Hay
noticias que nunca salen en la prensa “generalista”. No sólo en España, en
donde la calidad y cantidad de informaciones sobre las relaciones laborales
están prácticamente invisibilizadas o en s caso subordinadas a las prioridades
comunicativas marcadas por la ultraderecha que todos los medios de comunicación
siguen y promueven. En la gran mayoría de los países europeos, el pensamiento crítico
que proviene del debate intrasindical es un hecho ajeno al interés de los
periodistas. Permítase por tanto a este blog alguna muy breve incursión en este
asunto.
El lunes 23 de mayo ha tenido
lugar en Wolfsburg, la ciudad alemana conocida por ser la sede de Volswagen en
la Baja Sajonia – una ciudad de orígenes infames, fundada por Hitler en 1938
para la construcción del coche Kraft durch Freude (Fuerza a través de la
Alegría), la organización nazi encargada de organizar, vigilar y disciplinar el
tiempo libre en la Alemania del III Reich – un encuentro entre el sindicato IG
Metall y la FIOM-CGIL de Emilia Romagna, que llevaba por título "La
industria automovilística alemana e italiana ante los retos de los procesos de
transformación”.
En el encuentro intervinieron Daniela
Cavallo, Presidenta del Comité de Empresa del Grupo Volkswagen, que hizo
una importante aportación sobre el futuro de la industria, y el secretario
Internacional del Grupo VW – Europa de IG Metall, Flavio Benites, por
cierto un buen amigo y seguidor de este blog, junto a Michele de Palma, secretario
general de la FIOM.CGIL de la Emilia Romagna. El encuentro se enmarca en la
construcción de una relación constante entre estas dos potentes federaciones sindicales
regionales, permanencia del contacto intersindical que se lee como el “único
antídoto” frente a la competencia despiadada del mercado entre territorios y
trabajadores. De manera simbólica, el debate sindical se celebraba a tan solo cientos
de metros del lugar donde el 24 de mayo se celebrará la reunión de los Ministros
de Trabajo del G7 (es decir, de Alemania, Francia, Italia, Reino Unido, EEUU,
Canadá y Japón) que van a debatir entre otros temas, el documento de posición conjunto
de la patronal internacional IOE y la asociación empresarial alemana (BDA)
sobre las cadenas mundiales de suministro. Un debate de contornos ciertamente
bien diferentes a este que se comenta.
El encuentro bilateral sindical efectúa
algunas reflexiones que la FIOM-CGIL ha recogido en su boletín de prensa, por
el que se cita a continuación. Al margen del análisis efectuado, sobre sale la
conclusión más relevante del mismo: iniciar el camino para una gran asamblea
europea de delegados de las federaciones del metal y defender el derecho a la
movilidad ecológica para todos. Este es el resumen de lo debatido en el encuentro.
"Con la guerra en el corazón
de Europa, surge un problema de competencia entre países por el suministro de
fuentes de energía y componentes. Tenemos que silenciar las armas. Necesitamos
autonomía e independencia industrial a nivel europeo, y necesitamos solidaridad
y cooperación entre los sindicatos europeos. Los efectos de la guerra los están
pagando los trabajadores. Los sindicatos tienen una responsabilidad
extraordinaria. Debemos trabajar en un plan europeo extraordinario para la
industria de la movilidad. Un plan de transición industrial e innovación que
salvaguarde el empleo y garantice el acceso a la movilidad sostenible para
todos. Tenemos que crear consorcios europeos de cooperación en el sector del
automóvil para fomentar el intercambio en lugar de la competencia. Tenemos
que iniciar el camino para la construcción de una gran asamblea europea de
delegados y delegadas de la industria de la movilidad".
El panorama de la industria
automovilística italiana es dramático: Italia produjo 1,8 millones de coches a
finales de los años 90, mientras que en 2021 ha producido unos 400 mil
vehículos. El volumen de negocio de la industria del automóvil es, sin embargo,
importante en el sistema industrial italiano ya que, si consideramos también
los componentes, estamos hablando de 93.000 millones de euros de facturación,
lo que equivale al 5,6% del PIB, con un empleo de unos 250 mil trabajadores
directos. La gran capacidad industrial desde el punto de vista de los
componentes está compensando la crisis en los volúmenes de producción de
vehículos de Stellantis, la alianza entre FCA y Grupo PSA, como resultado
de una asociación 50:50 entre el consorcio francés y el italo-estadounidense: el
dato es que por cada coche matriculado, 0,28 coinciden con lo producido en
Italia, mientras que en Alemania la relación es de 1,29.
Italia paga el precio de la
incapacidad de utilizar la capacidad instalada de sus plantas. Desde hace 12
años, los trabajadores pagan con amortiguadores sociales la incoherencia de las
inversiones en la transición industrial y ecológica. Sin embargo, hay una
excepción en Italia, y es la Tierra de los motores, situado en el
corazón de Emilia Romagna (Módena). Hoy asistimos a la paradoja de que un
trabajador no puede comprar el coche eléctrico que produce debido a los bajos
salarios y, en perspectiva, una parte de la población dejará de tener acceso a
la movilidad individual. Mientras que Volkswagen, junto con el IG Metall,
trabaja a través de la negociación para garantizar un equilibrio entre la
innovación, la transición y el empleo, en Italia en este momento no existe tal
equilibrio, en detrimento del empleo.
Un debate que se está proponiendo
también en otros países y que en España se inserta en el debate que impulsa la
Federación de Industria de CCOO, con Garbiñe Espejo a la cabeza, sobre
la necesidad ineludible de un gran Pacto de estado por la Industria, y que en
el sector de la automoción tiene una importancia decisiva, como se aprecia en
el caso de Nissan en Barcelona.
Es sin duda un debate que
trasciende con mucho la consideración estrictamente “laboral” del problema. Un
asunto en el que el trabajo sindical implica una reflexión global, a nivel europeo,
superando lo que con claridad señalan las dos federaciones alemana e italiana
como obstáculos muy importantes: la competencia de mercado que enfrenta a
trabajadores sobre la base de la libre concurrencia y la deslocalización de
empresas, de una parte, y de la complejidad de una transición industrial y
ecológica que tiene necesariamente que llevar consigo un proceso de acuerdos que
configuren realmente una “transición justa”. Hacer que estos temas formen parte
del conjunto de informaciones que se dan a la ciudadanía y que atraviesa el
interés colectivo de las y los trabajadores de nuestro país, es importante.
La propuesta por tanto de una
magna asamblea de delegados de la industria de la movilidad debe tomarse en
consideración como un objetivo a medio plazo en cuya consecución gradual la
convocatoria parcial de las federaciones de industrial y del metal de los países
de vanguardia en esta materia puede suponer un hito muy relevante.
Paco Rodríguez de Lecea
ResponderEliminarSilenciar las armas. Autonomía industrial europea. Solidaridad y cooperación sindical. Tres grandes objetivos para una democracia industrial.