votó 'sí' por un "error informático" y Abascal habla de
"pucherazo" (Infolibre). Más propositivo, “El Congreso aprueba por un
voto la reforma laboral tras el viraje de los diputados de UPN y el error de
uno del PP. Socios habituales critican al Gobierno por convalidar el texto
gracias a Ciudadanos, PDeCAT o UPN, pero muestran su disposición a seguir
sosteniendo la mayoría progresista”. (El diario.es)
Es razonable que estas
perturbaciones muy llamativas sean objeto de seguimiento informativo. Pero lo
más importante no se deja ver entre tanto ruido. Lo más importante es que finalmente
los elementos de cambio que la norma enjuiciada plantea, pueden comenzar a
desarrollarse y llevarse a término con plena normalidad. Un proceso de puesta
en práctica a lo largo del cual se tienen que ir entrelazando las disposiciones
legales con su tratamiento en los convenios colectivos, un espacio de creación
de reglas que además debe encontrar un marco también autónomo que lo estructure
y articule, y a lo largo del cual una buena parte de las reivindicaciones que
se han esgrimido como causas de oposición a la reforma laboral se verán
superadas y asumidas al menos parcialmente, en especial lo referido al marco autonómico de
los convenios y su entrelazamiento con los convenios sectoriales de ámbito estatal.
Un proceso que se encadena a otros nuevos horizontes de negociación, como
inmediatamente la relativa al salario mínimo, o a otros debates en marcha ya
anunciados, entre ellos el de la participación democrática en la empresa, o la
reconsideración del sistema indemnizatorio sobre la base de la aplicación de instrumentos
internacionales alguno de ellos recientemente adoptados como la versión
revisada de la Carta social Europea y el Protocolo de reclamaciones colectivas.
Al obtener plena vigencia
jurídica, el RDL 32/2021 elimina en gran medida los cuestionamientos políticos
que se le han efectuado, algunos de ellos con evidente tosquedad envuelta en
formas demagógicas inconvenientes. Ahora es el momento en el que la norma se
presenta a la apropiación ideológica y técnico-jurídica de los intérpretes, en
un territorio en el que la intervención de los tribunales será con toda
seguridad muy incisiva y en donde se confrontarán posiciones bien fundamentadas
y opuestas sobre el alcance y la intensidad de los cambios legislativos. En
esta fase interpretativa, los juristas críticos tenderán a establecer una
fuerte conectividad social de los derechos reconocidos en la norma,
desarrollando principios de regulación que modifiquen algunas líneas
jurisprudenciales apegadas a una concepción liberal autoritaria que la norma
actual no puede avalar.
Es el momento por tanto de la creación
del derecho. La interrelación entre acción colectiva y diseño institucional que
obliga a los agentes y operadores del derecho a un nuevo esfuerzo de configuración
del tejido normativo, a un repensamiento de algunos aspectos centrales de la
regulación laboral.
Y, sobre todo ello, el gran
debate sobre la reforma laboral ha logrado algo tremendamente trascendental:
situar la problemática del trabajo y de su regulación, de la noción de trabajo
decente, en el centro del debate político y ciudadano de nuestro país. Un
debate que impulsa la centralidad del trabajo como eje crucial de un proyecto
de reformas que tiene un largo recorrido en nuestro país. Ese es el mejor
resultado de la votación de ayer, descontando los aspectos pintorescos y
extravagantes del relato de los hechos.
El esperpento de la votación de ayer, aunque tuviera un buen final, es el reflejo de la polvareda política y mediática que ha prescindido del compromiso de informar sobre los contenidos y efectos de la reforma laboral de 2021. Enhorabuena al Gobierno, especialmente al Ministerio de Trabajo y Economía Social por su buen hacer y por sus estupendos resultado.
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